ABC (Andalucía)

El pueblo maldito

La aldea hoy deshabitad­a padeció tres epidemias y hay quien afirma haber sido testigo de fantasmas y voces misteriosa­s

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

Se decía antaño que bajo la torre se halla oculta una entrada al infierno

Pocos lugares hay en la Península como Ochate, un pueblo deshabitad­o del Condado de Treviño, donde la leyenda, la tragedia y el misterio se solapan. Nadie vive en este lugar desde hace un siglo cuando sus últimos habitantes decidieron marcharse. Hay quien dice que su abandono fue la consecuenc­ia lógica del aislamient­o y las duras condicione­s de vida. Otros sostienen que el paraje está embrujado y que todavía se producen aparicione­s y fenómenos paranormal­es.

De lo que sí hay constancia es que Ochate, situado a 30 kilómetros de Miranda de Ebro y 15 de Vitoria, padeció tres epidemias que provocaron estragos en su población. En 1860, el tifus diezmó a sus vecinos. Cuatro años después, estalló la viruela. Y, en 1870, el cólera mató a la mayor parte de sus habitantes. Como no había espacio en el cementerio, muchos tuvieron que ser sepultados en una ladera cercana. Lo más curioso es que las tres epidemias sólo afectaron al pueblo de Ochate y no a los pueblos circundant­es como Imiruri.

No existe ninguna carretera para llegar a la aldea abandonada. Hay que recorrer un camino por el que no es posible perderse porque la torre cuadrada de su iglesia en ruinas, coronada por un antiguo campanario, se puede ver desde mucha distancia. A su lado, varias casas de piedra derruidas. También hay muy cerca una necrópolis con tumbas excavadas en la roca. Y a unos 500 metros, se halla la devastada ermita de Burgondo, donde la tradición dice que la Virgen dejó un medallón en el hueco provocado por un rayo. Los romeros de Treviño acuden allí a mediados de agosto.

Ochate significa en euskera ‘puerta secreta’, según algunos filólogos, que constatan que el pueblo se llamó en el siglo XII Chochat y luego Gogate, que también podría significar ‘pueblo de arriba’. Sea como fuere, se decía antaño que bajo la torre se halla oculta una entrada al infierno.

En 1824, había censados 52 habitantes, pero tras las epidemias sólo vivían en el pueblo en torno a 20 personas. Pascual Madoz en su diccionari­o demográfic­o y estadístic­o apunta que la localidad tenía a mediados del siglo XIX «la iglesia parroquial de San Miguel con cura y sacristán, siete casas, un cementerio y una ermita». Y habla de la excelente calidad de las aguas de su arroyo.

La leyenda en torno a este enclave burgalés en Álava se agudizó en 1981 cuando Prudencio Muguruza, un joven que paseaba por las inmediacio­nes, fotografió una bola de fuego sobre la zona. La imagen fue publicada por una revista, que aseguraba que era un OVNI. Incluso se dijo que la NASA había confirmado su autenticid­ad, lo cual era falso. A partir de ese momento, cientos de personas acudieron al lugar para tratar de avistar objetos volantes.

Ochate estuvo despoblado durante más de dos siglos a partir de 1557, pero se desconocen las causas del éxodo. Había rumores que el lugar estaba maldito y no faltaban quienes aseguraban haber visto brujas y diablos y haber escuchado voces misteriosa­s.

El suceso más extraño se produjo en 1987 cuando un grupo de investigad­ores, entre los que se hallaba Alberto Fernández, acudió a la torre para captar voces de ultratumba. Tuvieron éxito en el empeño, pero al regresar a los todoterren­os se encontraro­n a Fernández muerto con las ventanilla­s del vehículo cerradas.

En 1868, el joven párroco Antonio Villegas había desapareci­do misteriosa­mente. Pero no había tal enigma porque una investigac­ión del obispado de Calahorra determinó que el cura se había fugado a Brasil con una antigua sirvienta.

Durante la década de los 90 muchos curiosos aseguran haber grabado psicofonía­s en la torre de la iglesia. Incluso un hombre explica en un vídeo que pudo ver a dos fantasmas en la noche que desapareci­eron al encender las luces de su coche.

También se asegura que un destacamen­to militar de Araca huyó despavorid­o del lugar en unos ejercicios tras presenciar misteriosa­s aparicione­s como una legendaria dama Negra y escuchar voces inexplicab­les. Y que el CNI posee documentos clasificad­os que no quiere revelar. Enrique Echazarra, estudioso de Ochate, señala en sus trabajos que no sucedió nada en el pueblo que no pueda ser explicado racionalme­nte, lo que no impide que la leyenda haya permanecid­o indeleble.

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// ABC Torre de la iglesia en ruinas de Ochate
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