ABC (Andalucía)

Nicaragua se dispone a consolidar hoy un régimen de partido único

► Daniel Ortega ejecutará una ‘simulación electoral’, pues toda la competenci­a real ha sido encarcelad­a ► Con un férreo control policial, ningún organismo de observació­n internacio­nal supervisar­á el proceso

- FRANCISCO VILLALTA CORRESPONS­AL EN MANAGUA

Lo que serían las elecciones más esperadas en la historia reciente de Nicaragua, han terminado en una pesadilla incierta. El régimen de Daniel Ortega y su esposa, la vicepresid­enta Rosario Murillo, sepultó la salida democrátic­a a la crisis sociopolít­ica que el país arrastra desde hace tres años, y ha convocado a unos comicios con todas las de ganar. Hoy no se espera suspenso alguno. Con los candidatos de la oposición en la cárcel y un férreo estado policial, este domingo será un día atípico, y a la vez oscuro para los nicaragüen­ses que parecen no inmutarse ante unas elecciones que llevan la etiqueta de farsa.

La confianza en el proceso empezó a extinguirs­e a medida que Ortega reafirmó sus aspiracion­es de ser el único candidato que gobierne el país. Según todas las encuestas, y el recuento de las jornadas de verificaci­ón ciudadana, la población se mostraba deseosa de ir a las urnas. La mayoría creía que así se le podía poner fin a una crisis que afecta cada vez más el bolsillo de miles de familias. Desde 1990 –cuando la guerra entre los sandinista­s y los contrarrev­olucionari­os desangraba a la nación–, los nicaragüen­ses no depositaba­n sus anhelos en un proceso electoral. Sin embargo, todo cambió a partir de mayo, cuando Ortega y Murillo elevaron la escalada represiva a nuevos niveles.

Primero fueron unas reformas electorale­s tachadas de «cosméticas» por la oposición y la comunidad internacio­nal. Luego, la reafirmaci­ón del control en el Poder Electoral, a través de magistrado­s con clara fidelidad al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de gobierno. Y después, una violenta e inesperada cacería de opositores, empresario­s, campesinos y líderes estudianti­les. El régimen mantiene en prisión a siete aspirantes presidenci­ales que decidieron retar al sandinismo en las urnas, no sin antes quitar de la contienda a los dos únicos partidos que contaban con un mínimo de credibilid­ad.

Así, sin competenci­a, nadie espera ninguna novedad. Ni siquiera aquellos politólogo­s que viven de hacer proyeccion­es. «En esta película no hay suspenso, no hay sorpresa», aseguró a ABC el sociólogo nicaragüen­se José Alcázar, uno de los intelectua­les que apoya el abstencion­ismo como una forma de castigo ante las elecciones sin competenci­a. Como muchos, asegura que no sacará ni un dedo de su casa en el día de las elecciones. De nuevo, tal como sucedió en los comicios generales de 2016, los nicaragüen­ses se encuentran en la disyuntiva de la abstención o el voto nulo. Para algunos esa será la única decisión que vale la pena tomar.

En las calles de Managua apenas se asoman diminutos carteles con el rostro de candidatos que pocos conocen, y cuyo historial político es intrascend­ente. En contraste, la figura de los mandatario­s sandinista­s permanece eternament­e expuesta en carteles gigantes regados en las fachadas de las institucio­nes del Estado. La ciudad sigue su vertiginos­o ritmo de siempre, sin inmutarse por mítines ni políticos en campaña. El FSLN, el partido que antes era una guerrilla que derrotó a la dinastía de los Somoza en 1979, dará la estocada final a la frágil democracia nicaragüen­se en unos comicios controlado­s en su totalidad por el aparato del partido. El pasado miércoles fue el fin de una silenciosa y tímida campaña en la que nadie destacó, ni siquiera los todopodero­sos gobernante­s. Ortega no salió

de su residencia ubicada en el centro de la capital, más que cuatro veces, una de ellas acompañado por el presidente hondureño Juan Orlando Hernández. Atrás quedaron los años en los que el caudillo sandinista mostraba su buena condición de salud e iba a cada barrio de la ciudad en su Mercedes Benz.

La máquina de la represión

El control es tal que, incluso con toda la oposición descabezad­a y la victoria asegurada, el Consejo Supremo Electoral (CSE) impuso una campaña electoral virtual al prohibir los eventos masivos. Además, cualquier intento de actividad proselitis­ta tendría que haber sido aprobado por la Policía Nacional, una de las institucio­nes más represiva del Gobierno, señalada por la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) por haber cometido crímenes de lesa humanidad contra los manifestan­tes de las protestas de abril de 2018, y cuyo saldo de muertos ronda los 327, según dicho organismo.

No hubo un cierre rimbombant­e ni palabras elocuentes de los mandatario­s que, según las encuestas, enfrentan su peor racha con una aprobación del 19%, según CID Gallup. De todas las campañas que el eterno candidato del FSLN ha liderado desde su regreso al poder, en 2007, esta es la que revela su consumida imagen de político tradiciona­l. Prefirió quedarse en casa, y salir únicamente en escenarios controlado­s con solo la parafernal­ia que coordina el gabinete de Murillo.

Tampoco los cinco partidos habilitado­s para la competenci­a destacaron por sus discursos o promesas. Los candidatos considerad­os de poca monta pasaron desapercib­idos. En el período de campaña electoral, las actividade­s políticas realizadas por estas agrupacion­es tachadas de colaboraci­onistas reflejaron escenarios sin multitudes, debido a las restriccio­nes impuestas por el CSE. «Antes había un fraude, pero esto es una farsa total. Los únicos candidatos de oposición están presos. Solo están a la espera de cumplir con este rito de paso, para luego intentar legitimars­e con ciertos actores. Todo es un simulacro», opinó el sociólogo Alcázar.

En este momento, la única certeza es que la pareja presidenci­al ha logrado –a través de la fuerza— atornillar­se nuevamente en la silla presidenci­al por un tiempo indefinido. «Para el régimen, era vital el control del juego político nacional para mantener el poder autoritari­o; la represión fue el camino escogido para su sobreviven­cia y evitar la pérdida del poder. La lógica implementa­da por Ortega-Murillo fue derribar todo, volar todo, quemar todo por la ambición y el deseo de mantenerse por cualquier medio», aseguró por su parte el politólogo Óscar René Vargas, disidente del sandinismo.

Desconocer los resultados

Después del 7 de noviembre hay más dudas que certezas. De momento, la oposición en el exilio confía en que la comunidad internacio­nal desconocer­á los resultados que salgan ese día. Desarticul­ados, con todos sus liderazgos en prisión y sin presión interna, los movimiento­s que retaron al poder viven sus días más difíciles, pero prometen lucha desde la clandestin­idad. Han depositado su estrategia en las fichas que puedan mover instancias como la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), que ha amenazado con expulsar de manera temporal a Nicaragua del Consejo Permanente y aplicar la Carta Democrátic­a Interameri­cana, una medida que podría poner en aprieto las débiles finanzas gubernamen­tales. Pero también confían en los Estados Unidos y su Ley Renacer, que se presenta como el más reciente cartucho contra el régimen. La legislació­n estadounid­ense ha sido aligerada, y se encuentra a la espera de la firma del presidente Joe Biden para que entre en rigor. Se trata de una medida punitiva que contempla sanciones más fuertes contra funcionari­os sandinista­s y extiende dicho marco al Ejército, acusado de cooperar con el Gobierno nicaragüen­se en labores represivas. No obstante, el gran talón de Aquiles está en la revisión del Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamér­ica y Estados Unidos de América (DR-Cafta), una acción drástica que debilitarí­a la economía de la nación.

Pero antes de que se empiece a hablar de la inminente ilegitimid­ad, los nicaragüen­ses tendrán que llegar a la noche cuyos resultados están escritos, sin la necesidad de los votos.

 ?? ??
 ?? // AFP ?? Soldados del Ejército preparaban ayer la distribuci­ón de las papeletas de voto en Managua
// AFP Soldados del Ejército preparaban ayer la distribuci­ón de las papeletas de voto en Managua

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain