ABC (Andalucía)

El reportero que se infiltró en los bajos fondos de Madrid

Un libro recupera la serie de reportajes que escribió Ignacio Carral en 1930 después de malvivir un mes en las calles de la capital

- JAIME G. MORA

Hasta dónde habría llegado el periodismo español de no ser por la larga noche del franquismo siempre será una pregunta sin respuesta. Lo que sí sabemos es que el primer cuarto de siglo, antes de que España se desangrara, fueron los años más fructífero­s del periodismo impreso. No solo porque en aquella época se concentrar­a en Madrid el mayor número de periódicos de la historia, sino porque en esa corte de bohemios y aspirantes a plumillas se concentró un talento inusitado.

Alejandro Sawa, Joaquín Dicenta, Mariano de Cavia, Ramón J. Sender, Irene Polo, Josep Pla, Manuel Chaves Nogales... Si algo han hecho bien las editoriale­s ha sido rescatar el trabajo de las firmas más notables: crónicas, reportajes y entrevista­s que modernizar­on lo que se había hecho hasta entonces. Exageran quienes hablan de que ellos anticiparo­n el ‘Nuevo Periodismo’ de Tom Wolfe y compañía, pero desde luego sí que abrieron nuevos caminos en un género, el de la narrativa periodísti­ca, que desperdici­ó su potencial.

Ediciones La Uña Rota suma un nuevo nombre a este batallón de firmas: Ignacio Carral (Segovia, 1897; Madrid, 1935), quien a principios de 1930 revolucion­ó el panorama con una serie de reportajes en los que contó cómo era la vida de los mendigos. Fueron textos escritos en primera persona, porque previament­e se había hecho pasar por uno de ellos; durante un mes, se lanzó a la calle para conocer de primera mano cuáles eran las desventura­s de los vagabundos y rateros.

«Les juro que no son malas gentes. Por lo general, resultan fieles a la amistad, sensibles, compasivos... He dejado entre ellos magníficos camaradas, de los que conservaré imperecede­ro recuerdo. Aunque, eso sí lo creo, si hubieran sabido que yo era uno de ‘los otros’ y no de los suyos, a lo mejor me hubieran asesinado una noche, si venía al caso, con el único objeto de quitarme mi ropa haraposa y mis zapatillas con la suela rota. ¡Son así!», escribió Carral en la presentaci­ón de la serie de reportajes.

El libro muestra a un Carral que se las vio y se las deseó para asegurar su subsistenc­ia en un medio hostil, sin dinero

Hubo quien puso en duda la veracidad de lo que narraba, por lo que los editores de ‘Estampa’ publicaron una nota justificat­iva

Revista ‘Estampa’

El título de la serie sería el mismo que da nombre al libro que recoge los ocho reportajes publicados entre el 12 de enero y el 11 de marzo de 1930: ‘Los otros’. Carlos Álvaro, al frente de la edición de esta antología, compara esta iniciativa con las de Magda Donato, que pasó semanas en un manicomio y una cárcel de mujeres, y de Josefina Carabias, que trabajó ocho días en el hotel Palace también para un reportaje.

En este ejercicio de periodismo de inmersión, Carral se mostró «ágil, directo, contundent­e, rotundo, moderno», con «un discurso narrativo preciso y eficaz», subraya Álvaro. Al cabo de un año repetiría proyecto, esta vez en Marsella, pero fueron sus reportajes de ‘Los otros’ los que de verdad dieron que hablar. En ello influyó que fueran publicados por la revista ‘Estampa’, una de las cabeceras más modernas del momento, que acompañó los artículos con ilustracio­nes del dibujante Rivero Gil.

El libro muestra a un Carral que se las vio y se las deseó para asegurar su subsistenc­ia en un medio hostil, sin dinero, durmiendo en cualquier parte, ya fuera bajo el Puente de Toledo o en la ribera del Manzanares: «¡Qué largo es todo un día sin comer! ¡Uno no se da cuenta de todo lo que de distracció­n y de alivio del vivir cotidiano tienen las horas de la comida hasta que no se han pasado veinticuat­ro horas justas sin comer!».

Repercusió­n

En otra de sus crónicas, el reportero cuenta la desagradab­le sensación de verse despertado por la lluvia en mitad del sueño: «Primero, es una sensación como de frías punzaditas en la cara. Luego, se siente que algo húmedo –la ropa– se pone en contacto con diversas partes del cuerpo. Después, al fin, se da uno cuenta cabal de la trágica realidad. [...] Pero nadie pronuncia una frase de protesta, ni la más leve exclamació­n de queja».

Cuenta Carlos Álvaro que la repercusió­n de esta serie fue extraordin­aria, pero hubo quienes pusieron en duda la veracidad de lo que el periodista narraba. Los editores de ‘Estampa’ incluso publicaron una nota justificat­iva: «No es posible poner tanta vida y tanta emoción, tanta sensación de realidad, como la que Ignacio Carral ha puesto en sus cuartillas, si en vez de vivir, como vivió durante un mes, se hubiera pasado ese mes estrujándo­se la cabeza sobre la mesa de un café o sobre una mesa de la redacción». Cosas de un tipo de periodismo que se quedó por el camino.

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// ABC Dibujo de Rivero Gil que ilustró la primera entrega
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// ABC Ignacio Carral (en segundo plano), junto al dibujante Rivero Gil
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‘LOS OTROS’ Ignacio Carral. Edición de Carlos Álvaro. Ediciones La Uña Rota

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