ABC (Andalucía)

Cataluña, de nuevo pendiente de una asamblea de la CUP para aprobar los presupuest­os

Las bases de los antisistem­a votan hoy si apoyan las cuentas de Aragonès (ERC) y Giró ( Junts)

- MIQUEL VERA

Los militantes de Endavant, Poble Lliure y Piratas de Cataluña, todos ellos partidos de extrema izquierda que integran la CUP, se han reunido este fin de semana para debatir en asamblea el futuro de los presupuest­os de la Generalita­t y, en gran medida, el futuro de Pere Aragonès como presidente del Govern catalán. Hoy votarán sus conclusion­es en una consulta interna. Quienes conocen las interiorid­ades de la formación anticapita­lista no ven nada claro que su militancia avale a la primera unas cuentas que llevan el sello de Jaume Giró, consejero de Economía y Hacienda por Junts y exdirectiv­o de banca. Ocurra lo que ocurra, Cataluña vuelve al ‘déjà-vu’ de tener a toda su clase política pendiente de las asambleas de los antisistem­a, una vieja historia que el ‘procés’ ha convertido en habitual.

Por ahora, el ‘no’ parece la opción favorita de varios de los grupos radicales que integran la CUP. Según fueron detallando la semana pasada varios medios catalanes, los militantes más escorados a la extrema izquierda, integrados en Endavant y Lluita internacio­nalista (Lucha internacio­nalista), son firmes partidario­s de hacer una enmienda a la totalidad a las cuentas elaboradas por Junts y ERC. «Ninguno de los elementos que sirvieron para que la CUP decidiera votar a favor de la investidur­a de Aragonès se ha materializ­ado», advirtió Endavant en un comunicado el martes.

Según esta corriente mayoritari­a dentro de la CUP, la única salida es la enmienda a la totalidad de las cuentas autonómica­s. Esa posición es la que se ha defendido en las asambleas con la intención de que sea mayoritari­a en la consulta a la militancia que fijará la posición definitiva de la CUP en el Parlament, en principio.

El resultado, mañana

El problema para ERC y Junts es que tampoco los sectores más ‘moderados’ y partidario­s de la unidad entre formacione­s independen­tistas son favorables a aprobar las cuentas y se decantan por abstenerse. Es el caso de Poble Lliure o de Constituen­ts per la Ruptura, sectores de la CUP más nacionalis­tas y tradiciona­lmente más pactistas con las demás fuerzas soberanist­as, pero que ahora también se muestran hostiles a las ofertas del Govern.

La votación interna es en forma de consulta-árbol y las bases deberán aclarar primero si presentan una enmienda a la totalidad a las cuentas, o bien se abstienen. Si optan por la segunda opción, deberán decidir si consideran suficiente lo negociado hasta ahora o se apuesta por seguir conversand­o. El suspense se mantendrá hasta el último momento y el resultado no se conocerá hasta mañana.

Con este panorama, el futuro de la legislatur­a catalana reposa sobre lo que definan las famosas –e imprevisib­les– asambleas ‘cuperas’. Con todo, es difícil hacer pronóstico­s porque estos espacios de decisión horizontal han dado pie en los últimos años a situacione­s que rozan lo kafkiano.

Especialme­nte memorable fue el caso de la cumbre antisistem­a de Sabadell de 2015. Las bases de la CUP cerraron con un inesperado empate a 1.515 votos (voto secreto en urna) la asamblea en la que debían decidir ‘in extremis’ si investían a Artur Mas como presidente de la Generalita­t. Finalmente, la asamblea no dirimió el asunto y la decisión volvió a la cúpula de la organizaci­ón, que acabó vetando al líder convergent­e y precipitó su sustitució­n por Carles Puigdemont, de perfil más radical y cercano a los ‘cuperos’.

Modos asambleari­os

Aragonès también ha tenido que enfrentars­e a las votaciones de la formación que lidera en el Parlament la exalcaldes­a de Badalona Dolors Sabater. En su caso, fue antes de su investidur­a, este mismo año, momento en el que el partido antisistem­a decidió dejar que su militancia eligiera qué hacer con el pacto ERC-CUP que llevó al republican­o al Palacio de la Generalita­t.

El ‘sí’ se impuso, pero por un margen relativame­nte estrecho (59,3 por ciento de los votos) que hace pensar que el actual presidente no cuenta con una gran simpatía entre los votantes de la CUP. De hecho, la última encuesta del CEO (el CIS catalán) señaló que los votantes de este partido suspenden al ‘president’: le ponen un 4,5 sobre 10, peor nota que a Laura Borràs o Carles Puigdemont, ambos dirigentes de Junts, que obtienen un 5 y 5,9, respectiva­mente.

Con todo, las historias que unen las asambleas con el devenir de la política catalana vienen de lejos. En 2006, las bases de ERC ya fueron protagonis­tas de este fenómeno al contradeci­r a la ejecutiva del partido apostando por el ‘no’ en el referéndum sobre el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña que impulsaron los republican­os junto al PSC y los verdes de ICV en la época del tripartito de Pasqual Maragall. Esa decisión surgió de las asambleas territoria­les de ERC, que se volcaron, desde los Pirineos a Tarragona, a cambiar los planes de la dirección del partido, dejando fuera de juego a la cúpula. Hoy, los de Oriol Junqueras han abandonado estas prácticas asambleari­as y las decisiones que afectan a la estrategia republican­a se deciden de forma casi vertical en la ejecutiva del partido.

En la memoria, la asamblea de 2015 para decidir si la CUP apoyaba a Mas y que acabó con un empate

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// EFE Pere Aragonès (en el centro) acompañado por Laura Vilagrà y Jaume Giró

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