El nuevo TC trabajará sin miedo a recusaciones pese a su perfil político
∑La aparente afinidad ideológica de los candidatos con los partidos que les han propuesto no bastará para apartarles ∑Cuando Pumpido era fiscal general visó miles de asuntos y no por ello tiene que abstenerse, señalan fuentes del órgano
El perfil político de los cuatro nuevos magistrados del Tribunal Constitucional no preocupa en exceso a los miembros del órgano de garantías que continúan desempeñando allí sus funciones, entre ellas la salvaguarda de derechos fundamentales y la adecuación a la Carta Magna de las leyes que emanan de las Cortes o de las cámaras autonómicas. Aunque asumen que habrá intentos de apartar de algunos de ellos de la deliberación de asuntos relacionados con las formaciones con las que se les identifica, especialmente a los propuestos por el PP, Enrique Arnaldo y a Concepción Espejel –aunque también a Ramón Sáez por la vehemencia empleada en algunas de sus resoluciones y publicaciones–, recuerdan que las causas de recusación están muy tasadas y que la mera propuesta del candidato por parte de un partido no les invalida para debatir sobre asuntos relacionados con esa formación.
En ese sentido fuentes del TC señalan que los cuatro candidatos «ni son los primeros ni son los últimos» juristas que aterrizan en un tribunal donde «sistemáticamente todos estamos catalogados como conservadores y progresistas» y donde dos de los doce magistrados son directamente nombrados por el Gobierno en la renovación que corresponde al tercio de Ejecutivo y CGPJ. En este sentido opinan que «tampoco hay que rasgarse las vestiduras» por perfiles más o menos políticos y sí fijarse en la «profesionalidad y rectitud» con la que los nuevos magistrados desempeñen su mandato. Sí reconocen que habrían sido deseable «perfiles ideológicamente menos marcados», pero insisten en la profesionalidad de los cuatro y en que la especialidad en Penal que ostentan Sáez y Espejel era necesaria en el Tribunal en un momento, además, en el que tras haberse apartado Conde-Pumpido y Narváez de los asuntos del ‘procés’, no había penalistas para estudiar las derivadas internacionales en las que ha desembocado la fuga de Puigdemont, que tiene recurridas en el TC varias resoluciones del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena.
El ejemplo del ‘procés’
El punto débil de Sáez está en sus publicaciones; el de Espejel, en su recusación en Gürtel y el de Arnaldo, en sus vínculos con el PP
El hecho de que los nuevos magistrados hayan abordado a lo largo de su trayectoria profesional asuntos que van a pasar por manos del Tribunal no les invalida por sí solo para debatir sobre ellos, opinan fuentes del Tribunal, salvo que hayan participado directamente en la resolución del contencioso en cuestión (en cuyo caso no sería necesaria la recusación, pues el propio magistrado se abstendría) o hayan formulado algún comentario o publicación que revele una afinidad o enemistad tal que les impida estudiar el asunto.
El mejor ejemplo es el del ex fiscal general del Estado que hoy se sienta como magistrado en el TC, Cándido Conde-Pumpido. Por sus manos pasaron miles de procedimientos con la política criminal del Ejecutivo que le nombró sin que por ello haya sido apartado de causas sobre las que previamente se había posicionado. En los años que lleva en el TC Conde-Pumpido solo se ha apartado de los recursos contrala sentencia del ‘procés’, y no
por la época en la que ostentó la máxima representación del Ministerio Público, sino por una conferencia en la que lamentó la subversión del Estado social y democrático de Derecho utilizando fraudulentamente la propia bandera de la democracia (…). Me preocupa que se invoque la propia bandera para derrocar la Constitución».
En el caso de Ramón Sáez su «punto débil» son las opiniones vertidas en estudios o publicaciones a las que él mismo aludió esta misma semana ante la Comisión de Nombramientos del Congreso. En el de Espejel y Arnaldo, será su relación con el PP lo que lleve a promover con toda probabilidad distintas recusaciones, si bien tendrán que basarse en algo más que en un presunto «vínculo» con el partido y traducirse en cuestiones concretas.
Caso Gürtel
A modo de ejemplo, y después de las conversaciones que han trascendido y que han puesto en evidencia la relación de Arnaldo con los expresidentes balear y madrileño Jaume Matas e Ignacio González, respectivamente, se da por hecho que si en algún momento llegan recursos de amparo de alguno de los dos al TC, el propio Arnaldo se apartará. En el caso de Espejel, el hecho de que fuera recusada para formar parte del tribunal de Gürtel no implica que tenga que abstenerse de participar en cada asunto relacionado con el PP, como tampoco le obligaría a ausentarse de todo lo relativo al ‘procés’ por el hecho de haber juzgado puntualmente a Trapero. Por lógica y como consecuencia de aquella recusación, solo debería abstenerse de los asuntos relacionados con Gürtel y de aquéllos sobre los que, como el también magistrado de la Audiencia Nacional Ramón Sáez, haya dictado sentencia.
Hay que recordar que el Pleno de la Sala Penal de la Audiencia aceptó la recusación de Espejel no porque tuviera más o menos relación con Cospedal ni porque fuera vocal a propuesta del PP, sino por la falta de apariencia de imparcialidad que suponía que Bárcenas (acusado en Gürtel) hubiera participado activamente como senador en la candidatura de Espejel al CGPJ. Y también porque desde el propio órgano de gobierno de los jueces (del que los cuatro nuevos magistrados han sido vocales) pasó directamente, «sin solución de continuidad», a la presidencia de la Sección Segunda, donde recayó el enjuiciamiento de la trama de corrupción. La decisión de apartarla fue muy ajustada, diez votos frente a ocho. Uno de los ocho partidarios de mantenerla en ese tribunal era el hoy ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, entonces presidente de la Sala Penal.
El nuevo TC tendrá sobre la mesa buena parte de la política legislativa del Gobierno recurrida por la oposición, como la ‘ley Celáa’, la eutanasia o la limitación de las funciones del CGPJ; pero también asuntos que vienen coleando desde años atrás, como el aborto.