ABC (Andalucía)

«Lo peor que puede ocurrir es que la lava necesite más bocas para salir»

El responsabl­e que está al frente de la emergencia en La Palma cree que, como mínimo, la erupción durará dos meses más

- JOSEFINA G. STEGMANN ENVIADA ESPECIAL A LA PALMA

A Miguel Ángel Morcuende lo paran de forma constante en la calle. Siempre se le acerca alguien, y no tanto por ser la cara visible del volcán de La Palma, sino para darle las gracias. Le dan la mano, le pagan las consumicio­nes en bares y restaurant­es y alguno hasta se le echa a sus brazos. Salvo por su acento madrileño, Morcuende es palmero para los palmeros. Este ingeniero de Montes aceptó la difícil tarea de ‘plantarle cara’ al volcán aceptando la dirección técnica del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencia­s por Riesgo Volcánico, más conocido como Pevolca. Morcuende empezó a trabajar antes de la erupción. El lunes 13 de septiembre, le preguntaro­n si se quería poner al frente del Pevolca. «Les pedí una hora para pensarlo, era la emergencia más grande de mi carrera» .

El director del Pevolca informa a diario en televisión, como hacía Fernando Simón al principio de la pandemia, aunque la comparació­n con el epidemiólo­go parece no gustarle mucho. Cada día da cuenta de las novedades del volcán▶ dirección de las coladas, sismicidad, calidad del aire, personas afectadas...Ha librado solo cuatro días (y no seguidos) de los 46 que lleva en erupción el volcán de Cumbre Vieja y duerme una media de 5 o 6 horas por día. «No me arrepiento, volvería a ponerme al frente. Lo que más me preocupa es la pérdida de vidas humanas», sentencia.

—¿Cómo llegó a estar al frente de esta terrible emergencia que observan el país y el mundo las 24 horas del día?

—Empecé el lunes anterior a la erupción, el 13 de septiembre. Me llamó el director general de seguridad y emergencia­s del Gobierno de Canarias. No se sabía, pero había posibilida­d de una erupción. Le pedí que me diera tiempo para pensarlo, al menos a una hora, era un lío importante, una situación dura, pero sobre todo me importaba que hubiese consenso respecto a mi nombramien­to.

—¿Por qué?

—Porque es fundamenta­l para poder trabajar en una emergencia; tienes que tomar medidas de dirección en las que las personas con cargos políticos te tienen que acompañar, si no no merece la pena, es perder la guerra nada más empezar la primera batalla. Cuando supe que sí había consenso me animé.

—¿Es lo más difícil que profesiona­lmente le ha tocado vivir?

—Es la emergencia más grande de mi carrera y también la más desconocid­a. Es mi primer volcán y de todos los que estamos en la emergencia, incluso los vulcanólog­os.

—Pero ha habido otros volcanes en las islas...

—En España han podido participar en la emergencia de la isla de El Hierro pero allí la erupción era submarina, el volcán no estaba discurrien­do por un espacio ampliament­e poblado como el caso de este.

—¿Cuántas horas trabaja al día?

—Una media de 12. Sí estoy cansado. Llevo 46 días trabajando sin librar, solo 4 días.

—¿Se arrepiente?

—No, volvería a decir que sí.

—¿Cuál es la llamada que más desea recibir? La noticia que quiere escuchar.

—Estoy esperando que me llame uno de los vulcanólog­os y me diga que es el quinto día que tenemos menos de 10 toneladas de dióxido de azufre en el penacho.

—¿Ello qué implica?

—Es una señal clara de que la erupción se va a terminar, sería el inicio del fin. Significa que el volcán se quedó sin energía. Que no emite más gases. Ni magma ni piroclasto­s.

—¿Cuál sería la peor noticia?

—Que me digan que sube la irritabili­dad del volcán, en particular, su carácter estromboli­ano. Que se generen terribles explosione­s y necesite mayores bocas por donde salir; que el volcán no tenga suficiente capacidad de evacuación sería una malísima noticia. Ahora ha tenido cinco bocas expulsando lava, quiere decir que tiene mucha potencia debajo, mucha energía por liberar.

—¿Cuándo se apagará el volcán?

—Lamentable­mente no tenemos una bola de cristal. No lo sé. Los vulcanólog­os tampoco. Dos meses más como mínimo. Pero recuerdo que en Lanzarote, en el siglo XVIII estuvo en erupción seis años.

—¿Cuál es su mayor preocupaci­ón?, ¿qué le quita el sueño?

—Que haya víctimas. Puede haberlas por exceso de confianza, por desconocim­iento, por la aventura.

—¿No le inquieta que la lava discurra por un lugar inesperado, uno no desalojado?

—Ese no es el estilo del volcán canario cuyo modelo es estromboli­ano. Su lava sigue unas vías que se pueden calcular bien desde su salida y así adoptar medidas de Protección Civil.

—¿Y su mayor preocupaci­ón desde el punto de vista del comportami­ento del volcán?

—El cambio contínuo de la morfología del cono eruptivo, porque ese es el que marca por dónde sale la lava y, por lo tanto, es el que te puede crear problemas en la defensa de la vida de las personas. Se sabe el recorrido una vez que se conoce de dónde sale la lava, pero de pronto te puedes encontrar con que a las 3 de la mañana se produce un cono, cambia la morfología y te sale por el norte y no tienes preparado allí lo que tienes que tener preparado.

—¿No debería haber más desalojos?

—Hemos desalojado todo lo que veíamos que tendría problemas en caso de avance de determinad­as coladas.

—El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha ido ya cinco veces a La Palma, pero ¿está a la altura de la crisis que está viviendo La Palma? —Hay que agradecer a las personas cuando vienen y se preocupan. Otra cosa es si estas visitas pueden perturbar tu trabajo porque hay que prepararla­s y responder a las preguntas de quien venga. Pero yo tengo que agradecer el interés, de Sánchez o de Su Majestad el Rey. Hay que aplaudir a todos los que den un apoyo a la isla. —Se están produciend­o quejas por la lentitud en la llegada de las ayudas.

—No es un tema del Pevolca pero si sirve de algo mi opinión, pediría que se agilicen. Tienen que llegar a las familias que están en la quiebra para poder facilitarl­e su acceso a la vivienda, así como a los emprendedo­res que ahora han visto que su trabajo está bajo la colada.

—¿Qué opina del ‘turismo volcánico’? —Se está generando economía, no me puedo quejar, aunque no sé si yo haría este turismo. Pero si la gente quiere venir a ver el volcán no se le puede negar.

—Hoteleros, taxistas..., dicen que este turismo es malo porque se no se quedan. Ven el volcán y se van...

—Es cierto, esas personas no deben olvidar el drama que viven los palmeros para insuflar ánimos y remar todos en la misma dirección.

—¿Es usted el ‘Fernando Simón de los volcanes’?

—No, porque no tengo partido en esta emergencia, salvo el de los palmeros.

Trabajo porque considero que es lo que tengo que hacer.

—¿La isla volverá a ser lo que era? —Va a tardar varios años en recuperars­e. Hay que ver qué se puede hacer con el suelo, si no hay suelo edificable habría que, por ejemplo, pensar en que el suelo rústico (donde pastan los animales o donde hay pinares) pase a ser edificable, pero esto es también un problema, es como pensar en un lugar sin árboles, solo con casas.

—¿Se plantea realojar a la gente en otros puntos de la isla, alejados del volcán?

—Le cambias a la gente su seña de identidad. Garafía, por ejemplo, tiene dificultad­es para hacer negocios, la gente tiene en la vía Santa Cruz-Los Llanos de Aridane, el eje de desarrollo de la isla.

—Una de las coladas se acerca al cementerio de Las Manchas. ¿La gente podrá retirar los restos de sus seres queridos?

—En línea recta está a 200 metros del cementerio pero corre paralelame­nte por el norte, no por encima. En cualquier caso, la gente que lo desee puede hacerlo gestionánd­olo con Sanidad, Justicia...

—Los ojos miran hacia arriba por el volcán pero también por las lluvias. ¿Qué puede pasar si llueve mucho?

—Se acumulan restos del volcán en la superficie de la colada y cuando llueve se movilizan porque el agua los arrastra. Al final lo que hay es, dependiend­o del tamaño de los piroclasto­s y de las cenizas, una especie de barro que constituye lo que se llama un lahar. El lahar me preocupa tanto como el volcán porque va a sepultar casas. Ahora ocurre en seco, pero si es húmedo va más rápido, no da el mismo tiempo para desalojar.

¿’El Simón de los volcanes’? «No soy el ‘Fernando Simón’ de los volcanes porque no tengo partido en esta emergencia, salvo el de los palmeros»

«Tanto como la erupción me preocupa que llueva, se forme barro y sepulte más casas y a más velocidad»

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