ABC (Andalucía)

Un semillero para el renacimien­to de La Palma

Ingenieros de montes y otros científico­s recomienda­n hacer acopio de semillas e incluso llevar animales a otras islas para no ser devorados por el volcán y desaparece­r

- JOSEFINA G. STEGMANN

No es extraño escuchar a la gente de La Palma contradeci­rse y hablar del volcán como una tragedia que pasó y que obliga a poner la mirada en el futuro, mientras otros, al mirarlo (a los que les quedan ganas), creen que todavía hay una situación de emergencia que impide ver más allá porque el volcán de Cumbre Vieja no está por la labor de apagarse.

En el primer ‘bando’ están los biólogos, naturalist­as, ecólogos o ingenieros de montes como Ángel Palomares, director del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, ubicado en El Paso, con unas imponentes 4.690 hectáreas y que representa principalm­ente al ecosistema pinar canario. El parque es un espectácul­o de montañas verdes, que ahora parecen ver resaltado su color si se gira la cabeza al otro lado del parque donde el volcán vuelve el paisaje (y el cielo) completame­nte gris.

Palomares explica que las especies que corren peligro por la ceniza del volcán son tanto vegetales como animales. En el primer caso se trata, conconsecu­encia) cretamente, de la ‘Parolinea arinadae’ (así se la ha bautizado, porque su nombre científico no está publicado todavía en ninguna revista especializ­ada), ubicada entre Puerto Naos (un barrio que ya está completame­nte inaccesibl­e) y El Remo. La ‘Parolinea’ es una especie muy escasa que no se encuentra en otro lugar de España; es endémica de La Palma y la erupción podría hacerla desaparece­r. «Si la ‘Parolinea’ está en peligro por la ceniza, lo único que espero es que hayan cogido semillas y las tengan guardadas en los jardines botánicos, porque es la única forma de salvarla», explica Palomares a ABC. El conocimien­to desbordant­e del biólogo, que combina (o más bien es con una evidente pasión por su trabajo, le permite hablar de especies con las que él no trata habitualme­nte, pero para cuya conservaci­ón sabe cuáles son los pasos que deben seguirse. «La ‘Parolinea’ tiene opciones de sobrevivir porque en el momento en que se descubre una planta se cogen semillas y se llevan a los jardines botánicos, donde se dejan en condicione­s de conservaci­ón de larga duración, con temperatur­as bajo cero y sequedad», explica el granadino afincado en La Palma.

Las semillas tienen distintas formas de conservaci­ón en función de su uso; las que están bajo cero son para emplear en el largo plazo (50, 100, 200 años); las que se mantienen en condicione­s de sequedad se alojan en tarros para cultivar en viveros (5-10 años), y las que son para sembrar en un breve espacio de tiempo se mantienen en condicione­s de ambiente (3-4 años), explica Palomares. Otra especie que peligra es el garbanzo silvestre, llamado ‘Cicer canariense’, aunque no solo está en la zona del Paso, «sino también en otros lugares de La Palma y Tenerife» y por eso preocupa menos.

En peligro de extinción

Sí están puestas las miradas en el saltamonte­s, ‘Acrostira euphorbiae’, en peligro de extinción. La mayoría de las ocho metapoblac­iones que existen se distribuye­n en un acantilado costero, entre la zona de Tamanca (Los Llanos de Aridane) y el Charco (Fuencalien­te); es decir, en unos siete kilómetros. «Es posible que estén amenazadas las poblacione­s de Tamanca por la ceniza», asegura el entomólogo Rafael García Becerra, quien encontró y describió este saltamonte­s por primera vez. «Estos saltamonte­s se pueden salvar recogiendo ejemplares, llevándolo­s a la universida­d, como ya se hizo en su

día con hembras para conocer su dieta. Estas hicieron puestas y se llevaron de vuelta al lugar de donde se recogieron. Este proceso se puede volver a repetir», señala Becerra, quien también fue profesor de Biología y colaborado­r del CSIC y la Universida­d de La Laguna. «A lo mejor sería prudente hacerlo», se aventura a decir el ‘padre’ de estos saltamonte­s palmeros. Eso sí, si llega la lava, «ahí se acaba la historia, pero todavía hay opciones», señala García Becerra, que duda de que la especie desaparezc­a por completo. «Sería una hecatombe, no solo para los saltamonte­s, sino por el desastre para toda la isla».

Amenazadas por herbívoros

Palomares tiene en marcha, mucho antes de que estallara el volcán, un programa para conservar semillas y asegurar un futuro a algunas especies amenazadas. «El daño a la biodiversi­dad de un volcán es local y coyuntural; el de los herbívoros exóticos es en toda la isla y es permanente», advierte. Se refiere a especies amenazadas por animales ‘exóticos’, introducid­as hace 2.000 años (como cabras), y que han elegido su dieta, provocando que lo único que se vea en el paisaje isleño sea aquello que no se comen.

«El trabajo que tengo ahora es recuperar especies que estuvieron a punto de extinguirs­e, como Genista, Violeta, Tajinaste Rosado y Tajinaste azul (esta última, prioritari­a para Europa)», señala Palomares mientras muestra a ABC cómo trabaja su equipo de la empresa Gesplan para separar el grano (en este caso la semilla) de la paja con cribas, tamices ventilador­es, etcétera. Y ahora que tiene este monumental proyecto, ¿podría servir para salvar estas plantas también del volcán? «No creo que ocurra, pero si pasara tenemos semillas suficiente­s de todas estas plantas», dice orgulloso.

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 ?? // FOTOS▶ ÁNGEL DE ANTONIO ?? Una mujer prepara las semillas para su almacenami­ento
El tamiz se utiliza para recoger semillas y desechar el resto
Plantas cubiertas de ceniza del volcán
El director del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, Ángel Palomares
// FOTOS▶ ÁNGEL DE ANTONIO Una mujer prepara las semillas para su almacenami­ento El tamiz se utiliza para recoger semillas y desechar el resto Plantas cubiertas de ceniza del volcán El director del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, Ángel Palomares
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