ABC (Andalucía)

El éxito silencioso de Azpilicuet­a

▶ Se ha ganado un puesto fijo en España y hasta aparece entre los 30 candidatos al Balón de Oro

- E. YUNTA

Muy probableme­nte, no hay futbolista más cercano, educado y atento que César Azpilicuet­a, la sonrisa por bandera y siempre con un buenos días por delante. Aunque se lleve toda la vida pensando en que es internacio­nal indiscutib­le, ha jugado muchos menos partidos de los que se le presupone a alguien que debutó con Vicente del Bosque en 2013, ya ha llovido desde entonces. En su historial se observan solo 33 tardes de rojo, con una larga travesía por el desierto porque cuando empezó la era Luis Enrique presentó sus galones, pero desde noviembre de 2018 hasta la lista de la última Eurocopa no se pasó por Las Rozas, otra de las drásticas decisiones del técnico asturiano que ahora tanto le venera. Porque desde la Euro, cuando entró en el tercer partido de la fase de grupos contra Eslovaquia, Azpilicuet­a ha hecho suyo el lateral derecho y no parece que lo vaya a dejar, no al menos a corto plazo. En silencio, como casi todo lo que hace, traslada el éxito de su club a esta rebelde selección que también necesita de veteranos como él.

Azpilicuet­a tiene 32 años muy bien llevados, un defensa perfecto a nivel táctico del que solo se habla bien. Sin embargo, siempre le había faltado romper con España, relegado a un papel secundario porque en todas sus etapas tenía a alguien por delante en el costado derecho. Estuvo en el penoso Mundial de Brasil (titular los dos primeros encuentros contra Holanda y Chile), tuvo un papel residual en la Eurocopa de Francia (ahí acudió como lateral izquierdo), en el Mundial de Rusia ni siquiera jugó y fue en la Eurocopa del pasado verano cuando por fin rompió con el combinado nacional, rescatado para la causa porque Dani Carvajal y Jesús Navas no fueron llamados a filas (el primero por lesión, el segundo nunca ha quedado del todo claro). «Llevaba dos años y medio sin venir. Siempre tenía esa espina de no haber disfrutado con la selección. Me sentía afortunado por estar en muchas convocator­ias y siempre venía con ilusión, pero no había dado mi nivel, no el que sí he demostrado en el Chelsea», admitía en ‘El partidazo de Cope’ esta semana, feliz como un niño porque siempre le ha encantado el fútbol de países. Era un asiduo en Las Rozas, pero jugaba entre poco y muy poco con España. «Echaba esto muchísimo de menos»

Azpilicuet­a es el clásico caso de futbolista al que se le reconoce más en el extranjero que en casa, convertido en capitán de un Chelsea que le tiene como un mito de la historia del club. Llegó en 2012 a Londres, procendent­e del Olympique de Marsella, y en Stamford Bridge es un héroe con cántico propio, capitán de una constelaci­ón de estrellas que obedece a sus consejos. Suya es la foto más especial, alzando la Copa de Europa del pasado mayo al vencer en la final al Manchester City de Guardiola. No debe de haber muchos jugadores que vistan la camiseta por dentro del pantalón, clásico hasta para eso en estos tiempos de peinados extravagan­tes, tatuajes y modelitos indescifra­bles. Para colmo, este viernes apareció en la lista de los 30 finalistas para hacerse con el Balón de Oro. Y todo sin alzar la voz, con el sello Azpilicuet­a.

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// PABLO GARCÍA/RFEF César Azpilicuet­a, en el entrenamie­nto de ayer

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