«Las relaciones laborales están viciadas, lo profesional entra mucho en lo personal»
▶ El cineasta vuelve a trabajar con Javier Bardem en ‘El buen patrón’, la película seleccionada para representar a España en los Oscar
Don Vito Corleone mueve los hilos de la Mafia igual que Julio Blanco con los empleados de su negocio de básculas. Uno lo hace desde la penumbra de su despacho; otro, desde el alto de su fábrica. Ambos hacen favores y sobre todo los cobran, patriarcas de una familia que va más allá de la sangre. Como una araña, tejen su red y después lanzan una oferta que no podrás rechazar. Acostumbrados al poder, no existe para ellos el azar ni la moneda al aire. Nada escapa a su control, y si la balanza se desequilibra, se compensa a la fuerza, con una bala.
Después de dejarla fermentar durante años –«la dejas en un cajón, la retomas y ves que sigue teniendo interés»–, Fernando León de Aranoa se pone al timón de ‘El buen patrón’, una suerte de reverso de ‘El Padrino’ pero también de ‘Los lunes al sol’, que rodó hace dos décadas también con Javier Bardem como protagonista.
Igual que en 2003, cuando ‘Los lunes al sol’ fue la candidata española a los Oscar en lugar de ‘Hable con ella’, de Almodóvar, que obtuvo dos nominaciones y un Oscar, la Academia de Cine prefirió este año la cinta de León de Aranoa frente a las ‘Madres paralelas’ del manchego. «Quiero pensar que la Academia votó a la película que más le ha gustado, así es como yo voto. Los que votan son gente que hace películas y saben de la dificultad. Si han votado esta película para representarnos es porque piensan que es la mejor», afirma León de Aranoa.
—Hace 19 años de ‘Los lunes al sol’, una especie de reverso de ‘El buen patrón’. ¿En qué han cambiado España y sus condiciones laborales? —Hay una continua precarización del mercado laboral y las sucesivas reformas electorales que han ido aprobando unos partidos y otros no han hecho que mejore, sino al revés. Medidas como abaratar el despido o la precarización del trabajo no ayudan a tener un empleo más sólido y más rentable, que es con lo que uno puede hacer planes de vida. En ‘Los lunes al sol’ se hablaba de un grupo de trabajadores del sector industrial pesado, el naval, los astilleros, gente que tenía una cosa que cada vez es menos habitual, una identidad de clase trabajadora que les permitía estar mejor en los momentos duros, flotar cuando venían mal dadas. Tanto en lo inmediato, el apoyo directo de los compañeros, como en lo más íntimo, la identidad, lo más valioso y casi lo único que tenemos garantizado todos. En el paisaje que describe ‘El buen patrón’ eso no sucede. Han pasado casi 20 años y es otro tipo de empresa y de trabajo. Hay más individualismo, no hay esos valores de solidaridad, de clase...
—Pero el patrón sí ve su empresa como una gran familia.
—Hay ese entendimiento de la empresa como una familia; tiene ese tipo de retórica. Me parecía que había humor en muchas de las situaciones que yo podía plantear en la película, pero también la posibilidad de describir un entorno laboral que no es infrecuente, en el que se paternaliza, en el que las relaciones laborales muchas veces entran excesivamente en las relaciones personales. En este caso no solo de arriba a abajo, sino también horizontalmente. Es una manera de entender las relaciones laborales que me apetecía contar. Llevado al extremo podía tener drama pero también mucho humor.
—Ese humor castizo como radiografía de la sociedad que tan bien cartografiaron Berlanga y Azcona, entre la ternura y lo miserable.
—Son personajes que están en la tradición de nuestro cine. En las películas de Berlanga y Azcona había esa cosa, son personajes que te caen muy lejos pero te despiertan ternura, empatía, te ríes con ellos por los líos en los que se meten. Pero también está en otras cinematografías, como en la comedia social italiana de los sesenta y setenta. Hablaba de cuestiones actuales pero lo hacía con filo, con un sentido crítico pero con humor, provocando la simpatía de los personajes. Es un cine que a mí siempre me ha gustado, me he formado con él. Era lo que más me gustaba como espectador y quiero pensar que algo de eso ha llegado hasta mi manera de contar en esta película.
—En la cinta, el jefe no es jefe sino patrón. ¿Quería apelar al pasado con un término, y unas maneras y una forma de vestir, casi obsoletas? —Tiene que ver con el personaje, con su manera de entender sus relaciones laborales y personales, que van juntas. También con el tipo de empresa que es, una fábrica de básculas que es un negocio familiar que viene de varias generaciones atrás. Esos eslóganes que hay pintados en las paredes de la fábrica («esfuerzo, equilibrio, fidelidad») están ahí desde que la fundó su padre o su abuelo. Es algo que no sucedería ahora. Su manera de desempeñarse con los empleados viene de atrás, hereda el lugar de trabajo pero también los modos. Además, sucede
en una ciudad pequeña, indeterminada, y la denominación de patrón me gustaba mucho porque, aunque es verdad que está un poco en desuso –ahora se habla más del CEO o del jefe–, me ayudaba a retratar ese tipo de ciudad, ese tipo de fábrica y también el tipo de relación que él tiene con sus empleados. Actúa como un padre para ellos, preocupándose por sus relaciones personales más allá de lo profesional. —Como un padre que se sale con la suya. ¿Siempre ganan los tipos como el patrón?
—Él tiene un equilibrio en su vida personal y profesional que, con algunas pequeñas trampas y contrapesos, consigue mantener. Y la película le encuentra en el momento en el que ese equilibrio se le empieza a ir de las manos, a tambalearse, e intentará hacer cualquier cosa para restablecer ese equilibrio que siente que va perdiendo. Es una persona acostumbrada a mantener el control, a que las cosas sean como quiere que sean. Hay mucha comedia, mucho humor. Es un personaje que siempre cae de pie, que está preparado para cualquier contingencia, que tiene salidas para todos los problemas. En ese sentido, conecta un poco con la tradición de la picaresca. Es un pícaro, y el pícaro nos despierta simpatía. Hay algo entre lo romántico y lo cómico. Aunque lo que esté consiguiendo éticamente no te parezca bien, empatizas con él por esa habilidad.
—Tener a Javier Bardem en el papel también ayuda a que resulte creíble un personaje con tantas capas.
—Estoy muy contento con su trabajo, es una maravilla cómo ha abordado al patrón del título. Veo en él lo que ve mucha gente, todos los directores que han trabajado con él en España y fuera, su talento. Pero, además de ese talento que sé que tiene y que va a hacer crecer siempre al personaje y a la historia, está la facilidad, el compromiso enorme con la película, con el trabajo, lo bien que sé que lo vamos a pasar. Va a ser un viaje divertido, creativo, donde las cosas parten de lo que hay en el papel, pero crecen y evolucionan en cada etapa. Esa colaboración creativa ha sido muy enriquecedora y no me la podía ni quería perder. Sentía que era la persona adecuada para el patrón, siendo a priori muy distinto a él.
—¿Existen todavía caciques así en la España actual?
—Seguro que existen, en España y en el mundo actual. No es solo que suceda aquí, sino en muchos países de nuestro entorno con un sistema y una economía de mercado parecida a la nuestra. Las relaciones laborales están viciadas, lo profesional entra demasiado en lo personal.
—Es inevitable ver cierto trasfondo político en la trama de la película. El determinismo social, la fortuita paliza a los menas… y el ‘malo’, el patrón, que todo lo maneja. ¿Se criminaliza siempre a los mismos?
—He hecho una película que cuenta la historia de un personaje, el que quiera ver ahí a todo un sector… es su decisión, pero sería un error, porque no es un retrato de todo un sector, es un personaje concreto que actúa de la manera en la que actúa y, gracias a Javier Bardem y a lo gran actor que es, hemos conseguido que al principio de la película cualquiera pueda empatizar con él, con sus decisiones y con su manera.
—La película también habla del poder.
—Sí, también habla del poder, se puede extrapolar fuera del mercado laboral. De cómo cuando alguien tiene poder sobre el resto de las personas, llegado el momento lo va a utilizar. Eso no vale solo para el patrón sino para muchos de sus trabajadores, que están por debajo de él pero a su vez actúan de esa manera también; padecen el poder del patrón pero al mismo tiempo lo ejercen sobre los trabajadores que tienen debajo. Y eso atañe a todo el mundo cómo cualquiera de nosotros, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, cuando tenemos una cuota de poder somos susceptibles de utilizarla.
—Retrató hace cinco años cómo se formó Podemos en el documental ‘Política, manual de instrucciones’. ¿También les ha cambiado el poder ahora que están en el Gobierno?
—Para saberlo tendría que haber hecho otro documental desde que eso ha sucedido. Hacer este documental me permitió, durante el tiempo y gracias al acceso que me dieron, estar muy metido en las tripas de todo ese proceso de formación, de organización, de debate interno de ideas, de darse forma. Intentaba registrar ese momento, el de la aparición de ese partido. Para saber lo que ha pasado después, tendría que haber estado dentro filmando. Han llegado al Gobierno, están cogobernando con el Partido Socialista… algunos de los planteamientos que hacían no sé si los están pudiendo llevar a cabo desde el Gobierno. Creo que ha sido un viaje interesante.
Poder «Cualquiera que tenga una cuota de poder es susceptible de utilizarla» √ Javier Bardem «Veo lo que los directores que han trabajado con él en España y fuera, su talento»