Los dos caminos de Cs
El partido naranja se enfrenta a la disyuntiva de competir con el PP o marcar un perfil propio liberal-social para remontar las encuestas y seguir gobernando en Andalucía
Ciudadanos se enfrenta a una disyuntiva muy complicada▶ pugnar por el liderazgo de la derecha con la que gobierna en Andalucía o abrirse un hueco en medio de la polaridad de bandos con una oferta liberal tanto en lo económico como en lo social que atraiga a los desencantados con el PSOE de Pedro Sánchez que tampoco votarían a los conservadores. La primera alternativa, el sueño del ‘sorpasso’, se esfumó la noche electoral del 2 de diciembre de 2018. El veto estratégico de Juan Marín a los pactos con los socialistas –a los que había prestado apoyo parlamentario en la pasada legislatura– le reportó una subida de 9 a 21 diputados en la Cámara, convirtió a su partido en la tercera fuerza política en Andalucía y le permitió entrar en el gobierno de una autonomía por primera vez en España. Después de tres años y nueve meses, Ciudadanos no logra rentabilizar la gestión de parcelas importantes del Ejecutivo (Educación, Turismo, Regeneración, Empleo y Políticas Sociales) y sigue perdiendo fuelle en las encuestas (el último sondeo de Centra le da un tercio de sus escaños actuales). Corre el peligro de caer en la irrelevancia política si no logra sumar con el partido de Juanma Moreno en los próximos comicios de 2022.
La segunda opción, que pasa por diferenciarse del PP, entraña riesgos, pero algunos dirigentes de la formación naranja la ven como la única forma de conjurar los augurios que lo dan por muerto. Para sobrevivir, lo primero es resolver un problema de identidad. «Ciudadanos tiene que decidir qué quiere ser de mayor. Nos queda un año por delante. Si pretende ser el ‘PP dos’, la gente va a votar al PP original, no a la copia. El partido debe presentarse como un partido de centro-liberal, capaz de llegar a acuerdos a izquierda y a derecha, porque tenemos diferencias con el PP en muchos aspectos (eutanasia, aborto, gestación subrogada o regeneración) y también podemos atraer a un votante desencantado con Sánchez», reflexiona un alto cargo de Cs en Andalucía.
De cara a la galería, los portavoces de la formación huyen de los mensajes derrotistas, pero la procesión va por dentro. La desbandada de cargos al PP es un síntoma de que las cosas no marchan bien. Se debe a errores propios – la fallida moción de censura en la Región de Murcia– y a la polarización política. «A Ciudadanos lo veo regular. La única forma de que Vox no entre en el Gobierno de Andalucía en las próximas elecciones es que Cs exista y eso pasa por marcar diferencias con el PP», insiste un dirigente crítico con Juan Marín. La consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz, no le hace ascos a las banderas tradicionales de la izquierda para moldear un perfil político centrista que la ha convertido en diana permanente de las críticas más duras de Vox, la tercera pata en el tridente del cambio político. «A mí nadie me tiene que dar el carné de feminista», suele repetir la consejera ante la incomprensión del PSOE y la indignación de Vox. Este ímpetu suyo la ha metido en algún que otro charco como su rechazo a los espectáculos del bombero torero desautorizado por la consejería de Elías Bendodo, pero hasta estos deslices le han permitido devolver a Cs su centralidad en el espacio ideológico.
¿Podrá Marín, la cara más visible de Cs, marcar distancias con el PP? El vicepresidente ha redoblado su presencia pública –el pasado martes monopolizó la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno– para vender gestión y sacar pecho como partido regeneracionista y facilitador del cambio, mientras azuza el miedo hacia Vox.
El vicepresidente andaluz es el único que ha anunciado su intención de presentarse a las primarias del partido –sin fecha todavía– para elegir al candidato a la Presidencia de la Junta. La dirección nacional que preside Inés Arrimadas ha cerrado filas en torno a él y sus llamadas a la unidad han atenuado las arremetidas de los críticos hacia el líder regional, aunque no ha cambiado su percepción de que el partido sigue sin encontrar su rumbo. «Ahora la relación se lleva bastante bien. Pero conforme suenen los tambores de las elecciones, vamos a ver algunos roces», auguran desde el lado ‘popular’ del Ejecutivo. Entre tanto, Cs explora una tercera vía, una línea divisoria entre los rojos y los azules. La opción de una fusión electoral con el PP no está, por ahora, en su agenda.