La tristeza
Destruir la economía es lo mismo que destruir la gastronomía y la alegría
EL ecologismo y el climatismo son microimplosiones del marxismo que sobrevivieron a la caída del Muro. El hembrismo también. El libro de recetas de Alberto Garzón es tristeza sovietizante que conduce a la miseria, a la desesperanza y a la muerte. La izquierda y sobre todo la extrema izquierda saben que lo primero que necesitan para controlar a un hombre, y para someterlo, es arrebatarle la alegría; y no es cierto que comiendo los platos de este libro vayas a encontrarte mejor o a contaminar menos. Sólo te deprimirás, como si la felicidad hubiera sido borrada de la faz de la Tierra. A Alberto Garzón no le interesa tu salud ni mucho menos la del planeta: los de su cuerda fueron siempre unos asesinos, y lo continúan siendo allí donde gobiernan con poder absoluto. Tampoco tienen respeto alguno por el medio ambiente: basta con ver los restos de espantosa arquitectura que aún perduran en los países que cayeron bajo el yugo del Pacto de Varsovia. Garzón quiere hacernos chantaje con su propaganda aparentemente bienintencionada para inocularnos el virus de la tiranía. Para meterse en nuestras casas como en ‘La vida de los otros’. La alta cocina es la idea más completa y moderna de la libertad desde que Ferran Adrià hizo saltar por los aires las agobiantes costuras de la cocina francesa, y es precisamente esta idea de libertad lo que Garzón ataca con sus recetas incultas, vulgares y tercermundistas. Destruir la economía es lo mismo que destruir la gastronomía y la alegría. Es disparar contra el alma, que los comunistas nunca entendieron y por eso no hacen más que pisotearnos y matarnos cada vez que nos descuidamos y les dejamos vivir demasiado cerca del poder. Alberto Garzón encarna el detallado proyecto del Mal, y el ecologismo, como el marxismo, ofrece un bien superior que no existe, en nombre de unos cataclismos altamente improbables y a cambio de destruir nuestro modo de vida fascinante y libre, motor de todas las cosas bellas. Estamos más contentos que vosotros y no podéis sufrirlo. Nos amenazáis con dietas de conejo y la destrucción del mundo porque os da rabia y envidia no tener nuestro proveedor de trufa.