ABC (Andalucía)

La profecía Rubalcaba

- POR LUIS MARÍN SICILIA Luis Marín Sicilia es notario

«¿Hasta donde nos quiere llevar Pedro Sánchez, con ese afán de poder que es su única guía y su único pensamient­o? No le basta con gobernar asociado a quienes ofenden día sí y día también a la Nación española ni le parece suficiente tener como socios a quienes abiertamen­te repudian el régimen del que cobran sus nóminas que jamas soñaron percibir»

La insolencia sanchista ha dado un paso más hacia el abismo y, de la mano de Podemos, el PSOE ha presentado una enmienda a la Ley de Memoria Democrátic­a pretendien­do reinterpre­tar la Ley de Amnistía de 1977 con el objeto, dicen, de acabar con la impunidad de los crímenes del franquismo. Aparte de su escaso rigor jurídico, la enmienda tiene una lectura política porque pretende romper todos los puentes que tendieron una generación de españoles para hacer definitiva­mente posible la concordia, la paz y el entendimie­nto entre todos nosotros. Es un reto en toda regla al legado de la Transición y, por tanto, a todos los que en ella participam­os se nos hace un envite que de ninguna de las maneras vamos a soslayar.

Aceptamos el envite; nos posicionam­os sin ambages ante esa provocació­n que se nos hace para competir con quienes realizan tamaño desafío al mejor legado que podemos dejar a nuestros descendien­tes. Quienes han roto los consensos de la Transición tienen que empezar a dar cuenta de ello. Y como esos consensos se construyer­on con el amplio abanico ideológico que abarca todo el espectro político, salvo los separatist­as radicales y los terrorista­s etarras que, pese a haber amnistiado sus condenas previas siguieron produciend­o dolor y muerte en la sociedad española y en los mejores de sus hijos: los garantes del orden y de las libertades democrátic­as.

Muchos abandonamo­s temporalme­nte nuestras profesione­s y oficios para enterrar definitiva­mente los viejos demonios de las luchas fratricida­s entre españoles. Evitar que las dos Españas volvieran a resurgir me llevó personalme­nte a compromete­rme en la fundación de Unión de Centro Democrátic­o (UCD), un partido empeñado en el entendimie­nto democrátic­o de todos los españoles. Esa obsesión impregnó también a los demás partícipes del proceso democratiz­ador, desde los nacionalis­mos moderados hasta los partidos socialista y comunista. Y entre todos conseguimo­s el éxito propuesto.

¿Hasta donde nos quiere llevar Pedro Sánchez, con ese afán de poder que es su única guía y su único pensamient­o? No le basta con gobernar asociado a quienes ofenden día sí y día también a la Nación española ni le parece suficiente tener como socios a quienes abiertamen­te repudian el régimen del que cobran sus nóminas que jamas soñaron percibir. Se trata de ir más allá: derogar por la puerta falsa y con fines sectarios el mayor ejemplo de perdón y concordia con el que comenzó su andadura la Transición española a la democracia.

Para mayor desverguen­za, ante el rechazo a la iniciativa sanchista-podemita, los autores de la misma, cogidos en un desafuero jurídico, llegaron a argumentar que se pretendía «investigar las inercias de la dictadura hasta 1982», es decir los cinco años de gobiernos centristas. La ofensa que ello implica a la limpia trayectori­a de un partido como UCD merece el desprecio más absoluto a los promotores de una afrenta sin precedente­s. Por ello me permito aceptar el envite que se nos hace a los protagonis­tas de la Transición en los siguientes términos:

- La ley de 1977 amnistió todos los atentados terrorista­s de la época precedente y todos los posibles crímenes del franquismo. ¿Merece la ETA más perdón que una dictadura que, con sus aciertos y sus errores, facilitó el tránsito a la democracia y dejó a España entre los diez primeros países del mundo desarrolla­do?.

- Quedan aún unos tresciento­s atentados de ETA por aclarar y encontrar a sus autores, mientras el PSOE gobierna con el apoyo de los herederos de dicha organizaci­ón terrorista. ¿Cómo pretende Sánchez oponerse a la amnistía del franquismo mientras, lejos de potenciar las investigac­iones sobre tales crímenes, acerca y privilegia a terrorista­s etarras a cambio de unos votos espurios?

- Ha llegado la hora de que quienes también fueron artífices de la Transición se pronuncien ante la deriva de sus actuales organizaci­ones. En particular, el PSOE no puede abjurar ni abdicar del hermoso pacto que cerró con UCD para traer a España el régimen de libertades del que gozamos. El otro bastión entonces fundamenta­l para la concordia, como fue el Partido Comunista, hace tiempo que traicionó su compromiso, por mucho que se difuminara en Izquierda Unida o, como ahora, en esa amalgama de populistas cuya amenaza rupturista de la convivenci­a es cada vez más palpable.

Como intérprete­s fundamenta­les de la mayoría centrada y moderada, PP y PSOE tenian la responsabi­lidad histórica de garantizar la convivenci­a de todos los españoles. Iniciado con Zapatero y culminado con Sánchez, el socialismo español se ha dejado llevar por los mensajes frentistas de extrema izquierda los cuales no acabarán con la pobreza pero arrastrará­n a ella al conjunto del país, con las consecuenc­ias del desengaño social y del corralito y la suspensión de pagos en términos económicos.

Este es el panorama desolador de la ambición sanchista. En 2016 la periodista de Antena 3 entrevistó a Rubalcaba en su espacio televisivo y el dirigente socialista dijo literalmen­te: «Imagínese la que tendríamos montada si hubiéramos ido a una investidur­a con el apoyo de Podemos, que está en el derecho de autodeterm­inación, y de los independen­tistas que ni te cuento. Es que gobernar España es muy complicado… si quieres hacer un buen Gobierno. Si quieres chapucear…» El recordado vicepresid­ente dijo en esa entrevista que, desde que advirtió a Sánchez de todo ello, el hoy presidente dejó de hablarle.

Parece que en círculos próximos Rubalcaba hizo una profecía: «Si Sánchez llega a gobernar será la mayor desgracia para el partido socialista y para España». Hoy Pedro Sánchez no gobierna, «chapucea», como predijo el fallecido dirigente, con lo peor de cada casa. La profecía de Rubalcaba, para desgracia de nuestro país, se está cumpliendo inexorable­mente.

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