Philomena Franz, la gitana que sobrevivió al genocidio nazi
►La alemana, casi centenaria, es la primera gitana sinti en publicar sus memorias. Estuvo en dos campos de concentración y evitó por minutos el horno de Auschwitz. Tras una escapada frustrada, logró su libertad en el segundo intento
La doctora le abrió la boca y le miró los dientes. Los de arriba, los de abajo, las muelas, todo. «Tienes una mandíbula muy fuerte, se nota que eres una gitana de pura raza», le dijo. «Aquella fue mi sentencia de muerte», cuenta Philomena Franz desde su casa en Bergisch Gladbach. Está sentada en un sillón color crema y lleva el pelo teñido de negro apretado en un moño en el cogote. Tiene 99 años y ha sido la primera sinti que escribió sus memorias para que a los suyos se les reconociera como víctimas del genocidio nazi. Ahora le habla a una cámara.
Han pasado casi cuatro décadas desde que Franz se decidió a dejar por escrito sus recuerdos de juventud. Era una mujer joven que sobrevivió a dos campos de concentración, que se escapó una vez y la cogieron. Que estuvo a las puertas del horno en Auschwitz y lo evitó por minutos, que volvió a escaparse y esta vez, ya sí, se acabaron las verjas.
Llevaba muchos años en silencio, hasta que en 1984 decidió denunciar en unas memorias cómo la sociedad alemana le negaba a los gitanos el reconocimiento de víctimas del totalitarismo nacionalsocialista, porque el Estado no les contemplaba como tales. Ella abrió el camino, luego la siguieron muchas otras, como la pintora austriaco-romaní Ceija Stojka. Las primeras en dar un paso al frente fueron las mujeres. Después también llegaron ellos.
Sus memorias (’Philomena Franz: entre el amor y el odio. Una vida gitana’. Xordica, 2021) se han traducido al español por primera vez de la mano del trabajo de la catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, María Sierra, y la traductora y también historiadora, Virginia Maza, a través de ‘Bestrom’, un proyecto de investigación, de carácter internacional, que explora la contribución cultural al espacio público europeo de las minorías romaníes.
«Llevábamos mucho tiempo investigando sobre el tema cuando dimos con ella», cuenta Sierra en declaraciones a ABC. «Sus memorias me llamaron la atención porque son distintas. El lenguaje es sencillo, claro, hasta un poco naíf, pero es un testimonio muy bien escrito y acerca la cultura gitana desde dentro. Habla mucho de su infancia, del amor de su familia y del recuerdo que la salvó», añade. «Aunque pueda quedar un poco cursi, el amor es una gran fuerza movilizadora. Es una fuerza política. Sobrevivió gracias a la esperanza y al amor recibido, sus recuerdos le permitieron conservar la dignidad», apunta Maza para agregar: «Es una mujer con una personalidad arrolladora, pero todavía tiene pesadillas. No ha olvidado el olor del horror. Eso no se borra».
Las entrevistas que realizaron, bajo la dirección de David Navarro, se están editando para convertirlas en un documental. ABC ha tenido acceso al borrador donde una anciana, arrebujada en el sillón color crema, mira con lúcidos ojos oscuros a cámara y dice que no, que la gente tiene que saber, que la palabra importa, que «no puede volver a repetirse».
«Ella es optimista, no cree que ahora haya racismo, pero yo lo veo distinto. Los antiguos prejuicios hacia los gitanos europeos de toda la vida se están empleando para inmigrantes o refugiados. Son los mismos estereotipos negativos», concluye Sierra.
Una denuncia histórica La anciana accedió a escribir sus memorias al ver que la sociedad alemana negaba a los gitanos el reconocimiento como víctimas del nazismo