ABC (Andalucía)

El proceso de Ricky se acerca a su culmen

► El base asombra en la NBA con un recital en el Garden y llama a las puertas de una gran franquicia para 2022

- E. V. ESCUDERO

Nunca antes se había visto a un Ricky Rubio tan feliz en la NBA como el que abandonó el lunes el parqué del Madison Square Garden ovacionado. 37 puntos, 10 asistencia­s y ocho triples en nueve intentos. Una hoja estadístic­a para el recuerdo. La confirmaci­ón de que el catalán atraviesa por el momento más dulce de su carrera.

Rubio llegó a la NBA muy joven. Tanto, que a pesar de haber cumplido 31 años días atrás hace tiempo que parece un veterano. El base llegó siempre pronto a cada etapa deportiva. El más joven, el más talentoso, el que más alto apuntaba. Tantas expectativ­as que cuando llegó a Estados Unidos nada parecía suficiente. Entre eso, las lesiones y los problemas personales empezó a torcerse una carrera que ha remontado de manera fulgurante en los últimos años. Tiempo en el que Rubio se ha despojado de todas las ataduras psicológic­as para llevar a España hasta el oro Mundial de 2019 y para llamar a la puerta de las grandes franquicia­s gracias a una madurez inesperada para todos menos para él. «El mío ha sido un proceso de muchas maneras, tanto físico como mental. Durante mi carrera he vivido mucho altibajos. Llegué con mucha confianza, me rompí la rodilla el primer año, el cuarto año tuve una operación de tobillo, después problemas personales... llega un momento donde tu cabeza te da mucho que pensar. Y llega un momento en el que me doy cuenta de que estoy madurando, que veo que no es el fin del mundo perder un partido ni el éxtasis ganar uno», explicaba ayer el base tras su recital ante los Knicks.

Sonríe Ricky Rubio en su nuevo equipo. Capaz de disfrutar con un rol de sexto hombre que no había ejercido nunca hasta ahora y desde el que está brillando tanto que muchos de aspirantes al anillo ya le han echado ya el ojo para el próximo verano. Entonces será para elegir su futuro. El último gran contrato de su carrera. En el que tiene puestas sus esperanzas para alcanzar un anillo que parecía lejos de su alcance no hace tanto.

Desde que dejó Utah –quizá la etapa más importante y que más influencia tuvo en su cambio mental–, Ricky ha visto cómo su contrato servía de moneda de cambio en diferentes traspasos. Phoenix, Oklahoma City, Minesota y Cleveland. Cuatro equipos en unos meses. Demasiado ruido. Aunque por momentos lo pasó mal, la experienci­a vital acumulada en los últimos años –sobre todo por la muerte de su madre, Tona– le ayudó a sobrelleva­r los cambios de vestuario y de residencia. Serenidad que ha sido más importante en esta última época en la que en todas estas mudanzas, además de su mujer, tiene que tener en cuenta al pequeño Liam. «Ha sido un proceso más largo de lo que igual la gente esperaba, pero al final cada uno tiene su camino», puntualizó el español, que ha cautivado a la NBA con su juego y con sus reflexione­s.

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