Luis Suárez se quita la espinita con un gol que ajusticia al Barcelona
El charrúa, dolido tras su tormentosa salida del club catalán, sentencia el partido
En cuanto vio que el balón superaba a Ter Stegen y que Gerard Piqué, en la linea de gol, no podía evitar el tanto, un batiburrillo de sensaciones invadió a Luis Suárez, que de forma instintiva juntó las manos y pidió disculpas por ajusticiar al Barcelona, el club en el que vivió sus mejores momentos deportivos. No obstante, la nobleza del uruguayo no fue suficiente para olvidar el desprecio que sintió hace un año tras la llegada de Koeman al banquillo. Le dolieron las formas con las que le despidieron y, aunque aseguró no ser rencoroso, no olvida que el año pasado en la pretemporada le mandaban a entrenar aparte para hacer que se enojara. Estaba ansioso por demostrar que no estaba acabado, que merecía seguir disfrutando en el Camp Nou y ayer se cobró su venganza.
Una combinación entre Joao Félix y Lemar, acabó con una asistencia del francés a Luis Suárez, que definió a la perfección. Sentenció el partido el uruguayo en el último minuto de la primera parte logrando el segundo gol del Atlético de Madrid. Justicia poética para el charrúa, que no olvida las formas con as que le despidieron después de su inmaculada hoja de servicios con la camiseta azulgrana. «Llegar al Barcelona es fácil, pero la línea es mantenerse al nivel que yo mantuve en el Barcelona. Mis números hablaban de que no bajaba la media de 20 goles por temporada, y no sé si hay algún ‘9’ que haya llegado a hacer eso en el Barça. Después me molestaron las formas porque soy un jugador que siempre le di todo al club, y que me trataran así me dolió, pero también con la autocrítica de decir por algo pasan las cosas, por algo suceden y el destino marcará quien acertó y quien no», señalaba antes del encuentro. Y el karma en el que confía Suárez dictó sentencia en el Wanda Metropolitano, con Koeman en el paco (estaba sancionado) echándose las manos a la cabeza.
Opción para Griezmann
Quiso sumarse a la fiesta Antoine Griezmann, que había iniciado el encuentro en el banquillo. El francés, que anotó su primer gol ante el Milan este pasado martes, quería prolongar el idilio que había iniciado con su afición. De hecho, a pesar de algún clamoroso error, recibió los aplausos del Wanda, feliz con el resultado y dispuesto a perdonar, en cierto modo, a su hijo pródigo. Simeone le dio veinte minutos a Griezmann, que también andaba ansioso por demostrar su valía y el trato injusto que recibió en el Camp Nou. Si la grada censuró sus actuaciones y le pitó en algunos encuentros, Koeman tampoco le ayudó a brillar al ubicarle en posiciones en las que no se desenvolvía con la misma habilidad que en su demarcación natural. Incluso se sintió engañado por el neerlandés, que le prometió en pretemporada colocarse en su sitio pero que al final sucumbió a las exigencias de Messi, que también actuaba en el mismo lugar.
No dispuso de ocasiones el galo, ni marcó ningún gol, pero disfrutó en la que siempre ha sido su casa e incluso tras un malísimo pase a Correa, desbaratando un contraataque del Atlético, recibió el aplauso de su afición, la que le idolatraba y que, cuando se marchó al Camp Nou, le repudió. Ya dispone de una segunda oportunidad.
Se reivindicaron, tanto Suárez como Griezmann, ante Ronald Koeman, que llegaba cuestionado al Wanda Metropolitano, con su cargo pendiendo de un hilo pero que se marchó, curiosamente, ratificado. «Con independencia del resultado, Koeman seguirá siendo el entrenador», aseguraba Laporta antes del partido, argumento ratificado por el vicepresidente Rafa Yuste▶ «Nunca nos hemos planteado destituir a Koeman ni hemos pensado en un plan B».