ABC (Andalucía)

La ingeniera

Tiene Pedro Sánchez tres vicepresid­entas en el Gobierno, pero a la hora de rodearse de personas de confianza se rodea de tres hombres

- ROSA BELMONTE

QUIZÁ la ‘ley Trans’ no salga adelante porque todavía nos quede una brizna de sensatez. A nuestros políticos. Pero ya sabemos que cualquier mujer puede ser un hombre. O tres. Como Margaret Thatcher, que no llevaba minifalda para que no se le vieran los cojones. En su correspond­encia, Ramón J. Sender decía a Carmen Laforet que ‘Nada’ era «la primera obra maestra realmente femenina de nuestras letras. La Pardo Bazán y otras a veces están bien, pero todas quieren ser grandes hombres». En otra carta dice que «la Pardo Bazán era una feminista con barbas –imitaba a los hombres–. No comprendía que era mucho mejor ser una mujer genuina que un falso varón». Pobre doña Emilia. Eran otros tiempos. Vale, también eran otros tiempos los de Carmen Laforet (‘Nada’ es de 1944).

Hoy es distinto. Fíjense en el PSOE, un partido que se reivindica feminista y verde (o sea, la misma chatarra oportunist­a de la que tira Errejón y hasta los sindicatos). Tiene Pedro Sánchez tres vicepresid­entas en el Gobierno (una, la ministra del extraño prestigio, le quiere comer al menos media tostada). Pero a la hora de rodearse de personas de confianza (no voy a contar a las perritas falderas) se rodea de tres hombres. Félix Bolaños, Óscar López y el recuperado Antonio Hernando. Luego sí, mete algunas ministras en la Ejecutiva del PSOE, pero para eso las tiene en el Gobierno. Algunas veces para hacer el ridículo con sus declaracio­nes. Como Diana Morant. Hace poco nos enteramos gracias a un señor de muchos estudios de que durante el franquismo había feudalismo en Asturias. Y esta señora nacida en 1980 (¡en 1980!) está empeñada en haber vivido en los tiempos de la Pardo Bazán. Y mira▶ «Yo quise ser el hombre de mi casa». «Hice Ingeniería de Telecomuni­caciones por rebeldía». Por lo visto, de pequeña «aprendió que la tecnología estaba reservada para los hombres» y que «las mujeres no tenían acceso a ella». «Yo quise ser el hombre de mi casa», cuenta. Ni dudar que prefiero a Cher cuando su madre le instó a casarse con un hombre rico. La cantante y actriz le dijo que ella era un hombre rico.

Es un cliché hablar del síndrome de La Moncloa para presidente­s del Gobierno en su burbuja y alejados de la realidad. Es más asombroso lo de la joven ministra que pretende no ya venir del futuro para anunciar lejía, sino de un mundo real que resulta extraño a mujeres mucho más mayores que ella. Y no hace falta ir a María del Pilar Careaga Basabe, alcaldesa de Bilbao durante el franquismo y primera ingeniera titulada de España. O a las ingenieras tituladas ya en 1965. O a María Vigón, física nuclear de la (secreta) Junta de Investigac­iones Atómicas fundada en 1948. Si Daffyd Thomas creía ser el único gay del pueblo en ‘Little Britain’ (en ello fundamenta­ba su ser), Morant se cree la única ingeniera del pueblo en los 2000. Perdonen que me ría.

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