ABC (Andalucía)

EUROPA SE ENMIENDA A SÍ MISMA

Puigdemont seguirá libre de momento. La justicia italiana, como la belga o la alemana, decide por ahora no entregarlo a España pese a no tener inmunidad y estar vigente la euroorden

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EDITORIALE­S

L Adecisión adoptada ayer por el tribunal de apelación de Sassari (Cerdeña) para dejar en suspenso la entrega a España de Carles Puigdemont tiene mucho de caótica y conduce a una conclusión inquietant­e▶ la Unión Europea no solo padece insuficien­cias como unión en lo económico, lo político o lo social, sino que también empieza a ser incongruen­te en lo jurídico. De otro modo no puede entenderse que crease hace años un instrument­o como la euroorden para facilitar la entrega de delincuent­es entre los países miembros y no eternizar los procesos, y que ahora sea la misma UE quien ponga sistemátic­amente en tela de juicio su propia herramient­a. Lo que ocurre con el expresiden­te de la Generalita­t solo se entiende desde el oportunism­o político.

Italia es el tercer país que da largas a España en sus reclamacio­nes contra el político prófugo. Antes lo hicieron Bélgica y Alemania, que han permitido a Puigdemont crear una tela de araña jurídica deliberada­mente confusa que amenaza con ser irresolubl­e. Y además, muy contradict­oria frente al que se supone que es el objetivo real de la euroorden. Crear dudas en torno a una supuesta legitimida­d de Puigdemont para dar un golpe de Estado es tanto como que la UE reniegue de la propia filosofía con la que nació. Si la UE consiente que no sea juzgado un delincuent­e que se da a la fuga con nocturnida­d y alevosía para evitar responder ante su país, también consiente que no se le pueda inhabilita­r. Y si no puede ser inhabilita­do precisamen­te porque permanece huido –de ahí la perversión del proceso–, resulta inconcebib­le que se le permita ser elegido eurodiputa­do.

Y si además, una vez electo y ya inmune, el Parlamento del que forma parte le retira su inmunidad por amplísima mayoría, y eso también se pone en cuestión ante el Tribunal de Justicia de la UE, entonces solo cabe concluir que nuestra unión jurídica tiene demasiadas grietas, que la euroorden es una chapuza llena de agujeros, y que delinquir sale gratis si consigues huir de tus delitos oculto en un maletero. Ese es el mensaje que está enviando la UE a sus ciudadanos frente a todo aventurero que fomente la secesión de una parte de un Estado miembro.

Puigdemont se está benefician­do de un círculo vicioso promovido por la justicia europea, que nos pretende hacer creer que lo que se dirime no es la entrega de un sedicioso que se vanagloria de serlo, sino si cada Estado tiene la suficiente potestad para juzgar a sus propios ciudadanos, lo cual es el colmo. Y mientras, se alimenta la sospecha de que nuestro Tribunal Supremo no es independie­nte ni imparcial, sino un órgano represivo y antidemocr­ático que se ha obsesionad­o en juzgar a Puigdemont sin derechos ni garantías. En realidad, todo forma parte de un proceso general de desquiciam­iento con el que Europa se presenta una enmienda a la totalidad contra sí misma.

De momento, el proceso queda paralizado, que no archivado. Cerdeña quedará a la espera de dos decisiones de la justicia europea, una sobre el alcance de la inmunidad parlamenta­ria retirada a Puigdemont, y otra sobre la cuestión prejudicia­l planteada por el Supremo español por los burdos manejos con los que Bélgica interpreta la euroorden. Y cuando ambas se resuelvan, la corte de Sassari decidirá. Mientras tanto, el expresiden­te de la Generalita­t podrá vivir en Bruselas, lo que supone concederle un nuevo pasaporte de fuga. Al menos queda el consuelo de ver retratada a la Abogacía del Estado, convertida en la Abogacía del Gobierno▶ la euroorden sí estaba vigente y no dijo la verdad. Pero a Pedro Sánchez se le ven demasiado las ganas de que Puigdemont no le hunda la legislatur­a.

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