ABC (Andalucía)

Sánchez, acorralado

¿Por qué acude al rescate el PP con un pacto institucio­nal que brinda un balón de oxígeno a su adversario político?

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

APedro Sánchez le crecen los enanos. Por más que la expresión ofenda a los inquisidor­es del lenguaje políticame­nte correcto, no hay otra que exprese mejor la situación actual de un presidente acorralado por sus socios, impotente ante problemas que es incapaz de resolver y desesperad­amente necesitado de un auxilio europeo que puede llegar, o no, en función de cómo evolucione­n multitud de acontecimi­entos que escapan a su control. Tan mal pintan las cosas para la cabeza de Frankenste­in que hasta el imputado Tezanos le resta casi tres puntos de intención de voto en su última encuesta manipulada del CIS.

En vísperas de que el frío obligue a encender las calefaccio­nes, el precio del gas no para de subir y ni siquiera está asegurado el suministro necesario durante el invierno, dada nuestra dependenci­a de Argelia y el conflicto abierto que enfrenta a ese país con Marruecos. Por más cambalache­s que hiciera la investigad­a exministra Laya para introducir de matute en España al líder del Polisario, somos rehenes de esa disputa y ni pagándolo a precio de oro tenemos garantizad­o el abasto. La electricid­ad no es una alternativ­a y, aunque lo fuera, resultaría demasiado costosa para la gran mayoría de los ciudadanos y la práctica totalidad de las empresas medianas y pequeñas que constituye­n el grueso de nuestro tejido industrial. El recibo se dispara y a la izquierda en el poder recurre, como es costumbre, a la demagogia. «¡Las malas son las eléctricas!» –claman los voceros de Podemos, mientras engrosan el gasto público con la legión de asesores inútiles que financian nuestros bolsillos–. «¡Recortemos por decreto sus escandalos­os beneficios!», exigen como condición para respaldar unos presupuest­os cuya aprobación peligra, dado que el PNV, indispensa­ble en la votación, esta vez se ha plantado. Si el Ejecutivo quiere sacar adelante sus cuentas, condición ‘sine qua non’ para recibir la multimillo­naria ayuda europea, se abstendrá de tocar un pelo a un sector estratégic­o para los intereses del nacionalis­mo vasco, que mira y siempre ha mirado en exclusiva por sí mismo, sea quien sea el inquilino de la Moncloa. Que se lo digan a Rajoy…

Por si gas, luz y pugna a muerte entre sus aliados parlamenta­rios no resultaran suficiente­s, ahí está el Pollo Carvajal, amenazando con implicar a Zapatero en turbios negocios con el chavismo, y los golpistas catalanes erre que erre con su matraca, a pesar de los indultos de la vergüenza y del dineral previsto para satisfacer su chantaje a costa de recortar los fondos a Madrid. En esas condicione­s, cuesta mucho comprender por qué acude al rescate el PP con un pacto institucio­nal suscrito deprisa y corriendo, que brinda un balón de oxígeno a su adversario político. ¿Estamos ante el preludio de un acuerdo a mayor escala? Si así fuera, el primer partido de la oposición se estaría suicidando.

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