ABC (Andalucía)

Los Presupuest­os de la voluntad

La buena noticia es que tenemos cuentas públicas; la mala, es que son clientelar­es y poco prudentes

- JOHN MÜLLER

Los Presupuest­os son el programa de trabajo del Gobierno y la ley más importante que cada año debe tramitar el Congreso. De hecho, que se despachen en tiempo y forma es un signo de normalidad democrátic­a y de que el Gobierno hace los deberes y cree que puede encontrar los apoyos parlamenta­rios necesarios. Un rechazo a los Presupuest­os equivale, como interpretó Felipe González en 1995, a una moción de censura y aunque la asesoría jurídica de los tiempos de Mariano Rajoy elaboró otras interpreta­ciones –algunas se las encontraro­n los colaborado­res de Pedro Sánchez en los cajones cuando triunfó la moción de censura– hoy no parece que este anteproyec­to vaya a ser rechazado. Estos son los segundos Presupuest­os de Sánchez y ya comienza a olvidarse la brutal anomalía que supuso la prórroga de las cuentas de Cristóbal Montoro, aquellas que la izquierda se comió «con patatas» durante tres ejercicios consecutiv­os.

La propuesta del Ejecutivo está clara y es clientelar▶ máxima prioridad a los pensionist­as, con una transferen­cia récord para enjugar el déficit de la Seguridad Social, que haga olvidar que fue un socialista (Rodríguez Zapatero) el último que congeló las pensiones en este país durante una crisis. Segundo, garantías para los funcionari­os, que son los que tienen que hacer ‘funcionar’ el Estado. En tercer lugar, se mantienen bien surtidos los nichos de voto –mujeres y jóvenes–, pero también esa ‘sociedad civil’ que vive del Estado a través de las asignacion­es de Cultura, Igualdad y Consumo. En cuarto lugar, hay que atender a las demandas de los socios que garantizar­án la aprobación parlamenta­ria. Hay un quinto punto, los llamados colchones que sólo los que conocen bien las cuentas públicas suelen detectar. Antes eran los intereses de la deuda, pero hoy es mejor repartir entre distintas partidas.

Sacar adelante unos Presupuest­os no nos dice nada sobre su credibilid­ad. Su rigor se mide por el cumplimien­to del déficit propuesto (-5%). Estas cuentas son un festival de gasto que echarán más leña al fuego del brote inflaciona­rio. Eso importa realmente poco, porque desde las élites del poder global se está apostando desde hace mucho a que un cierto grado de inflación se coma las deudas (y las rentas y ahorros), un juego del calamar que puede elevar la conflictiv­idad social, pero que muchos están dispuestos a practicar. También hay grandes incertidum­bres sobre los ingresos fiscales. La ministra habla de prudencia precisamen­te cuando acaba de ver que la recaudació­n aportada por sus nuevas figuras fiscales se ha quedado cortísima▶ la tasa Google, que debería desaparece­r tras el acuerdo global sobre la tasa corporativ­a del 15%, sólo recaudó 92 millones en seis meses de un total anual esperado de 968 millones y la tasa Tobin reunió 185 millones de los 850 millones esperados. Desde esa perspectiv­a, estamos ante los Presupuest­os de la voluntad, como si de un documental de Leni Riefenstah­l se tratara. En este caso, la voluntad de Sánchez. jmuller@abc.es

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