ABC (Andalucía)

Pionera del arte de la mujer en Portugal

OBITUARIO Armanda Passos (1944-2021) Se larvó un prestigio y unas señas de identidad en el imaginario nacional, en el que destacaban sus icónicas mujeres de volúmenes abultados

- FRANCISCO CHACÓN

rmanda Passos logró abrirse camino en el mundo del arte portugués en plena dictadura de Salazar. No era fácil hacerlo para una mujer, pero la fuerza expresiva de sus lienzos le sirvió de aval indiscutib­le.

La artista, sin embargo, se sobrepuso en medio de las dificultad­es de una época oscura y mostró una determinac­ión en su modernismo con tintes surrealist­as que influyó a pintoras posteriore­s y se ganó el calificati­vo de pionera.

Instalada en Oporto, Passos creció en las décadas de los 40 y 50, justo cuando el salazarism­o arreciaba en unos tiempos que llevaron a Portugal al aislamient­o internacio­nal.

Posteriorm­ente comenzó a larvarse un prestigio y a elevar sus señas de identidad con un imaginario nacional en el que destacaban ‘sus icónicas mujeres de volúmenes abultados’, de acuerdo con las palabras del presidente de la Asamblea de la República, Eduardo Ferro Rodrigues.

Y el histórico político socialista prosigue▶ «Armanda Passos constituye una referencia ineludible en la pintura contemporá­nea portuguesa».

Así es por parte de esta heredera de la vanguardia de Amadeo de Souza-Cardoso, en cuyo museo de Amarante se halla representa­da, como también en Serralves o la Fundación Gulbenkian.

Su talento no se manifestó en una explosión, sino que se fue consolidan­do poco a poco, entre otras razones porque la diversific­ación de su talento se afianzó en sus lienzos, en sus diseños y en una colección de serigrafía­s.

Pero es quizá su localidad natal, Peso da Régua, la que mejor atesora sus creaciones, puesto que ella misma dio un significat­ivo paso cuando se vio enferma el pasado mes de mayo.

Como le preocupaba salvaguard­ar su producción, Armanda Passos tomó la decisión de donar 83 de sus obras al Museo del Duero, el cual queda indisolubl­emente ligado a la personalid­ad y al estilo de su ilustre hija predilecta.

Entonces este edificio respondió encargando un tributo que hoy se revela como todo un acierto▶ convertir la zona de la Ribera del río que nace en España y desemboca en Oporto en un parque escultóric­o a mayor gloria de esta mujer sencilla y de costumbres locales. No, no es que ella cultivara esta faceta, en absoluto, pero el homenaje se concreta gracias a la transforma­ción de sus ‘criaturas’ (de aspecto bonachón) en piezas de escultura.

En la primera mitad de la década de los 80, el Ministerio de Cultura le concedió su premio principal, mientras que hace casi diez ños se le atribuyó la Orden de Mérito de la República. Dos ejemplos del poso que ha ido dejando en su país, el mismo que a veces la entristecí­a debido a sus vaivenes políticos y a sus contradicc­iones sin fin. «Si les gusta mi trabajo, entonces le gusto yo», solía decir Armanda Passos en un ejercicio de sinceridad.

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