Crece la desconfianza en el PSOE con Yolanda Díaz: «Se ha pasado y ha habido falta de lealtad»
► El pulso por la reforma laboral deja secuelas sin resolver cuando toma cuerpo un nuevo choque en pensiones
La coalición de Gobierno intentó sofocar hace casi dos semanas el conflicto originado por el control de la negociación sobre la reforma laboral. Un pacto para bajar las revoluciones. Que cumple con la pretensión de La Moncloa de controlar la negociación, pero preservando el liderazgo formal de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo.
Pero la crisis está lejos de haber quedado resuelta. No tanto por esta negociación concreta, que también, sino porque la desconfianza que ha dejado Yolanda Díaz en las filas socialistas es ya un hecho estructural. Ahora llega el choque por la reforma de las pensiones. Con Unidas Podemos marcando de nuevo posición en contra de la ampliación del periodo de cálculo. Y condicionando la aprobación de una reforma comprometida con Bruselas.
El nuevo pulso tiene lugar cuando la batalla reciente ha dejado heridas que todavía no se han cerrado. Se ha dejado de sangrar en el día a día mediático pero que no cicatriza. La relación entre el PSOE y Yolanda Díaz difícilmente podrá normalizarse. «Se ha pasado siete pueblos», cuentan todavía con indignación en las filas socialistas del Gobierno. Lo que motivó el conflicto tuvo que ver con lo que los socialistas interpretan como una «falta de lealtad» y una actuación que no cumplía con los estándares de la necesaria coordinación dentro del Ejecutivo.
En las filas socialistas explican que su intervención, a través de la vicepresidenta Nadia Calviño, planteando un nuevo esquema de coordinación, se justificaba porque «se estaban planteando medidas y acuerdos» en el seno del diálogo social, reuniones lideradas por Díaz desde el mes de julio, de las que no tenía conocimiento el resto del Gobierno. En Trabajo defienden que su lealtad nunca ha estado en cuestión pese a la crudeza del famoso correo electrónico remitido desde la vicepresidencia económica.
En el PSOE se habla de que algunos documentos fruto de esas reuniones no llegaban a La Moncloa, que finalmente se hacía con ellos por otras vías. Trabajo siempre ha defendido que esa organización es la misma estructura que rige con la negociación de las pensiones que pilota el ministerio de Inclusión y Seguridad Social. Lo que motivó la intervención socialista fue el temor de que Díaz acelerase un acuerdo en el diálogo social que no fuera digerible para los empresarios y que por extensión tuviera más dificultades en Bruselas, donde Pedro Sánchez se ha comprometido a unas reformas presididas por el acuerdo con los agentes sociales.
Los socialistas se muestran convencidos de que el pulso lanzado por la parte morada de la coalición ha estado al servicio de la construcción de su proyecto político. En ambas partes de la coalición se reconoce que es el pulso por las medidas económicas, singularmente las que tocan su área ministerial, las que más va a pelear Díaz. «La hemos visto venir claramente», dicen en el Gobierno. Lo que en el lenguaje cotidiano sería algo así como decir que la tienen calada. En el PSOE se refieren mucho a una figura «con dos caras», en el sentido de que proyecta una imagen de cara los medios de comunicación que no es la misma que su perfil más íntimo. Aseguran que su interlocución «en privado» con otros miembros del Consejo de Ministros es mucho más tirante y menos fluida. «Pablo era mucho más caliente, hacia de la discrepancia pública su estrategia. Eso con Yolanda, hasta ahora, había cambiado y era bueno para la coalición. Pero en la interlocución interna Iglesias era capaz de generar más complicidades», relata un ministro.
Los socialistas creen que Díaz utilizó el conflicto con la reforma laboral para reforzar su perfil como líder frente a Sánchez
El papel de la comunicación
Sí se reconoce que ha existido una dificultad para neutralizar el ascendente comunicativo y el control del relato por parte de Yolanda Díaz. El lado morado del Gobierno acostumbra a comunicar de forma mucho más fluida, menos encorsetada y más generalizada que la parte socialista. Algo que desde el socio mayoritario explican porque si entrasen a cada intercambio en público la coalición sufriría mucho más.
La legislatura entra en su segunda mitad. Y conforme pasen las semanas el ánimo electoral se irá caldeando. En las filas socialistas se muestra preocupación por la configuración del proyecto de Díaz y si con ello se pueden desestabilizar los equilibrios en el espacio de Unidas Podemos. «Veremos qué final de legislatura quieren. Si necesitan escenificar distancia o no», explica un dirigente del PSOE. Es el motivo por el que hace menos de un mes el presidente del Gobierno se manifestó defendiendo la necesidad de que el espacio a la izquierda del PSOE se agrupase y resolviese sus cuestiones identitarias.
Sobre la posibilidad de que Yolanda Díaz pueda erosionar la base de votantes socialistas, en el PSOE no niegan que eso pueda pasar. Pero destacan que el presidente es competitivo en todo el espectro. «Las valoraciones del presidente son muy sólidas en la izquierda», dicen. Un 16,1% de electores del PSOE señalan a Díaz como presidenta. Un 10,1% de los de UP prefieren a Sánchez, según datos del CIS. Pero este impulso de Díaz todavía no se nota en términos de voto. Algo que en el PSOE no saben todavía si celebrar o lamentar.