Alberto Lamelas, valor de ley
▶ El torero jiennense merecía dar la vuelta al ruedo después de dos faenas de verdadero mérito en una muy seria y complicada corrida de Victorino Martín
Hace pocos días, Victorino Martín ha lidiado una extraordinaria corrida en Albacete, en la que estuvieron heroicos Rubén Pinar y Sergio Serrano (gran triunfador de esa Feria, al que echamos de menos esta tarde). Lidió también una buena corrida en la Feria de San Miguel, en la que Emilio de Justo logró una gran faena, rozó abrir la Puerta del Príncipe. Completa esta serie de retos el ganadero lidiando en la Feria de Otoño madrileño: una corrida muy seria, descarada de pitones, pero complicada, de juego escaso. Ninguno de sus dos toros le ha dado a Domingo López Chaves opción alguna para el lucimiento. En su primera corrida de Victorino, Jesús Enrique Colombo ha mostrado voluntad. Alberto Lamelas ha estado hecho un tío, ha merecido dar la vuelta al ruedo.
Se guarda un minuto de silencio por el recordado Paquirri. Toda España se estremeció al ver el vídeo en el que, herido de muerte, el diestro recomendaba tranquilidad a los doctores que le iban a operar: entraba así en la región de los héroes míticos.
Al veterano López Chaves le acabamos de ver cuajar una de las mejores tardes de su vida en la Feria de Salamanca, su tierra, alternando con dos primeras figuras. Cuando le han dado la oportunidad de entrar en un cartel de lujo, la ha aprovechado plenamente. Lidia bien con el capote al primero, que vuelve rápido y renquea de atrás, levantando protestas. Con mucho oficio, le saca algunos muletazos pero el toro se queda corto, no permite más lucimiento. Mata a la segunda. Por las caídas, el público no ha entrado en la faena. El cuarto, con vistosas perchas, frena en seco a la salida de los lances, se deja pegar, es reservón, da arreones, vuelve rápido. La profesionalidad de Domingo López Chaves disimula los defectos pero el toro no repite, los muletazos son de uno en uno y la gente no se emociona. Mata a la tercera.
Vida de taxista
El jiennense Alberto Lamelas, cercano ya a los cuarenta años, ha dado la cara muchas veces ante corridas duras, en Francia. Anecdóticamente, se ganaba la vida como taxista, mientras intentaba abrirse camino en los ruedos. Acude a portagayola en el segundo, muy veleto, ¡vaya perchas!, al que lancea con gran entrega. Sin amilanarse por los cuernos, le llama de lejos, se cruza al pitón contrario, en un trasteo de valor auténtico, que culmina con naturales suaves, de mucho eco. Se atraca de toro con la espada, desprendida. Vuelve Lamelas a portagayola en el quinto y vuelve a jugársela, en unos lances que evocan la Tauromaquia de otros tiempos. Deja lejos al toro y David Prados se agarra en dos buenos puyazos. Saluda su cuadrilla: José Mora, Prestel y Marco Galán, en la lidia. De nuevo se cruza y baja la mano, en muletazos emocionantes porque se la juega de verdad. Los pases son desiguales pero la faena tiene un mérito indiscutible. Entra a matar con decisión pero la espada queda baja. Gran ovación pero algunos impiden que dé la vuelta al ruedo: me parece una exigencia desmesurada.
El venezolano Jesús Enrique Colombo, de 23 años, hijo de matador de toros, ilusionó a la afición madrileña, de novillero. Como tantos, ha acusado el paso a matador pero los que recordamos sus buenas tardes en Las Ventas mantenemos la confianza en él. El tercero, alto, veleto, recuerda el verso de Góngora, «media luna las armas de su frente», pero flaquea. Banderillea Colombo, andándole al toro y clavando con saltos espectaculares. Es la primera corrida de Victorino que mata, le cuesta acoplarse a las irregulares embestidas del toro aunque lo intenta, con decisión, y mata trasero. En el último, se gana una gran ovación el picador Israel de Pedro. Banderillea Colombo espectacular pero clava trasero, con división de opiniones. Aunque el toro pega arreones, se faja con él, logra algunos muletazos, tragando mucho, pero prolonga la faena.
No ha habido trofeos pero no me he aburrido ni me he podido distraer un instante. ¡Qué diferencia con tantas cosas que he visto estos días en Sevilla! Por supuesto, allí ha habido faenas mucho más estéticas pero también toros con muy poca casta y fuerza y, sin toro, para mí, todo se viene abajo. Aplaudo el ejemplo de Alberto Lamelas, torero y taxista, sin ‘glamour’, desconocido, para el gran público: esta tarde, ha estado hecho todo un torero. Ha encarnado el título de la película de los hermanos Coen: ‘Valor de ley’. La verdad del toreo.