Aragonès constata el retroceso de Cataluña como actor internacional
▶ Desarrolla en Glasgow una agenda de segundo nivel, como otros presidentes regionales, y por debajo de Colau
El presidente catalán, Pere Aragonès, ha pasado los últimos dos días en la cumbre del clima de Glasgow. Allí, ha mantenido una agenda de perfil bajo que ha puesto de relieve las limitaciones del Govern para obtener visibilidad en foros internacionales de primer nivel, muy lejos de los tiempos ‘preprocés’, cuando Cataluña presumía de tener voz propia más allá de las fronteras estatales. De hecho, los encuentros del republicano no han sido muy diferentes a los de otros líderes autonómicos que también han recalado en la COP26 para reivindicar su compromiso ambientalista, como ha sido el caso del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. De hecho, las agendas de ambos han sido muy parecidas, con encuentros con representantes del Gobierno de Escocia y del land alemán de Baden-Württemberg.
El escaso éxito del paso del presidente catalán por Escocia contrasta con la repercusión cosechada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. La dirigente morada ha contado con un notable protagonismo a través de su rol en la red mundial de ciudades C40, que representa a 700 millones de personas. La delegación de esta red urbana en la cumbre ha sido liderada por el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, mientras que Colau asumió la vicepresidencia y el liderazgo de las ciudades europeas. En Glasgow Colau también ha compartido foco con la española Anna Hidalgo, alcaldesa de París y candidata socialista a la presidencia de Francia.
Visibilidad limitada
En el caso de Aragonès, su agenda se ha limitado a participar en la asamblea de ‘Under2’, la agrupación de gobiernos regionales por la reducción de emisiones de CO2, y a reuniones con los gobiernos de Escocia, Baden-Württemberg,
Córcega y del estado de Washington (no confundir con la capital de EE.UU.). El presidente catalán cerró ayer su paso por Glasgow con su ‘asistencia’ a otra jornada organizada por una red de gobiernos regionales de 21 países a favor del desarrollo sostenible. La consejera catalana de ‘acción climática’, la también republicana Teresa Jordà, y el delegado de la Generalitat en el Reino Unido, Sergi Marcen, acudiron a la cita junto a Aragonès, aunque no desarrollaron una agenda (pública) propia y se centraron acompañar al presidente.
Al igual que Aragonès, la primera ministra de Escocia, la independentista Nicola Sturgeon, también ha tenido dificultades para marcar perfil propio en la cumbre, a pesar de que esta tenía lugar en su territorio. De hecho, el Gobierno británico ha limitado al máximo la visibilidad de la dirigente soberanista, que se ha dedicado a recibir a los invitados de rango subestatal, organizaciones sociales, de mujeres o colectivos indígenas. Con todo, Sturgeon sí ha tenido la oportunidad de posar con mandatarios internacionales de primer nivel como el presidente Joe Biden o la canciller alemana, Angela Merkell. Sin embargo, ha sido el ‘premier’ británico, Boris Johnson, quien ha ejercido, casi en solitario, como anfitrión de una cita que algunos analistas consideran que ha querido usar para proyectar al mundo la nueva realidad británica post-Brexit.
El discreto papel de Aragonès palidece aún más si se compara con la proyección internacional que en sí tuvieron Jordi Pujol o Pasqual Margall, que siempre entendieron que Cataluña debía tener un papel activo en la escena internacional, de manera particular como entusiastas defensores del proyecto europeo. Pujol, por ejemplo, fue uno de los principales impulsores de la entente transfronteriza de tipo económico 4 Motores para Europa –integrada por Cataluña y las regiones de Baden-Württemberg, Lombardia y Ródano-Alpes–, mientras que Maragall hizo lo propio con la llamada eurorregion ‘Pirineos-Mediterráneo’. Fueron unos años en los que la presencia de ambos presidentes en Bruselas era constante, del mismo modo que la interlocución con jefes de Estado, y las visitas de los mismos a Barcelona, especialmente durante el periodo preparatorio de los Juegos Olímpicos, no eran para nada infrecuentes.
Visitas fracasadas
La escasa presencia palidece con la proyección de Pujol o Maragall: el ‘procés’ ha convertido a los ‘presidents’ en personajes a evitar
La pérdida de peso internacional de Cataluña se aceleró con la presidencia de José Montilla, y devino irreversible con la de Artur Mas y el arranque del proceso soberanista. Si en 2011 Mas se estrenaba en Bruselas y se reunía con el entonces presidente de la Comisión Durao Barroso presentándose como aplicado alumno del programa de austeridad y recortes, en 2013, ya con el ‘procés’ en marcha, las visitas del ‘president’ a la capital europea se contaron por fracasos. Los líderes europeos le hacían el vacío. Mas, al menos, lo intentaba. Con Carles Puigdemont, directamente, se ha pasado a un discurso casi eurofóbico.