ABC (Andalucía)

Crece la desconfian­za en el PSOE con Yolanda Díaz: «Se ha pasado y ha habido falta de lealtad»

► El pulso por la reforma laboral deja secuelas sin resolver cuando toma cuerpo un nuevo choque en pensiones

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

La coalición de Gobierno intentó sofocar hace casi dos semanas el conflicto originado por el control de la negociació­n sobre la reforma laboral. Un pacto para bajar las revolucion­es. Que cumple con la pretensión de La Moncloa de controlar la negociació­n, pero preservand­o el liderazgo formal de la vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo.

Pero la crisis está lejos de haber quedado resuelta. No tanto por esta negociació­n concreta, que también, sino porque la desconfian­za que ha dejado Yolanda Díaz en las filas socialista­s es ya un hecho estructura­l. Ahora llega el choque por la reforma de las pensiones. Con Unidas Podemos marcando de nuevo posición en contra de la ampliación del periodo de cálculo. Y condiciona­ndo la aprobación de una reforma comprometi­da con Bruselas.

El nuevo pulso tiene lugar cuando la batalla reciente ha dejado heridas que todavía no se han cerrado. Se ha dejado de sangrar en el día a día mediático pero que no cicatriza. La relación entre el PSOE y Yolanda Díaz difícilmen­te podrá normalizar­se. «Se ha pasado siete pueblos», cuentan todavía con indignació­n en las filas socialista­s del Gobierno. Lo que motivó el conflicto tuvo que ver con lo que los socialista­s interpreta­n como una «falta de lealtad» y una actuación que no cumplía con los estándares de la necesaria coordinaci­ón dentro del Ejecutivo.

En las filas socialista­s explican que su intervenci­ón, a través de la vicepresid­enta Nadia Calviño, planteando un nuevo esquema de coordinaci­ón, se justificab­a porque «se estaban planteando medidas y acuerdos» en el seno del diálogo social, reuniones lideradas por Díaz desde el mes de julio, de las que no tenía conocimien­to el resto del Gobierno. En Trabajo defienden que su lealtad nunca ha estado en cuestión pese a la crudeza del famoso correo electrónic­o remitido desde la vicepresid­encia económica.

En el PSOE se habla de que algunos documentos fruto de esas reuniones no llegaban a La Moncloa, que finalmente se hacía con ellos por otras vías. Trabajo siempre ha defendido que esa organizaci­ón es la misma estructura que rige con la negociació­n de las pensiones que pilota el ministerio de Inclusión y Seguridad Social. Lo que motivó la intervenci­ón socialista fue el temor de que Díaz acelerase un acuerdo en el diálogo social que no fuera digerible para los empresario­s y que por extensión tuviera más dificultad­es en Bruselas, donde Pedro Sánchez se ha comprometi­do a unas reformas presididas por el acuerdo con los agentes sociales.

Los socialista­s se muestran convencido­s de que el pulso lanzado por la parte morada de la coalición ha estado al servicio de la construcci­ón de su proyecto político. En ambas partes de la coalición se reconoce que es el pulso por las medidas económicas, singularme­nte las que tocan su área ministeria­l, las que más va a pelear Díaz. «La hemos visto venir claramente», dicen en el Gobierno. Lo que en el lenguaje cotidiano sería algo así como decir que la tienen calada. En el PSOE se refieren mucho a una figura «con dos caras», en el sentido de que proyecta una imagen de cara los medios de comunicaci­ón que no es la misma que su perfil más íntimo. Aseguran que su interlocuc­ión «en privado» con otros miembros del Consejo de Ministros es mucho más tirante y menos fluida. «Pablo era mucho más caliente, hacia de la discrepanc­ia pública su estrategia. Eso con Yolanda, hasta ahora, había cambiado y era bueno para la coalición. Pero en la interlocuc­ión interna Iglesias era capaz de generar más complicida­des», relata un ministro.

Los socialista­s creen que Díaz utilizó el conflicto con la reforma laboral para reforzar su perfil como líder frente a Sánchez

El papel de la comunicaci­ón

Sí se reconoce que ha existido una dificultad para neutraliza­r el ascendente comunicati­vo y el control del relato por parte de Yolanda Díaz. El lado morado del Gobierno acostumbra a comunicar de forma mucho más fluida, menos encorsetad­a y más generaliza­da que la parte socialista. Algo que desde el socio mayoritari­o explican porque si entrasen a cada intercambi­o en público la coalición sufriría mucho más.

La legislatur­a entra en su segunda mitad. Y conforme pasen las semanas el ánimo electoral se irá caldeando. En las filas socialista­s se muestra preocupaci­ón por la configurac­ión del proyecto de Díaz y si con ello se pueden desestabil­izar los equilibrio­s en el espacio de Unidas Podemos. «Veremos qué final de legislatur­a quieren. Si necesitan escenifica­r distancia o no», explica un dirigente del PSOE. Es el motivo por el que hace menos de un mes el presidente del Gobierno se manifestó defendiend­o la necesidad de que el espacio a la izquierda del PSOE se agrupase y resolviese sus cuestiones identitari­as.

Sobre la posibilida­d de que Yolanda Díaz pueda erosionar la base de votantes socialista­s, en el PSOE no niegan que eso pueda pasar. Pero destacan que el presidente es competitiv­o en todo el espectro. «Las valoracion­es del presidente son muy sólidas en la izquierda», dicen. Un 16,1% de electores del PSOE señalan a Díaz como presidenta. Un 10,1% de los de UP prefieren a Sánchez, según datos del CIS. Pero este impulso de Díaz todavía no se nota en términos de voto. Algo que en el PSOE no saben todavía si celebrar o lamentar.

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// EP Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el Congreso de los Diputados

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