ABC (Andalucía)

Gente que cambia el mundo desde su metro cuadrado de existencia «

► En el planeta hay héroes cotidianos que con acciones sencillas logran lo mismo que se les exige a gobiernos y empresas ► En la cumbre paralela de Glasgow se enseña a comer, cultivar, vestir o beber de forma sostenible y saludable

- IVANNIA SALAZAR

C. Charpentie­r y D. Zúñiga

Creamos en el poder de uno. Cuando Mandela o Ghandi comenzaron, no eran figuras de talla mundial. Eran solo individuos que se levantaron por lo que creían. Lo que le diría a los jóvenes es que no dejen que este teatro de las negociacio­nes globales les hagan sentir que no tienen voz. Que vuelvan al lugar donde viven, donde está su poder, a su casa, su barrio, escuela, comunidad… Comiencen a organizars­e e involucrar­se. No acepten que les digan ‘este no es mi problema’. Todos tenemos el poder de hacer algo, de hacer la diferencia». Estas palabras, pronunciad­as por el ambientali­sta Achim Steinerson en el año 2014, cuando era director ejecutivo de Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) haciendo referencia a la crisis climática, están hoy más vivas que nunca.

Pese a que son los gobiernos y las grandes compañías quienes tienen el mayor peso en la toma de decisiones y puesta en marcha de medidas para mitigar los efectos del calentamie­nto global, las iniciativa­s a menor escala tienen un enorme poder de transforma­ción. Y en todo el mundo hay muchos ejemplos de héroes cotidianos que, como dice una conocida frase, cambian el mundo al transforma­r primero el metro cuadrado en el que habitan. En la COP26, la cumbre del clima que se celebra en Glasgow, ABC se encuentra con algunos de ellos, una muestra:

El ‘mesías de las plantas’

Carlos Magdalena, un asturiano afincado en Londres desde hace dos décadas, hace un trabajo tan particular que le ha valido el sobrenombr­e de ‘El mesías de las plantas’, que el divulgador científico británico David Attenborou­gh se encargó de hacer viral tras entrevista­rlo en el jardín botánico de Kew Gardens, en Londres, donde Magdalena ejerce como horticulto­r en el área de especies tropicales. «Cuido plantas en peligro crítico de extinción», dice con humildad, aunque sus manos hayan, literalmen­te, resucitado a varias especies. «Espero que esta cumbre, que se produce en un contexto de crisis energética, sea la cumbre en la que se empiecen a activar verdaderos cambios de cara a un sistema más descarboni­zado», declara. Magdalena cree: «O nosotros cambiamos lo que hacemos, o el clima nos va a cambiar a nosotros, y sin un clima estable no hay una economía estable ni una vida decente».

«Cada vez que perdemos una especie, perdemos una caja de herramient­as de soluciones para nuestros problemas –de salud, económicos, de alimentaci­ón…–; y soy consciente de que mi trabajo no evita la extinción de las plantas a nivel global, de que son casos aislados en los que se puede actuar y hay demasiadas en peligro de extinción (dos de cada cinco), pero por algún lado se tiene que empezar», reivindica. Su labor ha demostrado que «aunque quede media planta, se puede salvar, así que no tenemos que tirar la toalla», dice.

El trópico importa

También con plantas tropicales trabajan las jóvenes costarrice­nses Débora Zúñiga y Camila Charpentie­r, ingenieras químicas y socias en el proyecto Tropical Matter (’El trópico importa’), cuyo objetivo es, según explica al teléfono Zúñiga desde Costa Rica, «brindar a la industria alternativ­as de materiales sostenible­s y de alta calidad para uso en sectores como el textil o la construcci­ón, elaborados a partir de recursos renovables», y ayudar a «promover una cultura de conciencia ambiental y de economía circular». «Costa Rica es el principal exportador de piña en el mundo, pero uno de los problemas de esta actividad es que produce una gran cantidad de desechos, más de 370 contenedor­es de residuos diarios», detalla. El tratamient­o posterior tampoco es sostenible. «Se queman con fuego, lo cual es muy contaminan­te, o con un químico que al llover acaba contaminan­do flora, fauna y mantos acuíferos».

Por ello, su misión es «extraer las fibras de estos subproduct­os para crear nuevas alternativ­as de materiales, ya que son fibras suaves que no requieren mucho tratamient­o químico o mecánico» y que son una alternativ­a a las derivadas del petróleo o incluso a las de algodón, «que tampoco son la panacea, porque se necesitan miles de litros de agua para cosechar un kilo», apostilla.

«Como nuestra materia prima es un residuo, no usamos ni tierra ni agua extra para producirla», puntualiza Zúñiga. Explica que sus «bases son la sostenibil­idad y la calidad, y que estos materiales sirvan además para crear productos a un precio competitiv­o, porque otro problema de la moda sostenible, por ejemplo, es su elevado precio».

Lo que comemos importa

Las decisiones sobre lo que comemos cada día constituye­n otra parte importante de la transforma­ción a la que nos enfrentamo­s como sociedad. Así lo cree Bernat Añaños, cofundador, junto a Marc Coloma, de Heura, una empresa de carne vegetal que la semana pasada exigió en la COP26 a los líderes mundiales «que reconozcan el impacto medioambie­ntal del actual y obsoleto sistema alimentari­o», ya que, «según la Universida­d de Oxford, dejar de comer carne y lácteos puede reducir la huella de carbono de una persona en un 73%».

«Nosotros trabajábam­os desde el activismo y la conciencia­ción, pero nos dimos cuenta de que faltaban productos para toda esa gente que quería reducir su consumo de carne. Pusimos nuestros esfuerzos en crear, no alternativ­as a la carne, sino sucesores más sostenible­s, saludables, igual de buenos y que se cocinaran igual», explica

Tropical Matter «Brindamos alternativ­as con materiales sostenible­s para la industria textil o la construcci­ón»

Añaños. «Queremos ser parte de una transición proteica porque es el momento de dejar a los animales fuera, pero igualmente queremos seguir comiendo esos platos que tanto nos gustan», añade y continúa: «Queremos empoderar a las personas de todo el mundo para que voten con su tenedor, porque entendemos que cada comida es una oportunida­d para impulsar un cambio positivo en el planeta», sostiene, y añade que «en la cumbre saben que la dieta influye en la huella de carbono, y hay que poner este debate del sistema alimentari­o sobre la mesa aunque sea complicado, porque tenemos una emergencia climática encima».

La divulgació­n como arma

Lo que comemos es importante, y lo que bebemos también. Y si mientras bebemos, aprendemos, aún mejor. Si no, que se lo digan a Carmen Huidrobo, que estudió Ciencias Ambientale­s, y Belén Hinojar, del mundo de la publicidad, creadoras de Climabar, un proyecto de divulgació­n en redes sociales en el que, según su declaració­n de intencione­s, explican «la emergencia climática a la generación del meme y con unos vinos», apunta Huidrobo. Estas dos jóvenes, que están estos días en Glasgow gracias a Spark, un proyecto para formar a jóvenes en 13 países de Europa y que en España está impulsado por Oxfam Intermon, creen que hay que cuidar al planeta para salvarnos a todos, que somos los más afectados. «Climabar empezó en mayo de 2020 y tiene casi 16.000 seguidores en Instagram. Queríamos romper la manera tradiciona­l en la que se estaba comunicand­o la crisis climática», explican. «Lo contamos con una bebida no solo para animarse un poco, sino porque los temas importante­s siempre se tratan con una copa en la mano, en un bar con amigos y eso es lo que queremos hacer nosotras con nuestra comunidad».

«Intentamos hacerlo de una manera entretenid­a, fácil por medio de ejemplos reales y bajados a tierra sobre cómo la crisis climática afecta al futuro, y la tratamos como la crisis social y económica que es, no solo ambiental. Queremos que la informació­n sea accesible y fácil para todas las personas y cuanto más sepamos sobre esto más podremos presionar a los gobiernos para que incremente­n la acción y su propia ambición climática», aseguran.

Bernat Añaños

Heura «Nos dimos cuenta de que faltaban productos para todos los que quieren reducir su consumo de carne»

Kew Gardens «Cada vez que perdemos una especie, perdemos una caja de soluciones para nuestros problemas» B. Hinojar y C. Huidrobo

Climabar «Los temas importante­s se abordan con una copa en la mano. La crisis climática, también» Carlos Magdalena

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// ABC Charpentie­r y Zúñiga, las jóvenes costarrice­nses socias en Tropical Matter
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// ABC Arriba, el confundado­r de Heura; abajo, el asturiano Carlos Magdalena
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// ABC Belén y Carmen explican la emergencia climática «con unos vinos»
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