Apagón y vámonos
Lo de ese posible gran apagón suena a paparrucha chorra destinada a mantenernos domados
MANTENER amistades que militan en el bando del buenismo más recalcitrante exige infinita paciencia, pero la amistad reclama su peaje y si nuestros amigachos fuesen modélicos, perfectines, si pensasen como nosotros, se perdería la gracia. Conviene, pues, soportar sus defectos porque sólo así, en esas discrepancias, nuestras existencias cobran cierto sentido.
Lo de ese posible gran apagón suena a paparrucha chorra destinada a mantenernos domados, miedosos, mansos, dóciles. No me lo trago y no voy a largarme a la ferretería del barrio para comprar bombonas de camping gas que son como el bonsái de la tradicional y recia bombona de butano. Además, ante el pánico desatado, creo que ya no quedan existencias pues los prudentes se han abalanzado para hacer acopio de bombonitas, linternas, velas, pilas y sospecho que cerillas también, que nunca se sabe. Pero lo del apagón sirve para vigorizar la charla que se desliza hacia el coma tras una cena cargada de vino, justo cuando el copazo. Si lanzas la predicción digamos ‘Mad Max’, o sea la que apunta hacia el caos total irrumpiendo tras 48 horas de apagón, con hordas de ciudadanos enloquecidos galopando por las calles, cuchillo jamonero en ristre y dispuestos a matar para conseguir alimentos, ellos se escandalizan. Afirman que somos gente solidaria, opinan que nos ayudaríamos y que, desde luego, ellos nunca rebanarían el cuello del prójimo para trincar una caja de galletas. Frente a esta visión de comuna jipi, les disparé el ejemplo de las personas que se pelean a leche limpia para conseguir un trasto electrónico cuando el Black Friday allá en los USA, o esas otras que, aquí en nuestra España, luchan para agenciarse un jersey verde moco en las rebajas de enero. Si esas trifulcas zafias estallan cuando los trances de opulencia, imaginemos qué sucedería si el colapso nos noquea. Nos despedazaríamos. El apagón no llegará, claro, pero bueno, por si acaso yo tengo una gallarda y afilada katana. A mí no me pillan sin nada entre las manos...