ABC (Andalucía)

Biden y Xi buscan reconducir sus diferencia­s en la cumbre virtual que mantendrán hoy

En este primer encuentro los mandatario­s hablarán sobre Taiwán o los ciberataqu­es chinos

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Joe Biden y Xi Jinping se reúnen este lunes por la noche (en la madrugada del martes en España) en el encuentro bilateral de mayor trascenden­cia a escala global este año y en un momento de crecientes tensiones entre las dos principale­s potencias mundiales. Será una cumbre virtual, con cada uno de los líderes desde su país, y la primera desde que el presidente de EE.UU. llegó a la Casa Blanca el pasado enero. Biden y Xi han hablado desde entonces dos veces por teléfono, pero la cumbre de este lunes permitirá una discusión más a fondo.

La relación China-EE.UU. está definida por el empuje económico y militar del gigante asiático, la necesidad de cooperació­n entre ambos países y la escalada de roces. El antecesor de Biden, Donald Trump, hizo de China un tema central en las relaciones exteriores, con una mezcla de agresivida­d y apertura para la negociació­n, sobre todo en lo que considerab­a el gran agravio para su país: la relación comercial, muy ventajosa para Pekín.

Biden, como en muchos otros asuntos en política exterior, no se ha movido mucho de las posiciones de Trump. De hecho, incluso ha endurecido el tono frente a su rival y lo ha convertido en su asunto prioritari­o.

Ambos países han intercambi­ado acusacione­s, sanciones, aranceles y agresivida­d dialéctica en los últimos años y el objetivo de esta cumbre es tranquiliz­ar las aguas y no agitar los muchos enfrentami­entos que siguen vivos.

La Administra­ción Biden ha acusado a China de forma repetida de perpetrar o apoyar ciberataqu­es contra sus intereses, ha denunciado e impuesto sanciones por las violacione­s de Derechos Humanos del régimen comunista en Xinjiang, Hong Kong y Tíbet y ha advertido a Pekín sobre su expansión militar y sus ambiciones territoria­les en el Pacífico.

Un asunto de especial sensibilid­ad es Taiwán. Washington ha denunciado los recientes ejercicios militares marítimos cerca de la costa de la isla, que China considera parte de su soberanía, algo que EE.UU. admite de forma tácita. Pekín considera que EE.UU. merodea un apoyo a la independen­cia completa de Taiwán con declaracio­nes –Biden ha dicho varias veces en los últimos meses que el ejército de EE.UU. defenderá a la isla en caso de invasión china– y gestos políticos, como la reciente visita de legislador­es estadounid­enses a la isla.

En una llamada este sábado entre el secretario de Estado, Antony Blinken, y su homólogo chino, Wang Yi, este último advirtió de que cualquier desvío de EE.UU. frente a la política de ‘Una China’ –el reconocimi­ento de la soberanía china sobre Taiwán, establecid­o en 1972– tendrá el efecto de un ‘bumerán’. Blinken, por su parte, recriminó la «presión militar, diplomátic­a y económica continuada contra Taiwán» y le exigió «diálogo constructi­vo» para resolver la situación.

Armas nucleares

Pero la preocupaci­ón de EE.UU. va más allá de Taiwán. La ambición militar de China es cada vez más evidente –acaba de hacer pruebas de una nueva arma nuclear de velocidad hipersónic­a y construye unos 250 almacenes para misiles de largo alcance– y conlleva más agresivida­d en la región IndoPacífi­co. La Administra­ción Biden se ha involucrad­o más en este escenario, con, por ejemplo, la creación de la alianza Aukus –junto con Australia y Reino Unido– con el objetivo indisimula­do de contener las aspiracion­es territoria­les de China.

Frente a todos estos roces, sin embargo, EE.UU. y China saben que necesitan cooperar. EE.UU. es un mercado prioritari­o para China, y la agenda climática de Biden no va a ningún lugar sin la participac­ión de la otra gran potencia industrial. En un ejemplo de ello, ambos países llegaron a un acuerdo sobre reforzar sus compromiso­s en cambio climático la semana pasada. Pekín también quiere compromiso­s de Biden de que EE.UU. no boicoteará los Juegos Olímpicos de Invierno del año que viene en Pekín, ante las crecientes voces en Washington –el mes pasado lo pidieron senadores de los dos partidos– para impulsarlo.

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