Estadísticas
En el periódico ‘El País’ este sábado firmaba una columna de opinión la responsable del departamento de cuentas nacionales del INE en la que venía a reconocer las dificultades que actualmente entraña la construcción de la contabilidad nacional, «reto estadístico sin parangón» en sus propias palabras. La experiencia pasada no sirve de guía y no se cumplen las relaciones tradicionalmente observadas entre las distintas variables.
Este en cierta medida reconocimiento de los pecados, debería servir para impulsar el debate que ha quedado del todo eclipsado por los agoreros habituales y su fin del mundo sobre la fiabilidad de los datos y las conclusiones a las que podemos llegar con los mismos.
Partiendo de la base de que las estadísticas son simplemente eso, los números hay que saber interpretarlos y más en un
momento como el actual en el que las circunstancias hacen que incluso quien los construye reconoce las dificultades que entraña ese ejercicio. Si las estadísticas se las lleva siempre el viento y siempre hay que mirarlas con una distancia prudencial, hoy más que nunca.
Hoy probablemente vale más las interpretaciones a las que podamos llegar de forma más intuitiva que las relaciones de causalidad históricas. Por lo que más que nunca hay que tener mucho cuidado con las interpretaciones unívocas que proporcionan los datos y fiarse más de lo que te dicen tus ojos. La recuperación del empleo, los ingresos fiscales, los datos de utilización de las tarjetas de crédito junto con otros datos apuntan en una dirección que unas estadísticas muy difíciles de construir no refrendan del todo.
Así las cosas, los grandes titulares que apoyándose en las revisiones que hemos visto recientemente anticipan los males del infierno hoy con más argumentos que nunca hay que cogerlos con pinzas. Pasará lo que tenga que pasar. Pero hasta ahora lo que ha pasado no es muy distinto que en el resto de economías comparables con independencia de lo que puedan decir por el momento las estadísticas oficiales.