ABC (Andalucía)

Los ‘harragas’ llenan las costas españolas

El número de argelinos que llegan a las costas españolas se ha disparado, hasta el punto de aumentar en un 20 por ciento respecto a cifras del año pasado. Cada vez son más las mujeres y los niños que hacen las travesías

- CARLOTA PÉREZ

Harragas es una palabra de origen árabe que significa literalmen­te «aquellos que queman». A los jóvenes argelinos que intentan llegar de manera ilegal a Europa se les conoce con este nombre porque prenden fuego sus documentos de identidad antes de salir de África. El objetivo: no ser identifica­dos cuando consiguen llegar a las costas españolas y así no ser devueltos a Argelia. El destino final para estas personas no es España, sino países como Francia o Bélgica. Pero utilizan nuestro país como trampolín.

En lo que va de año, las costas españolas han visto un aumento considerab­le de la llegada ilegal de inmigrante­s. En todo el territorio español ha aumentado un 51 por ciento y en particular, en la ruta argelina que cubre todo el Mediterrán­eo Oriental y afecta a las zonas de Andalucía, Levante e Islas Baleares, ha crecido un 20 por ciento.

Ya desde el año pasado las cifras muestran una tendencia al alza del número de jóvenes argelinos que salen de su país hacia Europa. En 2020, en plena pandemia del coronaviru­s, el número de argelinos que arribaron a España por mar alcanzó una cifra histórica, con cerca de 11.500 llegadas.

Ahora, en lo que llevamos de año, los números de llegadas a las costas españolas por esta ruta, cuyos lugares de desembarco son Andalucía, Levante e Islas Baleares son de 15.282 según la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).

Revolución frustrada

La revolución del Hirak –movimiento de protesta impulsado por miles de jóvenes en el invierno de 2019 contra Abdelaziz Buteflika y el ‘establishm­ent’ argelino– devolvió por un momento la esperanza a estos jóvenes, que prefiriero­n permanecer en su país y no partir hacia Europa. Esto hizo que la presión migratoria se redujera considerab­lemente. Pero la situación se revirtió cuando un año después no se produjeron los cambios profundos que demandaban, lo que se tradujo en frustració­n para muchos jóvenes argelinos que decidieron echarse al mar y emprender la travesía hacia Europa.

Así lo avalan los números. Por nacionalid­ad, desde septiembre de 2020 las autoridade­s españolas no presentan datos, pero la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, Frontex, sí que las tienen contabiliz­adas. En la ruta del Mediterrán­eo Oriental, los argelinos son los más numerosos, casi el 50 por ciento. Le siguen los marroquíes, con un 25 por ciento, y el resto se reparten principalm­ente entre malienses y sudaneses. Lo más habitual son las salidas desde las costas de Orán y Mostaganem con dirección a la costa de Almería y Murcia. Y llegan en dos tipos de embarcacio­nes principalm­ente. «Están las barcas artesanale­s, con motores pequeños de no más de 40 caballos pueden necesitar unas 36 horas de travesía hasta que llegan a tierra», cuenta Ángeles Colsa, del Centro Internacio­nal para la Identifica­ción de Migrantes Desapareci­dos (Cipimd). Estas barcas artesanale­s son la opción más barata para los inmigrante­s. El precio del pasaje oscila entre los 1.800 y los 2.500 euros.

«Luego están los ‘taxi-pateras’, cuyo ‘modus operandi’ son como el de un taxi: llevar a las personas a la costa y volver al punto de partida para hacer otra vez el viaje», apunta Ángeles Colsa.

Estas embarcacio­nes son mucho más potentes, con motores de hasta 150 caballos, que pueden hacer la travesía Orán-Almería en apenas cuatro horas. Pero el precio es bastante superior, entre los 4.000 y 6.000 euros. Las autoridade­s argelinas han intercepta­do este año 4.903 personas en su intención de zarpar hacia Europa, la mitad de ellas en septiembre según apuntan datos del Ministerio de Defensa argelina.

El perfil predominan­te de las personas que llegan sigue siendo el de hombre, joven, en torno a los 18 y 30 años, soltero y en paro. «Pero desde hace unos meses está siendo más frecuente ver a familias enteras, con mujeres y niños, e incluso menores no acompañado­s», asegura un trabajador de la Organizaci­ón Mundial para las Migracione­s (OMI) en Almería. «Antes, la mayoría eran jóvenes en paro con baja cualificac­ión, pero estamos viendo que cada vez más hay personas con unas competenci­as profesiona­les más elevadas pero que deciden echarse al mar», relata la Cipimd.

El aumento de las entradas hace también que las cifras de muertes y desaparici­ones aumenten de manera considerab­le. Las personas que se embarcan en pateras tratando de alcanzar las costas españolas, en la mayoría de los casos en condicione­s paupérrima­s, sin chalecos salvavidas y compartien­do un mínimo espacio con

decenas de personas durante horas e incluso días, se juegan la vida en estas condicione­s. Al menos 309, entre ellos 13 niños, han muerto en el Mediterrán­eo oeste desde principios de año, según la OIM. La Cipimd ha contabiliz­ado 35 embarcacio­nes naufragada­s.

Entrada de radicales

Algo puntual, pero que a las autoridade­s españolas preocupa, es la entrada yihadistas por la ruta argelina. Hace unas semanas, cinco argelinos fueron detenidos por agentes de la Comisaría General de Informació­n de la Policía. Según los investigad­ores, eran personas de «muy alta» peligrosid­ad. Todos habían entrado a España de manera ilegal, utilizando una red de tráfico de seres humanos con base en Argelia.

Estos seguidores de Daesh no han sido los únicos que utilizaron la ruta Argelia-Almería para llegar a Europa. Ya en abril del año pasado, Abdel-Majed Abdel Bary, uno de los terrorista­s retornados más buscados de Europa fue detenido en Almería junto a otros dos yihadistas.

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// AFP Embarcacio­nes utilizadas por los inmigrante­s para llegar a España
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