En los confines del mundo
La leyenda indica que hay en Finisterre el sepulcro de una bruja de comienzos de la era cristiana que es custodiado por serpientes
La leyenda señala que la bruja que da nombre a la tumba aterrorizaba a los lugareños
Cualquier caminante que se adentre por los frondosos bosques de Galicia puede toparse con alguna meiga. «Haberlas, haylas», como reza el dicho popular. Si el viajero persiste en el empeño de llegar a los antiguos confines del orbe civilizado, en Finisterre (La Coruña), se encontrará con un mundo de leyendas y tradiciones que todavía siguen vivas entre sus habitantes.
Cerca de la localidad gallega se halla el monte do Facho, un promontorio sobre el mar, sacudido por los fuertes vientos atlánticos y la lluvia. Existen allí los restos de una ermita, dedicada a san Guillermo, donde se dice que murió el duque de Aquitania en el siglo XI cuando peregrinaba a Santiago. También hay una gran roca de la que se asegura que contiene la huella del pie de Nuestro Señor. San Guillermo permaneció varios siglos enterrado en la ermita hasta que unos piratas bretones se llevaron sus restos tras saquear también una iglesia de Fisterra que guardaba la reliquia de un brazo de plata.
A poca distancia, el viajero puede acercarse al sarcófago de Orcavella, uno de los emplazamientos más curiosos de la Galicia mágica. Data de tiempos de la dominación romana cuando una bruja llegó al monte do Facho, donde practicaba sus malas artes. La tal Orcavella aterrorizó a los lugareños, ya que lanzaba conjuros para que la mala suerte se cebara en ellos, robaba en sus posesiones, se apropiaba de su ganado y devoraba niños. Por ello, durante siglos, nadie se aventuraba a andar de noche por el monte do Facho.
Según la leyenda, la bruja secuestraba niños para ingerir sus entrañas y su sangre, lo que tenía el efecto de alargar su vida. Murió a los 176 años y ella misma decidió enterrarse en el paraje que se había convertido en su reino de maldad. Sintiendo que estaba a punto de expirar, se introdujo en un sarcófago que ella había construido con sus propias manos. Pero obligó a un pastor a meterse en el sepulcro de granito mediante un encantamiento y ella se colocó sobre su cuerpo desnudo. A los tres días, Orcavella falleció. Alguien escuchó los gritos desesperados del pastor y llamó a varios campesinos para que le ayudaran a liberar al cautivo. No pudieron hacerlo porque el sarcófago estaba protegido por decenas de serpientes que impedían tocarlo. El pastor murió sin poder ser rescatado tras contar lo sucedido.
La vista desde el monte do Facho es impresionante. Afirma también la leyenda que las legiones romanas, mandadas por Décimo, huyeron despavoridas al ver hundirse el sol por el horizonte del océano, lo que interpretaron como un mal augurio. Fueron los romanos quienes encontraron allí el Ara Solis, un altar al dios solar construido por los fenicios y que el apóstol Santiago mandaría destruir años después.
No falta quien asegura que el cáliz y la hostia del escudo de Galicia tienen el origen en el Ara Solis de Fisterra, cristianizado posteriormente y asociado al Santo Grial. Según esta interpretación, el cáliz representaría el vasto océano y la hostia, el sol en su ocaso.
La leyenda se superpone a la historia en estas tierras mágicas. Todavía hasta hace ocho décadas algunos vecinos de Finisterre, la antigua Finis Terrae, creían que las serpientes seguían custodiando el sarcófago y que quien intentara remover sus piedras podría ser atacado por los reptiles. Hay, sin embargo, quien desafió la amenaza porque el sepulcro de la bruja posee el don de la fertilidad. Según la tradición, las parejas que hacen el amor sobre la tumba logran tener descendencia.
Se han realizado diversas investigaciones sobre los ritos y mitos del monte do Facho, que podrían tener su origen en el Neolítico. No es posible saberlo pero hay en este lugar una antigua sabiduría mágica que, aunque nos pueda parecer mera superstición, dotaba de sentido la vida de sus habitantes.