ABC (Andalucía)

Tamara Falcó: «Mi madre tiene un metabolism­o privilegia­do»

La marquesa de Griñón publica un libro de recetas familiares para el que Isabel Preysler le ha prestado su mayor tesoro; sus vajillas y manteles

- JEFA SECCIÓN GENTE

Recién titulada por Le Cordón Blue, la marquesa de Griñón ya puede presumir de ser una chef profesiona­l. «No me imaginaba que iba a ser tan difícil estudiar un oficio a mi edad, pero la verdad ha sido precioso aprender de grandes maestros con tanta experienci­a. Y eso que se me resistían los hojaldres», confiesa entre risas en el hotel Ritz de Madrid donde nos hemos citado para presentar su libro ‘Las recetas de casa de mi madre’ (Editorial Espasa). Una idea que gestó en pleno confinamie­nto cuando su hermana pequeña Ana Boyer empezó a organizar los menús en un Excel. «Había un montón de platos que se me habían olvidado, como el pollo al oloroso, las croquetas de chorizo y decidí que esto lo tenía que escribir». Para Tamara, que vio cómo las recetas de su abuela Beba –fallecida a finales de agosto– se extraviaba­n en una mudanza, era importante dejar el legado culinario escrito para futuras generacion­es Preysler. A ella le dedica el libro, porque como buena creyente sabe que lo disfrutará desde el cielo. Hasta le ha puesto deberes a Mario Vargas Llosa, la pareja de su madre, al que le ha transmitid­o la necesidad de que la Real Academia Española traduzca el glosario culinario del francés al español para facilitar la labor de los estudiante­s de cocina.

Su madre, Isabel Preysler, le ha hecho el prólogo y le ha prestado el mayor de los tesoros de su mansión de Puerta de Hierro, que no son los baños como muchos han creído hasta ahora, sino el vestidor de vajillas y de manteles que atesora como excelente anfitriona. Un museo que debería ser de obligada visita para aquellos que les apasione vestir las mesas. En el libro se muestran más de una veintena «Ella no quería que se llevaran platos para fotografia­r porque son su bien más preciado, no me ha dejado ni su vajilla china favorita», confiesa Tamara. Y aunque muchos piensen que el secreto de Preysler para estar tan estupenda a los 70 años es no comer se equivocan. «Es supercomil­ona. Tiene mucha suerte. Flipo con lo que come y no engorda. Tiene un metabolism­o privilegia­do, nos hicimos un test genético y el de ella salió mejor que el nuestro (ríe). Sí es verdad que desde joven siempre ha hecho el ‘día de fruta’ y ha tenido una relación muy sabia con su cuerpo. Eso se refleja en su forma de comer es muy disciplina­da» cuenta. Pero en casa de los Preysler son ‘disfrutone­s’▶ los sábados hay paella y nunca falta bizcocho. Cuando salen de viaje llevan sus propios bocadillos de casa –que son más sanos– y se los comen en el tren o en avión. Quizás haber estudiado tanto sobre los alimentos y muchas visitas a la Buchinger han hecho que la joven marquesa tenga mejor relación con la comida «Estoy haciendo un esfuerzo por escuchar a mi cuerpo, pero soy como un golden retriever nunca se cuando estoy llena». En el libro confiesa que Vargas Llosa se come una fabada un día antes de ingresar en la clínica marbellí de adelgazami­ento y al salir se va directo a la plaza de los Naranjos a comerse un plato de churros.

Tiene la mirada brillante y la sonrisa floja de enamorada. Y es que a pesar de que muchos medios se empeñen en estropear su noviazgo con Íñigo Onieva, ella está feliz y le echa de menos porque aún no viven juntos. «Estoy acostumbra­da a que se digan cosas de mi familia que no son verdad, pero yo a él le he preguntado directamen­te si alguna de las cosas que decían eran ciertas. Me miró a los ojos y me dijo que para nada y que le dolía por mí». De boda ni hablar de momento▶ «Yo que vengo de padres separados, es un paso muy grande, a lo mejor la gente no se lo piensa tanto, pero para mí es muy importante conocer a la persona. No hay que forzar», confiesa. Aunque sus compromiso­s profesiona­les no se lo permiten está buscando un restaurant­e donde hacer prácticas y aunque tiene dos en mente, no sabe por cuál decantarse todavía. Lo que no descarta es abrir un restaurant­e propio en Madrid.

Buchinger «A mí me encanta ir. Mario antes de ingresar se come una fabada y cuando sale se va a la plaza de Los Naranjos a comerse un plato de churros», cuenta

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// ESPASA Tamara Falcó, durante la presentaci­ón del libro
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