Galicia transformará las residencias en instalaciones inteligentes
La tecnología permitirá monitorizar 24 horas la salud de los residentes y evitar posibles accidentes
«Esto es una maravilla», dice José Manuel Lamas, uno de los usuarios de la residencia de La Estrada (Pontevedra). Desde el pasado verano, la Xunta de Galicia ha ido dando forma a un modelo inteligente de centro para personas de la tercera edad han instalado sensores de movimiento, monitorizado las mediciones de las constantes vitales de los residentes o habilitado una sala con una gran pantalla para hacer videollamadas con las familias. Aunque por el momento es un proyecto piloto, la intención de la Consejería de Política Social es llevarlo a la totalidad de las residencias públicas de Galicia antes de terminar 2022.
El edificio de La Estrada no es, precisamente, nuevo. Fundado durante los años 80, esta residencia podría no llamar la atención a nivel tecnológico. Sin embargo, lo diferenciador está en detalles que pasan más desapercibidos, pero que mejoran la calidad de vida tanto de los residentes como de las enfermeras y auxiliares del centro; son avances que además de hacer la residencia un lugar mucho más seguro, la hacen más cálida y cercana. Todo comienza con la pandemia el coronavirus se ensañó con ahínco con las residencias de personas de la tercera edad (según datos del Imserso, desde marzo del pasado año fallecieron más de 30.000 mayores en residencias por la patología) y, aunque en el caso de la de La Estrada no hubo ningún contagio, sí quedó en evidencia que el sistema de gestión de estos centros necesitaba ser repensado y mejorado.
«Hasta no hace mucho», cuenta la enfermera Esperanza Silva, cuando tomaba diariamente las constantes vitales a los usuarios, «tenía que coger un papel y apuntar los resultados para luego meterlos manualmente en el programa», pero desde que Televés y la Xunta ha hecho la instalación, los datos se vuelcan automáticamente «así se evita el error humano a la hora de transcribir y se ahorra tiempo que se puede invertir en otras actividades».
«Desde el equipo de enfermería aportamos la idea del reloj inteligente con geolocalización», cuenta la enfermera. De hecho, este tipo de tecnología ya les ha salvado de más de un susto. En la residencia de La Estrada hay un par de residentes que «no pueden salir solos, únicamente pueden hacerlo acompañados», y se les ha colocado una pulsera que detecta cuando salen por la puerta principal, tratando de escaparse, para mandar una alerta a los trabajadores.
Videollamadas
Servando tiene un jardín de poco más de un metro cuadrado con su nombre en la residencia de esta localidad; antes de fallecer cuidaba de él. Además del jardinero de ese pequeño espacio verde, es el protagonista de la última gran historia de amor de la residencia. Servando conoció a su novia, Josefa, en el centro para mayores, tenía más edad que él y su nivel de dependencia era mayor, pero relata la enfermera Silva que no era impedimento para que la cuidara como nadie. Con todo, en La Estrada no podían cubrir las necesidades de la mujer como era necesario y fue trasladada a otro centro, con la mala suerte de que poco después estalló la pandemia y la pareja dejó de verse durante meses. Una vez abiertos los cierres perimetrales entre concejos, «le hicimos una hoja de ruta a Servando» para que fuera hasta la residencia de su Josefa. Fue la última vez que se vieron, Servando falleció poco tiempo después.
El Covid desencadenó infinidad de situaciones así entre familiares y amigos, alejándonos y aislándonos unos de otros. Pero de todo se aprende, y aunque para darse cuenta de que había que mejorar la comunicación de las residencias con el exterior fue necesaria una pandemia, ahora en el centro de La Estrada hay una sala con una gran pantalla y una cámara para que los mayores puedan hablar con quien quieran a través de videollamadas.
Sensores de movimiento
Las enfermeras sabrán cuántas veces por noche van los mayores al baño o si alguno se pierde cuando sale de la residencia
En todas las puertas y pasillos también se han instalado unos sensores de movimiento monitorizados. Están pensado principalmente para la noche, y detectan cuándo los mayores van al baño, cuántas veces, o si salen de sus habitaciones. Por ejemplo, si uno de ellos está durante demasiado tiempo en el aseo, saltará un aviso a la encargada para que compruebe si está todo en orden. También se han monitorizado la medición de temperatura de las habitaciones si una está por debajo de los parámetros, podría ser que hay una ventana abierta».
Para los mayores, uno de los instrumentos más útiles es el pulsador que todos tienen al lado de la cama con darle a un botón, pueden hablar directamente con las enfermeras o auxiliares y solicitar lo que necesiten. Mientras muestra cómo funcionan los nuevos aparatos, Pilar, una de las residentes, opina que estas novedades, para ella, «están todas bien».