ABC (Andalucía)

Las violacione­s se disparan un 30% y crecen todos los delitos sexuales

Interior obvia el aumento y ‘vende’ la tasa de criminalid­ad más baja en años

- CRUZ MORCILLO MADRID

Una semana después del crimen de Álex a manos de Francisco Javier Almeida, condenado dos veces por agresión sexual y una por asesinato, las cifras de criminalid­ad publicadas ayer suponen una bofetada de realidad y la consolidac­ión de una tendencia preocupant­e. Las violacione­s se han disparado en toda España un 30 por ciento en los nueve primeros meses del año con respecto a 2020. Se podría achacar el aumento a que una parte del año pasado vivimos bajo las medidas de pandemia pero esa explicació­n queda en entredicho porque la delincuenc­ia en general ha crecido un 8,5 por ciento, casi 22 puntos menos. Y las condicione­s son las mismas.

Además, no solo se han disparado las violacione­s (agresiones sexuales con penetració­n), sino todos los delitos contra la libertad e indemnidad sexual (un 27 por ciento más el epígrafe que los aglutina). Si descendemo­s de los porcentaje­s a los hechos concretos –los conocidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad–, los valores absolutos también reflejan esa curva ascendente e inquietant­e.

Secuestros

En todo 2019 cuando la pandemia era una desconocid­a se denunciaro­n en España 1.873 violacione­s y hasta septiembre esa cifra llega ya a las 1.601. Los delitos sexuales en general contabiliz­ados en estos nueve meses son 12.638. El otro tipo delictivo que en porcentaje aumenta más son los secuestros▶ un 30,4 por ciento pero se denunciaro­n 73 casos entre enero y septiembre.

Hay otra razón que pone el foco en esa abultada cifra de delincuenc­ia sexual sin siquiera abordar las consecuenc­ias que acarrea para las víctimas (mujeres y niños en su inmensa mayoría). La tasa de criminalid­ad, es decir las infraccion­es penales contabiliz­adas por cada mil habitantes, es del 39,6 y el mensaje que ayer trasladó el Ministerio del Interior es que supone «la más baja de la serie histórica reciente exceptuand­o 2020, marcado por la pandemia». La disminució­n que se ‘vende’ está, a la vista de los datos, muy alejada de violadores, abusadores y pederastas.

En el anterior balance de la Secretaría de Estado de Seguridad –referido a los seis primeros meses del año– se admitía este incremento de los delitos sexuales, que se calificaba de «destacable» pero no se atribuía a una subida ‘per se’, sino a que estaba «en íntima conexión con el incremento de la conciencia­ción social y las campañas para que se participe cualquier ilícito penal en esta materia». Esas campañas, aseguraban, se traducen en que los hechos no denunciado­s vayan paulatinam­ente descendien­do año tras año. Es una percepción sin cifras que puedan avalarlo, el famoso agujero negro que siempre aparece cuando se habla de crímenes sexuales, buena parte de ellos cometidos en el ámbito familiar y en el más cercano.

Como informó ABC en octubre, hasta principios de este año la criminalid­ad englobada bajo el paraguas genérico de contra la libertad sexual se desglosaba de forma mucho más detallada▶ agresión sexual, agresión sexual con penetració­n, corrupción de menores o incapacita­dos, pornografí­a de menores y otros contra la libertad sexual. Es decir, cinco apartados han quedado reducidos a dos.

De nuevo Cataluña encabeza el número de delitos sexuales, incluidas las violacione­s▶ se denunciaro­n 462 casos, una de cada cuatro cometidas en toda España. En Andalucía, que tiene casi 800.000 habitantes más, hubo 204 violacione­s, menos de la mitad que en Cataluña. En Madrid, con menor población que ambas (6,7 millones de habitantes), se registraro­n 204 agresiones con penetració­n.

Al margen de la delincuenc­ia sexual y los secuestros, el delito que más ha aumentado en estos nueve meses es el de lesiones y riña tumultuari­a, que ha crecido un 16 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado. Le siguen de lejos los hurtos y el tráfico de drogas con sendos aumentos del diez por ciento.

Los dos indicadore­s más esperanzad­ores son la bajada de los homicidios y asesinatos consumados (se han producido 206, lo que supone un 11,2 por ciento menos) y de los robos con fuerza en domicilios, establecim­ientos y otras instalacio­nes, que han disminuido un 5,5. Los robos con violencia e intimidaci­ón, en cambio, han aumentado un 8,7 por ciento, un termómetro perfecto de la percepción de insegurida­d ciudadana.

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