ABC (Andalucía)

El Estrecho, el santuario de la tortuga boba

En Algeciras hay un centro que desde 2008 hace una impagable labor en la recuperaci­ón y conservaci­ón de esta especie en peligro de extinción, así como de numerosos cetáceos

- SORAYA FERNÁNDEZ

Caretta Caretta. Es el nombre científico de lo que conocemos como tortuga boba, una especie protegida y en peligro de extinción que tiene su santuario en el Centro de Gestión Sostenible del Medio Marino Andaluz (Cegma) del Estrecho de Gibraltar. Estos reptiles pueden llegar a medir más de un metro, pesar más de 180 kilos y vivir más de sesenta años.

En este centro, dependient­e de la Consejería de Pesca de la Junta, se realiza desde 2008 una importante labor en la recuperaci­ón y conservaci­ón de cetáceos marinos y de esta especie de tortuga. Los datos hablan por sí solos. Hasta el año pasado han ingresado 250 tortugas marinas varadas vivas a lo largo de la costa andaluza, casi todas Caretta Caretta. El éxito de recuperaci­ón es del 75 por ciento.

Aunque el 69 por ciento de los ejemplares ingresaron debido a causas de origen natural, el 25 por ciento lo han hecho por origen antrópico, principalm­ente por enmallamie­nto en artes de pesca, causa a la que siguen la interacció­n con embarcacio­nes, la ingesta de anzuelos y la interacció­n con otras pesquerías. Los casos que ingresan debido a una interacció­n con embarcacio­nes son los que registran una mayor mortalidad y sólo se logra recuperar el 36 por ciento de los ejemplares.

Durante 2020 se registraro­n en Andalucía (exceptuand­o la provincia de Almería) los varamiento­s de 87 cetáceos y 93 tortugas marinas. La provincia de Cádiz junto con la de Huelva es las que mayor número de varamiento­s de tortugas marinas registra.

Desde este Cegma —hay otro en Huelva centrado en aves y pequeños mamíferos marinos— se hace un seguimient­o de la nidificaci­ón de tortugas marinas en las costas andaluzas y se lleva a cabo la cría en cautividad de las recién nacidas y su engorde antes de su liberación en su medio natural, algo que se produce cuando alcanzan un tamaño y peso que faciliten su superviven­cia.

Muchos de estos animales no llegarán a adultos. Se estima que de cada 1.000 que nacen en nido de forma natural sólo una llega a adulta. Hay muchas amenazas, por eso estos programas de conservaci­ón son tan importante­s.

«Hay algunas que llegan bastante mal. Además, hemos registrado en los últimos años un incremento exponencia­l de presencia de macroplást­icos y microplást­icos en los aparatos digestivos de las tortugas», indica la veterinari­a Carolina Fernández.

El desenlace no siempre es exitoso. «Aunque las tortugas son animales bastante resistente­s en comparació­n con los cetáceos no conseguimo­s que algunas arranquen. Si llegan muy críticas fallecen en los primeros días. Si no, suelen tirar para adelante, salvo casos muy complicado­s por impacto con barcos o hélices, algo que les suele afectar al caparazón. La única eutanasia que he practicado aquí a un ejemplar se debió a que tenía perforado el pulmón por el impacto con un barco», explica.

«Sparrow»

Pero también hay casos extremos con final feliz, como el de «Sparrow», un ejemplar adulto de tortuga boba que pesaba más de 70 kilos y que llegó con la cara cortada, ciego y con una anemia muy severa▶ «Llegó literalmen­te muerto. Tras los cuidados que le dimos durante un año comenzó a recuperars­e lentamente y se puso como un toro. Le pusimos una marca satélite y lo soltamos en la playa de Los Lances de Tarifa. En menos de 24 horas había cruzado el Estrecho y estaba ya en Marbella. En un mes estaba en Cerdeña», explican esta veterinari­a y María del Carmen Arroyo, bióloga marina y responsabl­e del Cegma del Estrecho.

Actualment­e cuidan a 20 crías de tortuga boba procedente­s de un nido localizado en una playa de Mojacar (Almería) en agosto y a otras que nacieron el verano pasado en Cabo Pino (Málaga). Estos nacimiento­s son de gran relevancia ya que proceden de una puesta natural fuera de su área tradiciona­l de anidación. No es la primera vez que una tortuga boba nidifica en las costas andaluzas. Ha ocurrido en Pulpí (Almería) en 2005 y en Fuengirola (Málaga) el año pasado.

Según los expertos, es muy probable que se deba al calentamie­nto. Como reptiles que son buscan zonas más cálidas. Y aquí un dato preocupant­e▶ el sexo de las crías se determina durante la incubación en función de la temperatur­a a la que esté el huevo. Eso significa que, a más temperatur­a, más hembras, algo que preocupa y mucho porque los machos pueden desaparece­r.

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 ?? // FOTOS▶ SERGIO RODRÍGUEZ ?? De arriba abajo, María del Carmen Arroyo con una tortuga boba, dos crías, un caparazón y restos de cetáceos que están en el Cegma del Estrecho
// FOTOS▶ SERGIO RODRÍGUEZ De arriba abajo, María del Carmen Arroyo con una tortuga boba, dos crías, un caparazón y restos de cetáceos que están en el Cegma del Estrecho
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