La ‘maldición’ de la primera planta: un clásico en Génova
«Madrid será tu mayor quebradero de cabeza», advirtió un barón a Casado hace un año. Su profecía se cumplió al pie de la letra. Ahora, la dirección nacional del PP ha decretado silencio para rebajar la tensión y calmar la guerra interna
En los 32 años de historia del PP de Madrid, en 22 ha existido bicefalia con el candidato o presidente de la Comunidad de Madrid
La historia se repite en el PP de Madrid. La lucha abierta por el poder que se ha vivido entre Sol y Génova en las últimas semanas, incubada durante meses, no es nueva en esta formación política, con un historial fecundo en batallas internas, conspiraciones, traiciones y, en definitiva, empujones, zancadillas y levantamientos de sillas. En alguna ocasión, a lo largo de sus más de 30 años de vida, tampoco ha faltado el juego sucio para destruir al rival. Aún quedan siete meses para que se celebre el congreso regional del PP de Madrid, en el que deberá elegirse una nueva presidencia. De momento, la paz interna parece lejana, aunque la dirección nacional busca una tregua ante el clamor en el partido para que Pablo Casado ponga orden.
En su despacho de la séptima planta de Génova, Casado ha estado plenamente volcado en la preparación del debate de los Presupuestos en el Congreso, uno de sus discursos más importantes del año. Mientras, seis plantas más abajo en el mismo edificio, en la sede del PP de Madrid, la tensión se disparaba ante las presiones de Ayuso y su equipo para adelantar el congreso regional, con amenazas de denuncia incluidas contra la ‘gestora’ del partido por superar todos los plazos legales. El choque entre Sol y la dirección regional y nacional del partido fue frontal y acabó por eclipsar a Casado en el debate de los Presupuestos, algo que acabó por colmar la paciencia del presidente. Desde ese momento, cuando la guerra parecía que se les iba de las manos a todos, en Génova decidieron poner fin al enfrentamiento, al menos por ahora▶ «Dos no discuten si uno no quiere», y con la esperanza de que Sol aceptara también la ‘tregua’, se decretó silencio para rebajar la tensión. En una cena con diputados, Casado envió un mensaje de tranquilidad y optimismo, en clave interna▶ «El partido funciona, las cosas irán bien y ganaremos las elecciones».
La ‘tregua’, si cuaja, será en todo caso temporal, porque el debate se ha cerrado en falso, sin acuerdo y sin voluntad de consenso sobre la persona que debe presidir el PP de Madrid. Todo queda aplazado a la convocatoria del congreso regional, que podría producirse en marzo, para celebrarse 45 días después, en mayo. La idea de Génova es desactivar la polémica hasta entonces, y tratar de llegar a un punto de encuentro. Pero si no se logra, están dispuestos a ir a unas primarias abiertas, con más de un candidato.
Prisas y recelos
¿Qué hay detrás de esta guerra interna en Madrid? ¿Por qué en el resto de comunidades donde gobierna el PP el presidente autonómico lo es también del partido y Ayuso no podría serlo aquí? ¿A qué se deben las prisas de la presidenta de la Comunidad de Madrid para querer adelantar el congreso regional y ser elegida cuanto antes? Esas son las preguntas clave de toda esta historia, a la que tratan de dar respuesta diferentes dirigentes del partido. Muchos de ellos confiesan▶ «Aquí falta una pieza que no conocemos y que explicaría las prisas de Isabel».
Esta semana Alberto Núñez Feijóo aseguró que entendía que Ayuso quisiera ser presidenta del PP de Madrid, porque todos los que gobiernan en comunidades del PP son también líderes del partido en sus regiones▶ «¿Por qué no en Madrid?».
Madrid siempre ha sido un caso especial, poco comparable con el resto de comunidades. En primer lugar, es la circunscripción del presidente nacional del PP, y por tanto uno de sus objetivos principales, sino el que más, es tener el partido en plena forma, activo y movilizado, para cumplir con el objeto de llevar a su candidato a La Moncloa. A esto se une que se trata de una región donde conviven tres de las administraciones más potentes en todos los niveles▶ Presidencia del Gobierno, Presidencia de la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid. Al final, Madrid es una gran caja de resonancia nacional, donde es inevitable el roce continuo entre esas administraciones. El esquema que ha prevalecido en los dos grandes partidos ha sido la bicefalia, entre partido y gobierno regional o alcaldía, también cuando están en la oposición, precisamente para poder volcarse con dedicación exclusiva a cada una de sus tareas. Se da otra circunstancia que hace de Madrid un caso especial. Se trata de una región uniprovincial, sin presidentes ‘provinciales’ ni diputaciones, y por tanto sin necesidad de reforzar a los líderes autonómicos con la presidencia del partido para ayudarles en su papel de moderación de los cargos territoriales intermedios.
La ‘guardia real’
«La primera planta debería ser la guardia real de la séptima, pero a menudo se ha utilizado como trampolín para intentar llegar a la parte más alta», comentan fuentes del PP madrileño. Los enfrentamientos fueron habituales entre Aguirre y Rajoy, y muchos recuerdan cómo Cifuentes, desde la primera, empezó a postularse para llegar a la séptima y chocó abiertamente con Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. «Y ya se vio cómo acabó todo», comentan. Ahora, apuntan algunos dirigentes del PP madrileño, puede repetirse la historia. «Es una especie de maldición de la primera planta. Quien llega desde Sol y la pisa, se enfrenta a la séptima y solo aspira a saltar a ella». Y ese es el principal recelo que se esconde detrás de toda esta guerra entre Ayuso y Génova▶ un pulso por el poder, una lucha entre quien tiene poder real, como pasó con Aguirre y ahora con Ayuso, y quien solo lo tiene orgánico, como ocurrió con Rajoy hasta 2011 y con Casado ahora.
Cuando José María Aznar tomó las riendas del PP, optó por el modelo de bicefalia desde el principio. A Luis
Eduardo Cortés, primer presidente del PP de Madrid, lo sustituyó Pío GarcíaEscudero en 1993, con el doble objetivo de buscar un equilibrio entre las familias del partido, los ‘ratistas’, los ‘gallardonistas’ y los ‘manzanistas’, y sobre todo de poner el partido a disposición del presidente nacional para ganar las generales, como así sucedió en 1996 y después en 2000. Desde 1995 convivieron García-Escudero, como presidente del PP de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, como presidente de la Comunidad, y José María Álvarez de Manzano, como alcalde. El modelo funcionó, entre otros motivos, porque Gallardón nunca tuvo interés en ser presidente del partido madrileño.
En 2003, hace entrada Esperanza Aguirre, como presidenta de la Comunidad de Madrid, mientras que Gallardón pasa a ser el alcalde, y García-Escudero sigue siendo el presidente ‘de
equilibrio’ en el partido, en medio de las peleas constantes y épicas entre sus dos compañeros. Al año siguiente, con Rajoy ya como líder del PP, Aguirre consigue su objetivo de asumir la presidencia del PP de Madrid, puesto que tendría hasta 2016. Y entre medias amagó con presentarse al congreso de Valencia de 2008, para disputarle el liderazgo nacional a Rajoy, en medio de fuertes batallas internas. En cuatro de esos 12 años no fue presidenta de la Comunidad. Cuando dimitió en septiembre de 2012, siguió siendo líder del PP de Madrid, con Ignacio González en la Comunidad.
En las elecciones de 2015, con el partido sumido en enfrentamientos internos, Aguirre no logró su objetivo de que su mano derecha, Ignacio González, fuese candidato a la Comunidad. Cristina Cifuentes llegó a Sol, y Aguirre, que perdió frente a Carmena en su intento de ser alcaldesa, continuó al frente del PP de Madrid, puesto al que renunció en febrero de 2016, con el partido en el pozo de la corrupción. En ese momento, se creó una gestora, con Cifuentes al frente, hasta que esta ganó las primarias que la llevaron a la presidencia del partido en 2017. En abril de 2018, cuando se postulaba para suceder a Rajoy, tuvo que dimitir, acosada por el caso máster y por el escándalo de las cremas. Y la Junta Directiva recurrió de nuevo a García-Escudero para poner orden en el partido. Hasta hoy.
Bicefalia frente a baronía
En 32 años de historia del PP de Madrid, durante 22 ha habido bicefalia con la Comunidad. Las excepciones han sido del 2004 al 2012, con el poder total para Aguirre, y entre 2016 y 2018, con Cifuentes.
Tanto el modelo de la bicefalia como el de la baronía son legítimos, como subrayan todos en el PP. Los que defienden el primero, ven más posibilidades de éxito al repartir las tareas▶ «Como decía Cascos, un sitio para cada uno y cada uno en su sitio». «Parte del éxito del PP en Madrid, donde gobierna en la Comunidad desde 1995, es la dedicación exclusiva al partido», sostienen los defensores del modelo de bicefalia. «Los mejores resultados se consiguieron con Aguirre, cuando fue presidenta de la Comunidad y del PP de Madrid», sentencian los ‘ayusistas’.