ABC (Andalucía)

De asistente a goleador, la transforma­ción de un Benzema insaciable

El delantero francés, que busca su primer Pichichi, marcó un tanto, acarició tres más y le anularon otro

- TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Durante nueve años fue el mejor asistente de Cristiano, el culpable de un centenar de los 450 goles del portugués en el Real Madrid. Ahora, Benzema disfruta de los pases que Vinicius, Alaba, Asensio y otros compañeros le conceden para que demuestre su capacidad rematadora. Vinicius y Asensio construyer­on la jugada del primer tanto, que fusiló Kroos. Y Alaba dio el segundo a Benzema, al hombre que busca su primer Pichichi, en un centro cruzado a la espalda de la defensa rayista. Los aficionado­s jalearon su nombre y pidieron el Balón de Oro para él. El ariete madridista suma ya catorce dianas en la temporada y quiere conseguir, a los 33 años, su primer trofeo de máximo artillero de la Liga española, en la que lleva diez.

«Karim es como el vino, que mejora con los años», señala Carlo Ancelotti al hablar de su capitán. Las ganas que evidencia en el césped ilusionan al madridismo. Corre por el balón desde el saque de centro con el ansia de su juventud. No la ha perdido. Presiona para robar la pelota gracias a ese poderío físico que ha logrado después de un lustro de trabajo específico en casa. Se siente mejor futbolista ahora, en la treintena, que cuando tenía 25. Tras una década como lugartenie­nte del astro luso, ahora camina hacia los tresciento­s goles en la casa blanca y quiere alcanzar los 308 de Di Stéfano y los 323 de Raúl para ser el segundo rematador de los 119 años de existencia del club madrileño.

La explosión de Vinicius ha sido lo mejor que le ha podido suceder al francés. El brasileño rompe las costuras de las defensas rivales y Benzema las remata. Ayer, el fino extremo suramerian­o estuvo muy vigilado, agarrado durante la mayor parte del tiempo ante la permisivid­ad del árbitro, pero de todos modos se escapó y fabricó la carrera del primer tanto. El nueve, de hecho, juega más que nunca en el área porque debe aprovechar la profundida­d de Vinicius, la sensación de la temporada.

En esa ambición desmedida de Karim, como le llama el vestuario, le vemos incluso ser egoísta en el disparo, todo lo contrario de su etapa con Cristiano. Pide el balón para rematar y a veces no centra a un compañero bien situado y quien chuta es él. Son delirios de goleador, esos que le pedía el Bernabéu cuando llegó y que ha mostrado en la madurez.

El equipo le busca

Repleto de codicia deportiva, Benzema desea conquistar el Balón de Oro y el Pichichi del campeonato español. El primer cetro no depende de él, sino de los votantes y es bastante subjetivo. El segundo sí lo tiene en sus botas y en el fútbol del Real Madrid.

Anoche pudo anotar alguna diana más si Vinicius no abusa también, los dos lo hacen, del regate y del tiro en vez de dar el pase de la muerte al delantero centro del equipo. Son los dos mejores delanteros de nuestra Liga y tienen algunos pecadillos de egoísmo dentro de la conexión perfecta que demuestran en cada encuentro. En una de esas conexiones, Mendy y Vini dieron dos taconazos y el nueve remató alto la espectacul­ar jugada triple. Su compatriot­a Camavinga, que fue titular y realizó un buen partido, creó también una acción para Benzema que no entró. Y Asensio le surtió otros dos pases con visos de acierto. Todo el fútbol madridista busca el regate de Vinicius y sobre todo el remate de Benzema. Ante el Shakthar fue determinan­te y anoche se quedó con solo un tanto porque no estuvo tan preciso en el disparo.

Fue sustituido al final y se llevó la segunda ovación de la noche. Salió Hazard en el tramo final en busca de sensacione­s. El belga no tiene sitio en ese ataque liderado por el francés y por el brasileño. Benzema está tocado con la varita mágica. Marca goles, baja a pedir la pelota, ayuda al centro del campo, combina con los defensas y es el líder del grupo. Camino de los 34, es el futbolista completo.

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