ABC (Andalucía)

Yolandismo

- MANUEL

MARÍN

ALFREDO Landa es al landismo lo que Yolanda Díaz al yolandismo, lo que se traduce en arrastrar a Podemos por el barro mientras se labra el carisma de la Thatcher, pero en comunista y con el colorín de mechas rizado en platino. Yo-Landa, esa estadista, es de las pocas que siguen creyendo en el CIS. Espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bella del reino? La más conocida, la más valorada, la más querida, la más de lo más. Pero, ay, amenaza con irse si hay exceso de ruido y egos en la ‘plataforma’ política que quiere crear, una especie de IU sin anguitas ni llamazares y trufada de un neopodemis­mo bien vestido y sin coletas. Una ególatra sin ególatras. Coherente.

Cuando te aclaman, la tentación de derretirte entre halagos es grande. Tanto, como el peligro de sobreexpon­erte de micrófono en micrófono porque la línea que separa lo excelso de lo empalagoso es muy fina. En eso, Pablo Iglesias podría dar algún consejo a Yo-Landa. Gustarse tanto, hablar de ‘señoros’ no por convencimi­ento, sino por provocació­n, y ningunear a Ione Belarra, Irene Montero o Lilith Verstrying­e con ese punto de superiorid­ad ‘chic’ con el que suele despacharl­as, son sus tres aficiones. Esas, y alimentar el cansino soniquete de hacernos creer que es lo mejorcito de este Gobierno.

Se le atribuye la astucia de Iglesias, pero con la sensatez, pragmatism­o y equilibrio mental que él nunca demostró. Su comunismo es bonito, moderno, como de transición ecológica y sombra de ojos. Huele a colonia. Nada que ver con ese rojerío proletario y caduco de sindicalis­mo callejero. Cuesta imaginarla ahora con el puño en alto. En el lenguaje de este yolandismo imperante, ella es una diosa del laboralism­o, la emperatriz de los pactos y el cerebro del bienestar con glamur. Es un escudo social en sí misma. Ella es la curva de Laffer, la blancura de esa izquierda profidén en busca de relevo porque Belarra, Ione, no tiene pinta de que vaya a ser la pasionaria del momento. Como mucho, la cuarta de Las Ketchup, y gracias.

Basta con que cuatro teles, dos sindicalis­tas y Tezanos digan que Yo-Landa es la ‘nueva-nueva-política’, y que la idea se adorne con un feminismo de manicura como versión renovada del obrerismo pos-millenial. Y ‘voilà’, ya has fabricado un candidato. Candidata. Eso sí, con espacio libre de humos y de egos. Que si no, nuestra khamala de andar por casa se irá. Y sería una pena, con lo que se gusta de vice-guay.

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