Cuellos de botella
Merece la pena dedicar unas líneas a las razones que hay detrás de los cuellos de botella de los que últimamente, y con razón, no paramos de hablar para tratar de entender mejor la naturaleza de los mismos, lo que nos debería en principio permitir anticipar si van o no a ser temporales, lo que sin duda es su mayor riesgo. Con este ejercicio no pretendo restar ni un ápice de gravedad a las consecuencias que de mantenerse esta situación tendría para la economía mundial y que últimamente están ocupando tanto espacio en los medios.
A nadie se le escapa ya que la naturaleza de esta crisis no tiene nada que ver con ninguna anterior. Tampoco su recuperación. Llevándolo al extremo y en un ejercicio que tal vez sea demasiado simplista, la fortísima y muy rápida recuperación económica ha venido de la mano del consumo de bienes y no de servicios. Frente al año pasado el consumo se ha recuperado un 15% pero, y esto es lo importante para entender lo que está pasando, se sitúa ya un 15% por encima de 2020. Esto es que desde mínimos ha recuperado más de un 30%. Recuperación que además ha cogido a todo el mundo con el pie cambiado porque no se esperaba por los agentes económicos. Inventarios bajo mínimos y escasez de mano de obra han sido dos de los principales problemas en prácticamente todas las industrias de bienes de consumo.
Esta recuperación del consumo se ha hecho a costa de los servicios, que siguen por debajo de los niveles de 2019. Las limitaciones de movilidad han sido el gran lastre en esa parte de la economía.
Lo lógico sería pensar que esta asimetría en la recuperación se fuera normalizado a medida que se van levantando las mayores restricciones y que sean los servicios los que cojan el relevo al consumo invirtiendo el patrón actual.
Si esto es así, los cuellos de botella no solo se van a ir resolviendo por la lógica y, probablemente, de forma mucho más rápida porque se reequilibre lo que se destina a servicios y consumo. No deberíamos tardar en verlo.