Moreno y Espadas se comprometen a buscar el acuerdo
► Ambos coinciden en la Casa de ABC de Sevilla en que hay interés, tiempo y motivos
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el secretario general del PSOE y alcalde de Sevilla, Juan Espadas, se muestran decididos a agotar todas las fórmulas para alcanzar un acuerdo que permita desbloquear la aprobación del Presupuesto de la Junta de Andalucía para 2022. Se comprometieron en la Casa de ABC en la noche del miércoles, en los discurso que pronunciaron en la entrega del XXI Premio Joaquín Romero Murube a la exministra, ex alcaldesa de Sevilla y ex defensora del Pueblo Soledad Becerril.
La ocasión era propicia para el discurso más agradable de la política. Se premiaba un elogio de Soledad Becerril en forma de artículo póstumo al que fuera su adversario político, el exalcalde socialista Manuel del Valle. Por eso es difícil descifrar cuánto de compromiso y cuánto de sinceridad había en el relato de Espadas y Moreno tras semanas de ofrecimientos y desencuentros que dejan en el aire la aprobación de un presupuesto histórico.
Voluntad y condicionantes
Espadas, que «intenta practicar esa política del talante, diálogo y búsqueda de acuerdos» que representan Del Valle y Becerril, «y que debería practicar más la política española», prefirió culpar a la prensa de las desavenencias demostradas hasta ahora. «Vamos a seguir intentándolo, a intentar cambiar una historia que parece predestinada a discutir, a confrontar o a faltarse al respeto. La política es mucho más que eso y la altura de la política es la de un país; con políticos como Soledad y Manuel tenemos el camino claro de por dónde deberíamos trabajar; solo pido que nos ayuden un poco a conseguirlo», concluyó Espadas.
Pero por encima de la buena voluntad Espadas tiene otros condicionantes. Uno inmediato, el de la celebración del congreso regional que este fin de semana lo ratifica como secretario general de los socialistas andaluces. Falta para que el partido esté cohesionado como antaño, como lo demuestran las dobles candidaturas que se anuncian en los posteriores congresos provinciales y el ala más a la izquierda presiona para impedir que los socialistas le den una oportunidad a Moreno para demostrar que la estabilidad de su Gobierno no está en manos de Vox, el argumentario que será eje de la próxima campaña electoral. En esa dinámica está la ejecutiva federal socialista. Se recela de un acuerdo en Andalucía que en la política nacional es más que una utopía. No es casualidad que dos cualificados portavoces andaluces del sanchismo, como el vicepresidente segundo del Congreso Gómez de Celis y la ministra de Hacienda María Jesús Montero hayan elevado el tono en plena negociación para añadir ruido a la misma.
Los recelos externos afectan a las dos partes. En Génova no ven bien un acuerdo en Andalucía en medio de la batalla contra las cuentas de Sánchez. No es un secreto que Casado prefería un anticipo electoral que Moreno -único con potestad para decidirlo- niega reiteradamente, incluso si fracasa en su intento de sacar adelante el último presupuesto de la legislatura. Entre los suyos también tiene a convencidos de que es mejor esperar a Vox y a suspicaces sobre las intenciones del PSOE, como su vicepresidente, Juan Marín.
Moreno y Espadas confirmaron su buena relación. «Otra cosa –refirió el presidente– es que yo quiero ganar el partido y él también, pero por encima de eso siempre tiene que haber buen estilo, corrección y educación y anteponer los intereses de los andaluces por encima de cualquier cuestión particular por legítima que sea». El presidente rememoró espíritu de la Transición para asegurar que en democracia «siempre hay fórmulas para alcanzar grandes consensos».
«Debemos entendernos» dijo dirigiéndose a Espadas. «No hay ningún demérito en conceder a los demás aunque solo sea una parte de razón, aceptar sus argumento y propuestas en lo que tengan de razonable. Moreno recurrió a otro político socialista de la Transición para insistir en esa idea▶ «Cuando todos ceden en una negociación y modifican su postura en beneficio de un acuerdo, nadie está cediendo», parafraseó de Alfonso Guerra.
Las próximas semanas demostrarán si este tiempo, como aquel, está preparado para grandes acuerdos o todo este ceremonial de moderación solo es parte de una estrategia en la que el reto es llegar al final y lo único decidido es que la culpa será del otro.
Frente a la voluntad, las presiones internas de los partidos marcan una negociación a la que le quedan dos semanas