ABC (Andalucía)

Un Gobierno sordo ante el apagón de abastecimi­entos y una oposición apagada que no quiere oír

- MARÍA JESÚS PÉREZ

Los grandes ojeadores económicos no se tragan el discurso de la crisis coyuntural y apuntan a un horizonte de dificultad­es sistémicas que coincide con los temores de Bruselas: una tormenta ‘made in Spain’. Y miran con lupa la evolución del tejido empresaria­l patrio. Las grandes resisten... aún; las pymes... sin consumo, y el ministerio de Garzón ni lo huele. Mientras, el PP se opone... a sí mismo

LA Moncloa y sus ‘metatrompe­teros’ se afanan ahora en extender la buena nueva de que no hay que temer la falta de regalos en Navidad, ya que las alacenas estarán bien abastecida­s de polvorones y regalos para los niños. Que eso del desabastec­imiento, como ha explicado en un arranque inaudito más de los suyos el ministro de Consumo, Alberto Garzón –lo mismo en esto algo le toca digo yo–, no tiene visos «de que vaya a producir un problema grave en la economía española que afecte a los consumidor­es». Pues... ¡agárrense que vienen curvas! y empiecen a preocupars­e, porque experienci­a con los «no pasa nada, como mucho habrá problemas para tres o cuatro» agraciados, tenemos a mansalva. Y en la etapa de pandemia, ni les quiero recordar, porque, además, se mantiene latente. El caso es que lo que no nos cuentan ahora los chicos, chicas y ‘chiques’ del Gobierno Sánchez es que cada vez es –será en nada al paso que vamos, créanme– más difícil poder pagar lo que sea con una inflación disparada y sin frenos hacia lo más crudo del crudo invierno.

El sufrimient­o es tanto para grandes como para pequeñas empresas, amén de autónomos –que esos siempre padecen por hache o por be–. Y es que cada punto de inflación son muchos puestos de trabajo que no se crean y otros tantos que se destruyen. Y esto, señores (señoras y ‘señoros’) es economía. Y, por cierto, nada de teoría, práctica en estado puro. Y si a todo ello se le añade la ocurrencia del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, de subir las cotizacion­es sociales, entonces el panorama es ya desolador.

Y mientras tanto, los analistas internacio­nales –que ni son ciegos, ni tragan con imposibles, como eso tan socialdemó­crata de pensar que meter dinero sin retorno es ley y poco menos que beneficenc­ia–, y que están estos días analizando resultados trimestral­es con los financiero­s de todas las grandes compañías españolas, no se creen la cantinela de que la subida de la luz es coyuntural. Entre otras cosas porque el molesto –verdadero azote estas últimas semanas de la titular de la cartera de lo verde del Ejecutivo, Teresa Ribera– presidente de Iberdrola, Ignacio S. Galán, junto con su homólogo en Endesa, José Bogas, y el de Naturgy, Francisco Reynés, les dicen lo contrario. Como tampoco se olvidan de la guinda más que esperada, y que más que nunca está acrecentan­do la lucha de poder entre las dos ‘vices’ concernida­s en el asunto por el propio jefe –la titular de Economía, Nadia Calviño, y la conocida ya en La Moncloa como ‘La Fashionari­a’, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz–: tumbar la reforma laboral de Fátima Báñez, quien a la chita callando, desde la rebotica de la CEOE, se dedica, entre otras cosas, a montar ‘road shows’ de empresario­s con ‘lobbies’ tirando de su vieja agenda de exministra.

Así las cosas, los que saben –expertos, analistas, inversores, organismos e institucio­nes, nacionales e internacio­nales...– coinciden con los temores de Bruselas: España reúne ya, con ímpetu propio, las caracterís­ticas idóneas para sufrir en cero coma la tormenta perfecta, al más puro estilo ‘made in Spain’, donde las grandes y medianas empresas aún resisten, veremos cuánto, y las

No olviden: los inversores internacio­nales ni son ciegos, ni tragan imposibles ni hacen beneficenc­ia

pequeñas, ¡buf!, pues sin consumo a la vista empiezan a tener problemas para sobrevivir y seguir pensando muchas de ellas en que eso de ser autónomo o tan ‘peque’ es sinónimo de sufridor nato y eterno y lo mismo viene a cuenta volver al gran sector privado... Aunque alguna de estas tampoco está exenta de seguir con sus cosas y ver problemill­as por ello en el horizonte, que en el futuro más inmediato ni el nuevo SMI ayuda, ni la falta de materias primas y suministro­s, ni el coste de la energía... En fin, la pescadilla que se muerde la cola. De momento, en Naturgy, por ejemplo, perciben cómo los del fondo IFM siguen sin conformars­e con un poder mermado en el consejo, tras haber alcanzado solo el 10,8% del capital en la opa, lo que ha animado al gran jefe de Criteria a estar ojo avizor y hacer mejores migas con sus socios de GIP, que más vale pájaro en mano... y si eso dejar aislados a los australian­os; o en IAG (Iberia), que no saben cómo tragarse Air Europa. De hecho, la pretensión era, y es, utilizar los fondos europeos que le dé España.

¡Serán espabilado­s! Aunque a su favor, que algún que otro Hidalgo es ‘amiguito’ del resiliente Sánchez, de nombre Pedro no me confundan…

Un final de año pues, negro para el empleo y muy oscuro para las empresas. Pero, no se preocupen, que como decía el presidente del Gobierno no hay que temer un apagón en España, que eso aquí no puede pasar. Seguro. Ya saben, como mucho tres o cuatro casos. ¡Ah! y de postre, mensajito desde el BCE, donde alguno espera que los sueldos no tengan que subir tanto como la inflación... no vaya a ser que lleguemos a fin de mes.

Y a falta de Gobierno, ausencia de oposición. Que el PP ha descubiert­o que no hay mejor enemigo que uno mismo y se ha puesto en modo avión: la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso,y Pablo Casado, con faldas y a lo loco, camino de la perdición, empeñados en hacer buenos a los malos. Esto no lo arregla ni el que pudiera ser el elegido para poner sentido común y reordenar prioridade­s –quizás, el bueno de Manuel Pizarro–, mientras debiera dar un paso al lado el campeón de huesos de oliva. Dicho queda.

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