Y este es el listo

Puede que España sea esto▶ una conversación entre un Rosauro y un Redondo

Los mismos que han estado explicando la política española con las tramas rasputinescas de Iván Redondo, confirmaban el domingo muy satisfechos el desvelamiento que le hizo Jordi Évole▶ «Miren qué poca cosa es».

En lo de Évole se ve rápido lo que va a ser la entrevista▶ cuando a alguien le ponen el claroscuro tenebrista, malo. Y así vimos a Redondo, el gran Redondo, que resultó un personaje de no creer, casi cómico. Por momentos se parecía un poco a Josema Yuste, alguien capaz de decir seriamente «el día que me fui hubo llantos»; el dueño de una retórica como de entrenador de fútbol moderno («Ganar perdiendo», «factor reparador, factor superador»...), otro Lillo de la vida, un creador de formulillas desde la ‘situation room’ del ‘back office’ del ‘inhouse’, donde se cocina la implementación del ‘spin’ para el momento mágico en que se crea el marco… Ese fue el tesoro de la entrevista, escuchar el lenguaje que circula en las élites (yo digo ‘elits’) e imaginar estas cosas llegando a los oídos de los ‘stakeholders’ y los ‘entrepreneurs’, de los Rosauros de nuestro panorama. Puede que España sea esto▶ una conversación entre un Rosauro y un Redondo.

Pero Redondo no es tonto, aunque lo quieran poner así los que llevan años hablando de él, ¡Redondo es de los listos! Lo que dice cómo están las cosas. Y dejó cosas de listo▶ «Es Rajoy el que elige a Pedro Sánchez»; «los tiempos ya no son líquidos, son gaseosos», o lo que le dijo a Évole▶ «Mira lo que hablamos tú y yo y mira dónde estamos», que es con el Conde de Godó.

Se explica la deriva española como una aventura personal de Pedro Sánchez, que es muy malo; otros fueron más allá y lo convirtieron en el Monchito de Redondo. Es una decisión, como es una decisión hablar de Díaz Ayuso sin mencionar a MAR, pero llevamos años leyendo y escuchando cosas sobre Pablo Iglesias e Iván Redondo, dos inteligencias sublimes muñidoras de todo y ahora resulta que son dos señores charlatanescos que no saben bien qué hacer con su pelo, como si estuvieran en una adolescencia capilar.

A ver con quiénes explican lo que está por venir.