El agujero negro del antidopaje
► España es el único país de su entorno que no puede aplicar el pasaporte biológico como método de prueba ► Un tribunal español lo ha cancelado al entender que vulnera la presunción de inocencia de los deportistas
Hace algo más de un año el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) dictaminó que el ciclista del Burgos-BH Ibai Salas había cometido una violación de las normas antidopaje en su pasaporte biológico. El TAS es el árbitro del deporte mundial, un organismo independiente que fue creado en su día por el Comité Olímpico Internacional (COI) y que se encarga de resolver las disputas jurídico-deportivas mediante un sistema de arbitraje. Está compuesto por 300 juristas independientes de 87 países diferentes, todos ellos especializados en arbitraje y derecho deportivo. Tiene su sede en Lausana (Suiza) y sucursales en Sidney (Australia) y Nueva York (Estados Unidos). Y se rige por un código (’Code of Sports-related arbitration’), que, entre otras cosas, obliga a renovar a los juristas del TAS en períodos de cuatro años. Este organismo, cuyas decisiones son vinculantes, sentenció que los valores de Ibai Salas detectados en su pasaporte biológico eran altamente anormales e indicaban una elevada probabilidad de dopaje. Un año y dos meses después de este laudo, el antidopaje en España continúa en un agujero negro en lo relativo a este método de lucha contra la trampa. El pasaporte biológico fue desactivado por los tribunales españoles, después de que el TAS hubiese resuelto a favor de la sanción al ciclista. En ese vacío que queda a la espera de lo que decida la Audiencia Nacional, nuestro país es el único de su entorno normativo y social que no puede sancionar a ningún deportista con este sistema.
El pasaporte biológico comenzó a utilizarse en 2008 y su función consiste en detectar posibles casos de dopaje sanguíneo. Se trata de un registro individualizado de los atletas profesionales en el que se recopilan sus valores biológicos. Una especie de cartilla de salud en la que se establece un seguimiento de esos marcadores durante semanas, meses o años. Si se aprecian variaciones muy sustanciales en los valores de la sangre del deportista (se cuantifican hasta once), muy lejos de los límites habituales, un tribunal de tres médicos especializados y acreditados internacionalmente puede determinar que hay un resultado positivo, denominado adverso en el argot suave del lenguaje en el antidopaje.
«La principal utilidad del pasaporte biológico es detectar esos valores anómalos porque nos permite diseñar un programa de controles de dopaje dirigido e individualizado. Sólo en casos excepcionales y cuando las anomalías son muy específicas y muy grandes», explica el doctor José Luis Terreros, director de la Agencia Antidopaje Española, denominada oficialmente Agencia Española para la protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD).
Aunque el término pasaporte biológico es de reciente creación, el uso de marcadores biológicos para determinar casos positivos tiene un largo recorrido en la historia de la lucha antidopaje. Como se ha explicado, no se basa en la detección de una sustancia dopante en los controles de orina o sangre, sino en las desviaciones de los parámetros biológicos. El test de la testosterona sobre epitestosterona ya fue utilizado en los años ochenta para tratar de descubrir los esteroides anabolizantes en la orina. Y a finales de los noventa, cuando la EPO (eritropoyetina) campaba a sus anchas, algunas federaciones introdujeron marcadores de dopaje sanguíneo para disuadir del uso de EPO, que por entonces era indetectable en los laboratorios. Muchos atletas han considerado que el pasaporte biológico es un intento de garantía de equidad en los deportes de élite.
No fue lo que consideró el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), un organismo colegiado español que resuelve las funciones de revisión de las distintas federaciones en materia de dopaje, disciplina deportiva y legalidad en los procesos electorales. El TAD le dio la razón a Ibai Salas e interpretó que el pasaporte biológico no podía ser un método de prueba para sancionar.
Recurso de la AMA
Intervino entonces la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). De la mano de la agencia española, recurrió la sentencia a los tribunales españoles. El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 7 de Madrid concluyó que Salas no debe ser sancionado cuatro años por irregularidades en el pasaporte. «El valor de prueba vulneraría el derecho fundamental a la presunción de inocencia, que ha de regir en el procedimiento administrativo sancionador... e incluso iría contra el Art. 24 de la Constitución», decidió el juez español.
«Pero el artículo 39.5 de la ley antidopaje española dice que el pasaporte biológico puede ser utilizado como medio de prueba, pero el juez consideró que puede generar indefensión en el deportista. En Europa ya se han sancionado a más de cien deportistas con el método del pasaporte biológico», comentan fuentes de la Agencia Española.
La situación ha derivado en un recurso de la AMA ante la Audiencia Nacional que está pendiente de resolución. En diversas reuniones internacionales, la AMA ya ha mostrado su escepticismo respecto al dopaje en España. Recuerdan la pregunta de varios miembros del COI en Buenos Aires en la elección de Madrid como sede olímpica en 2020, interesándose por la operación Puerto y la destrucción de las bolsas de sangre de Eufemiano Fuentes.
También la encendida defensa del expresidente Rodríguez Zapatero respecto al positivo de Alberto Contador, finalmente sancionado. O la designa
ción como senadora por el Partido Popular de Marta Domínguez, eje de la operación Galgo relacionada con el dopaje y tráfico de sustancias en el atletismo que desarrolló la Guardia Civil. O la sanción de dos años a Alejandro Valverde, impulsada en Italia al cruzar la bolsa de sangre del ciclista con un análisis realizado en el Tour de Francia...
Mientras tanto, en la oficina central del antidopaje español se reza para que no haya ningún caso como el del bilbaíno Ibai Salas. Que no se produzca una anomalía flagrante en los valores hematológicos de un pasaporte biológico, que obligue a declarar un resultado como positivo/adverso y no exista un soporte reglamentario que lo sustente. Lo que existe en estos momentos es un agujero negro, un vacío sin aclarar respecto a la herramienta más valiosa del antidopaje internacional.