Indignación por la ausencia de toros en la Feria del Pilar
Habrá conciertos, ofrenda y teatros, pero la plaza seguirá cerrada por el desacuerdo entre Diputación y empresa
Por segundo año consecutivo, la capital aragonesa se quedará sin toros en las tradicionales fechas del Pilar. Si el año pasado la suspensión se decidió en un contexto global de lo que se consideraron ‘no fiestas’, con todas las actividades de ocio clausuradas, la situación actual es bien distinta. La denominada ‘semana cultural del Pilar’ programa más de doscientos cincuenta actos entre conciertos, teatro, comparsas de gigantes y cabezudos, y hasta la ofrenda de flores a la Virgen, eso sí, en versión reducida; mientras que el desacuerdo entre la Diputación de Zaragoza, propietaria de la plaza de toros, y la empresa adjudicataria dejarán vacía la Misericordia. El estupor y la indignación crece entre los aficionados.
El coso zaragozano ha sido siempre uno de los focos festivos más importantes del Pilar. En los últimos años, más de ciento treinta mil personas acudían a los festejos desde las mañanas vaquilleras a las corridas vespertinas. Para la feria de este año se imponía una adecuación del recinto, de la programación y de las condiciones económicas a la situación sanitaria. Sin embargo, las propuestas de la empresa, Circuitos Taurinos-Tauroejea, no fueron aceptadas por la Diputación, que hasta entrado el mes de septiembre no puso sobre la mesa sus condiciones.
El contrato establece un canon anual de trescientos mil euros y la celebración en octubre de seis corridas, dos novilladas y una de rejones. Se accedió a rebajar el alquiler a ciento ochenta mil euros y dar el ciclo completo, mientras la empresa ofrecía la mitad del canon, cuatro corridas y una novillada. No hubo acuerdo, y a finales del pasado mes, el gerente Carlos Zúñiga anunció que era inviable dar la feria, lo que llevó a la institución provincial, que se mantenía inamovible al cumplimiento de la ley de contratos, a lanzar un órdago que eliminaba el canon a cambio de programar todos los festejos. Y todo con un aforo reducido al cincuenta por ciento.
Aquí, la empresa dijo que no, que las condiciones habían cambiado, que la posibilidad de televisar los festejos se había esfumado y que únicamente se comprometía a dar cuatro corridas con el alquiler a cero. La respuesta de la propiedad la dio el pasado viernes el presidente de la Diputación, Juan Antonio Sánchez-Quero, en el sentido de obligar a la adjudicataria a cumplir el contrato y a exigir incluso una indemnización. Todo demasiado tarde, pues la feria debería celebrarse entre el próximo sábado y el 17 de octubre.
La falta de diálogo, de entendimiento y de flexibilidad administrativa ante una situación extrema es la queja de los aficionados. Los responsables de peñas y entidades taurinas no entienden cómo se ha podido llegar a esta situación, que va a tener también consecuencias económicas por el valor añadido que tienen los toros en sectores como la hostelería. «La Misericordia cerrada significa la muerte de la restauración en sus alrededores, de ganaderías que no pueden lidiar sus animales, toreros que no han tenido oportunidades… Y estas consecuencias pueden ser irreversibles si tardamos mucho tiempo en hacer algo», explican los aficionados del llamado Tendido Joven.