ABC (Andalucía)

«El volcán reventó en mi cara y sepultó mi hogar»

San Nicolás es la nueva Pompeya de La Palma. La ceniza del volcán lo enterró y convirtió el barrio en un cementerio. Los vecinos piden entrar a zona de exclusión para saber si sus casas siguen en pie debajo de la tierra

- JOSEFINA G. STEGMANN E IGNACIO GIL ENVIADOS ESPECIALES A LA PALMA

Cuando el volcán despertó por primera vez, se desperezó de forma tan violenta que a Vicente Leal Jerónimo le levantó los pies del suelo. Estaba fuera de su casa, en el jardín y de repente sintió una terrible explosión. «Decían que el volcán saldría en otro lado pero cuando sentí ese temblor dije: ‘Esto está aquí, esto sale hoy’». Y así fue. «¡Boom! Hizo aquello y me levantó del sitio; recuerdo el ruido y que de la montaña salía humo y muchas piedras; estoy seguro de que fui el primero que le vio el rostro al volcán; me reventó en la cara», narra este vecino a ABC en su segunda residencia, ubicada en el municipio de El Paso, donde vive ahora con su mujer, sus dos hijos, Adán y Sauro, y su nuera. Sauro y su novia llevaban viviendo en la casa sepultada desde el año 2017. «Nos coge a mí y a mi hijo unos metros más cerca y la onda expansiva nos hubiera matado», sentencia Vicente.

Tres metros de ceniza encima

Vicente intenta mantener el tipo y pese a su mirada firme, –y de la que puede adivinarse una bondad infinita–, sus ojos azules se le llenan de lágrimas cuando rememora lo ocurrido. No tanto por el susto de la explosión, ni siquiera por la rapidez con la tuvo que salir, sino por lo que el volcán le hizo a su hogar. La casa a la que Vicente le puso el hombro, construyó con sus manos, a la que le dedicó su vida entera y sus ahorros, ahora está sepultada bajo las cenizas.

La imagen de su casa de San Nicolás, en Las Manchas de Arriba, en el municipio

de El Paso y la más cercana al volcán de las cubiertas por la ceniza (a unos 200 metros de la boca), ha recorrido el mundo porque del resto de las construcci­ones de San Nicolás pueden verse, al menos, parte de las plantas superiores (exceptuand­o las que están completame­nte bajo tierra). Pero en su caso, solo dos chimeneas asoman de la tierra. «La casa ahora tiene tres metros de ceniza encima», calcula Vicente.

Las chimeneas parecen haberse encogido, son como de juguete, lo que hace mayor el contraste con el ‘palacio’ que Vicente construyó allí hace ya treinta años: una casa de 90 metros cuadrados, dos de altura y 7.000 de terreno, construida con los mejores materiales. «Los techos son de teja y, tanto por dentro como por fuera, está hecha de forma artesanal», relata este vecino de La Palma. «Tiene mamposterí­a de piedra, es decir, basalto que es muy costoso, y que no es fácil de trasladar ni de trabajar para colocarlo; también tiene vigas de madera que deben estar aguantando el peso. Si fuera una casa ‘al uso’ seguro que no estaba en pie porque he estado de voluntario con mis dos hijos ayudando en otras casas y hemos sacado de allí lo que no está escrito».

Pero no solo le duele la pérdida material, sino todo lo que vivió allí, «hay muchos recuerdos», dice emocionado. «En esa casa mi padre me enseñó todo lo que sé de fútbol», cuenta Adán mientras Vicente rompe a llorar. Recuerda que en el año 49, el volcán San Juan se llevó la casa de su madre, en el barranco de Las Manchas. «Parece que la historia se repite», re

Vicente recuerda que en el año 49, el volcán de San Juan se llevó la casa de su madre. «Parece que la historia se repite»

cuerda derrotado. Horas antes erupción, Vicente estaba en su casa de San Nicolás. «Había movimiento­s sísmicos cada diez segundos, era algo brutal». Cuenta que solo sacaron ropa porque se empeñaba en creer que la explosión no se produciría al lado de su casa. Pero así fue y San Nicolás es ahora la Pompeya de La Palma. No existe.

Profanar un lugar sagrado

Montañas y montañas de ceniza ocultan casas, jardines, cultivos, recuerdos y se crea la espantosa sensación, al ir caminando, de estar pisando todo ello, como quien rompe una reliquia, destroza una obra de arte o profana un lugar sagrado... Las calles ya no existen, pasar de un barrio a otro, por ejemplo de Las Manchas de Arriba a las Manchas de Abajo, si antes se hacía en coche, ahora se hace a pie. El obstáculo solo lo pone la inmensa cantidad de ceniza que forma dunas difíciles de escalar, así como la fuerza con la que a veces caen los piroclasto­s que impiden seguir andando. El cementerio de Los Ángeles, en Las Manchas de Abajo, está lejos de la casa de Vicente y hasta en otro municipio (Los Llanos). Si antes no se podía acceder de un punto a otro, ahora la ceniza ha ‘igualado’ el terreno y parecen estar contiguas. Todo San Nicolás en su cementerio: por la vida bajo tierra, por la desolación, por lo gris del ambiente, por el silencio solo interrrump­ido por los rugidos del volcán. Pero la peor panorámica se obtiene desde la montaña de Cogote. Allí se ve el volcán expulsando insaciable ceniza y gases y todo a su alrededor, haciendo un giro de 360 grados, es ceniza. Es ver la nada misma y un monstruo detrás sentado en su inmenso trono.

Separado de su familia

La casa de Vicente está muy cerca de la de Iván San Blas Díaz, que ahora vive separado de su familia porque no puede asumir los altos precios de los alquileres. Él está con sus padres, mientras que su mujer vive con los hijos del matrimonio, de 3 años y 4 meses, en casa de una abuela. Iván tuvo que salir corriendo de su casa de San Nicolás el día de la erupción y no ha vuelto. «Solo he visto mi casa por las fotos; me he dejado todo allí», lamenta Iván, que relata que su casa sigue en pie aunque perdió un techo donde estaba la terraza.

Este vecino, nacido en Los Llanos, había reformado hace tan solo dos meses su casa de San Nicolás. «Invertimos un montón de dinero en dejarla terminada, cerca de 40.000 euros, y ahí está, llena de ceniza», confiesa Iván que llevaba allí siete años. Mi hijo me pregunta todos los días cuándo vamos a poder volver. Tiene allí todos sus juguetes».

«Tenemos que entrar ya»

Tanto Iván como Vicente coinciden en la incertidum­bre que les provoca no saber si sus casas siguen o no en pie, conforme pasan los días. Ambos ponen toda su energía ahora en poder entrar a retirarle peso a sus tejados y evitar el derrumbe. «Por donde bajó la lava ya no hay nada que hacer; pero otra cosa son las casas afectadas por lo que aquí llamamos picón o gransón. Esas se salvan, pero hay que actuar ya para quitarles el peso de encima. Es una guerra contra el tiempo», dice Vicente que asegura que si se reacciona rápido su casa se podrá recuperar, aunque ya dé por perdidas las antenas de wifi o las placas solares. Lo que más le preocupa son las lluvias porque harán aumentar el peso de la ceniza.

El problema con los permisos para entrar han vuelto a ponerse sobre la mesa tras conocerse la muerte el pasado sábado de un vecino de El Paso que estaba en su casa, precisamen­te en zona de exclusión, para quitar ceniza. La Guardia Civil investiga las causas del fallecimie­nto mientras las hipótesis apuntan a que se le vino el techo encima, o que resbaló o incluso que sufrió un infarto. Vicente es partidario de que se controle por un tema de seguridad pero pide que lo dejen entrar cuanto antes acompañado por «quien haga falta». En este sentido, el director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende señaló que hay establecid­o un protocolo que indica que los propietari­os deben acudir a sus respectivo­s ayuntamien­tos para que se les inscriba y así puedan entrar en zona de exclusión a hacer trabajos de limpieza o retirar enseres. Eso sí, «siempre deben ir acompañado­s por la Unidad Militar de Emergencia­s (UME), Policía, Guardia Civil, bomberos, o personal del ayuntamien­to», aclara Morcuende.

Mientras, Vicente, como tantos vecinos, intenta mirar hacia delante, pero a veces recordar lo ocurrido le hace flaquear. «Si a mí me dicen que con 59 años tengo que vivir esto digo que no, que es un sueño, que es mentira».

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 ?? ?? Milagros Domínguez limpia su casa cercada por la ceniza
Milagros Domínguez limpia su casa cercada por la ceniza
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 ?? ?? Casa de Vicente Leal Jerónimo, en San Nicolás, al lado del volcán
Casa de Vicente Leal Jerónimo, en San Nicolás, al lado del volcán
 ?? ?? Montañas de ceniza cubren casi por completo una vivienda
Montañas de ceniza cubren casi por completo una vivienda
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La gente tuvo que salir corriendo y dejó parte de sus pertenenci­as
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