«Todo identitarismo es un retroceso en las libertades democráticas»
▶El premio Nobel reivindica la libertad como refugio de la literatura en la cuarta edición de la bienal de novela que lleva su nombre
Mario Vargas Llosa Escritor y premio Nobel de Literatura
Elevó su voz cuando Fidel Castro encarceló al poeta Heberto Padilla, en 1971. La derrota contra Alberto Fujimori en las elecciones de 1990 lo obligó a exiliarse. Hoy, a sus 86 años, el escritor Mario Vargas Llosa ha vuelto a denunciar la persecución del régimen nicaragüense de Daniel Ortega contra Sergio Ramírez. El premio Nobel de Literatura y único representante en la actualidad del ‘boom’ latinoamericano preside la IV Bienal que lleva su nombre, dedicada en esta ocasión al gran tema que da sentido a su vida y su obra▶ la libertad. Sobre esta, y sobre todo acerca de quienes pretenden amenazarla, conversa el peruano en esta entrevista. Vargas Llosa, a quien le ha sido concedida la fortuna de la longevidad, es el creador de una obra cuya arquitectura literaria y moral lo distinguen como el gran intelectual moderno vivo, alguien que entiende la novela como un instrumento que sobrepasa lo estético. Lo hizo desde aquella primera ‘La ciudad y los perros’, en la que el colegio militar Leoncio Prado de Lima le permitió retratar el Perú autoritario de Odría, de la misma forma en que el Zavalita de ‘Conversación en La Catedral’ reflejó una sociedad desmoralizada o aquella ‘Fiesta del chivo’, en cuyo perfil de Rafael Leónidas Trujillo, Vargas Llosa retrató a todos los dictadores, incluso a los que estaban aún por llegar.
Hay una larga tradición de intelectuales que se encontraron ante las cáscaras rotas de las ideas en las que alguna vez creyeron, pero que no por ello renunciaron al debate y el pensamiento. Mario Vargas Llosa es el último representante de aquella tribu. Por eso ningún tiempo, por recio que sea, le es ajeno. El derribo de estatuas, la reescritura de la historia, la imposición de las identidades sobre el debate común, rigen un mundo en el que la palabra de Mario Vargas Llosa permanece vigente y en el Nobel se mantiene como creador de un árbol genealógico, acaso el
Virgilio de una tragedia latinoamericana que en su obra se hizo universal.
—En 1971, el Caso Heberto Padilla. En 2021, el de Sergio Ramírez. ¿El autoritarismo persiste?
—Hay una gran diferencia entre un momento y otro. Hoy, setenta y dos años después del triunfo de la revolución y por primera vez, el pueblo cubano ha protestado. Entonces eso era impensable. Desde la desaparición de los hermanos Castro en Cuba, algo se ha roto.
—A la luz de esa lectura, ¿las democracias en América Latina y en el mundo siguen amenazadas?
—En gran parte gracias a la gravedad de la pandemia, ha habido un retroceso político. La muestra es el inesperado triunfo en Perú de Pedro Castillo, que no considero que ocurriera limpiamente, aunque haya sido reconocido. Todavía hay dudas con respecto a lo que va a ocurrir en el Perú, pero la situación es delicada ahí y en toda América Latina.
—¿Los intelectuales han renunciado al compromiso de preservar la democracia?
—Ni en España ni en América Latina los intelectuales han renunciado a manifestar su preocupación frente a lo que ocurre. Eso no quiere decir que no existan algunas confusiones. Ciertos intelectuales importantes creen que América Latina debe encontrar en el socialismo la solución de sus problemas. Yo no lo creo.
—Hay quienes incluso lo romantizan…
—Pero si ha fracasado en todas partes. El socialismo no existe en los países donde se implantó y de eso muchos parecen no haberse dado cuenta. ¿En China o Rusia hay socialismo? Pues claro que no. Es capitalismo de amiguetes, donde los empresarios que son sumisos al poder político reciben prebendas del Estado. El socialismo sólo existe en los países subdesarrollados, pero aún hay grupúsculos que creen que servirá para resolver los graves problemas que tenemos.
—Impera lo políticamente correcto, se anteponen las identidades al interés común. ¿Estamos en una especie de totalitarismo identitario?
—Toda forma de identitarismo y nacionalismo es un retroceso en el campo de las libertades democráticas. La democracia se resiente profundamente con los nacionalismos, que han sido trágicos tanto en la historia de Europa como de América Latina.
—Ha surgido un feminismo cada vez más beligerante, ¿qué opina al respecto?
—El feminismo es legítimo. La mujer debe de ser reconocida en un plano de igualdad con el hombre. Ahora bien, hay un extremismo en el que las mujeres piden una guerra contra el hombre. Eso es algo absurdo y disparatado, que sólo puede tener efecto en grupos minoritarios.
—Cuando se restringe la libertad, ¿qué papel juega la literatura?
—En los países libres, la literatura da la impresión de ser un mero entretenimiento, pero basta que se resientan las libertades y se establezca algún tipo de control del Estado, para que los libros, que antes parecían inofensivos, se carguen de un elemento crítico.
—¿Se siente usted el último de la tribu, el último intelectual cuya obra dialoga con la realidad?
—Yo no estoy solo en esto. En España tengo muy buenos aliados, gente como Fernando Savater, siempre crítico con los asuntos que atañen a su sociedad, y siempre desde la referencia de la libertad. Es una garantía de la intelectualidad en España.
—El ‘boom’ del que usted formó parte se gestó en un mundo convulso en el que los intelectuales intervinieron a favor de las libertades. ¿Hoy qué?
—Las cosas han cambiado desde entonces. A pesar de los intentos por debilitarla, la democracia impera. Hay síntomas alentadores al respecto, como en el caso de México, en el que las manifestaciones culturales cuestionan al sistema y se enfrentan contra quienes intentan debilitarla. Eso es un gran progreso.
—Se derriban estatuas y López Obrador pide a España una reparación. ¿Le preocupa esa perpetua reescritura de la Historia?
—La corrección y perfeccionamiento en el estudio de la Historia siempre será bienvenida, pero no se puede deformar la Historia al servicio de la ideología.
—¿Qué diagnóstico hace Mario Vargas Llosa del tiempo y la sociedad en la que vive?
—Hay grandes problemas que se han
√ Socialismo «En China o Rusia no existe, es capitalismo de amiguetes, donde los empresarios sumisos reciben prebendas»
Catalán «Cuando los catalanes salen de Cataluña, no les sirve. Son españoles, hablan español y eso los comunica con el mundo» Literatura «Basta que se resientan las libertades o haya control del Estado para que los libros se carguen de un elemento crítico»
agravado con la pandemia, porque ha distorsionado la relación entre las personas y los países. Ha ocurrido en el mundo subdesarrollado, donde ha sufrido las peores consecuencias, y en el mundo desarrollado también. En España se pensaba que el sistema de salud era avanzado y no era cierto.
—¿España ha sido incompareciente ante el español como su gran legado?
—Ningún gobierno, ni de España ni de ningún otro país, ha contribuido de manera deliberada al desarrollo del español. Sin embargo, por las virtualidades del idioma, este se ha expandido de manera extraordinaria. Después del inglés es la lengua que más se ha expandido.
—¿Esta el español amenazado en España?
—En absoluto, un español que quiere comunicarse con el resto del mundo utiliza el español. Cuando los catalanes salen de Cataluña, el catalán no les sirve de nada. Eso vale para el gallego, el euskera... Son españoles, hablan español y eso los comunica con el resto del mundo.
—El Gobierno colombiano censuró la participación de algunos sus escritores en la Feria del Libro de Madrid, e incluso Perú ha hecho lo propio en la FIL con escritores críticos…
—Lo del Perú en la Feria del Libro de Guadalajara ha sido el ridículo más espantoso. Los políticos parecen no entender que la cultura engloba situaciones e ideas complejas y contradictorias. Este año, Perú es el invitado en la Feria de Guadalajara y enviará una representación lamentable. No habrá escritores de verdad, hasta los que estaban con el gobierno han sido rechazados. Ya no es un fenómeno de incultura sino de estupidez.
—¿Cree que el escritor sigue igual de amenazado con respecto al siglo XX?
—Los escritores siempre hemos estado amenazados, de la misma forma en que siempre ha existido el peligro de que las democracias se conviertan en dictaduras. Aunque en América Latina hay retrocesos indiscutibles, en el campo intelectual la resistencia sigue presente. Eso hay que aplaudirlo y apoyarlo.
—La novela sigue vigente como artefacto social histórico y creativo. ¿Cómo se relaciona la novela con su tiempo?
—Aquí en la bienal se ha debatido intensamente sobre eso. Cuando hay dudas, la gente elige la literatura. Los historiadores sostienen errores y equivocaciones de Tolstoi, pero lo que la gente cree es ‘Guerra y paz’. El poder de la novela sigue estando vigente.
—¿Puede estarlo en un momento en el que hay que explicar que una ficción es una ficción?
—La ficción es una verdad. Muestra una verdad profunda que la gente elige creer.
—¿Y qué hacemos cuando la ficción sale de la literatura y se mete en las noticias, en los discursos políticos?
—Hay ficciones que son peligrosas y deben ser denunciadas, pero las ficciones de la literatura, aunque inexacta, plantean una verdad. Mire Cuba, hay quienes intentan disimular esa verdad, pero no pueden esconder a un millón de personas en la calle protestando contra el régimen.