Atrapados entre la tortura y el rechazo a los extranjeros
El Consejo de Europa emite una alarmante llamada para frenar las entregas de inmigrantes a Bielorrusia, a la que acusa de torturas, y culpa a Polonia de imponer una «atmósfera de odio y miedo»
La comisaria Mijatovich denuncia en su informe casos de «abusos sexuales» a ilegales antes de que cruzaran la frontera
Ala misma hora en que dos policías de frontera de Polonia sacaban a media mañana de ayer del hospital Bielsko-Biala a un inmigrante kurdo, todavía cojeando, y a otro sirio, con el propósito matemático de retornarles a Bielorrusia, desde Estrasburgo se emitía una alerta avisando de que, con toda probabilidad, esas personas acabarán siendo «torturadas» por los agentes de Alexander Lukashenko. A los que a su vez se acusa abiertamente de estar cometiendo contra los refugiados «violencia sexual y otros abusos», amén de «maltrato severo».
La fuente de esta advertencia y de «aterradores relatos del sufrimiento extremo de personas desesperadas» es el Consejo de Europa, cuya comisaria de Derechos Humanos, Dunja Mijatovic ha explorado sobre el terreno durante cuatro días hasta este miércoles lo que ha podido. Esto es, entrevistas en todo el entorno de la zona de crisis incluidas las víctimas y los voluntarios que les ayudan, aunque no tuvo la posibilidad de pisar el área de exclusión. Ahí donde no se puede ver lo que está pasando y, como ella misma expone en el documento, no existen desde hace tiempo «la transparencia y la rendición de cuentas». Y donde se agiganta la sensación terrorífica de que se está tapando impunemente un aquelarre de grandes proporciones.
Los ‘soldados malditos’
El informe exige permitir el acceso a la frontera a las cámaras y a la cooperación, y el cese inmediato de las ‘devoluciones en caliente’ –«sumarias» dice el texto– sobre las que sobrevuelan todo tipo de temores. No solo eso. Mientras pesa el silencio de otras instituciones europeas, que presumiblemente están evitando criticar a Varsovia para no dar munición a Minsk y a Moscú, el Consejo responsabiliza sin circunloquios a las autoridades polacas de la «palpable atmósfera de odio y miedo» que se respira alrededor de todo lo que intenta servir de ayuda a los refugiados.
Más allá de eso, se da cuenta de una realidad grave de la que la población de este país habla solo en voz baja: hay grupos de matones. «Hooligans xenófobos», dicen algunos. Un periodista consultado asegura que se les conoce como ‘soldados malditos’, fanáticos de un ultranacionalismo malentendido, casi enfermo y que según el documento en cuestión se ha autoconstituido en una suerte de ‘guardia de frontera» que están siendo espoleados «por la incendiaria y deshumanizante narrativa oficial».
Su acción está incluyendo acosos, marcaje de polacos a polacos, agresiones: «ataques a coches de médicos voluntarios que brindan primeros auxilios», también «intimidación y represalias», asegura el Consejo de Europa. Y el resultado es que en esos pequeños pueblos próximos al límite con Bielorrusia –una Polonia casi fantasma– pero también en ciudades mayores que se encuentran más retiradas como Bialystok, hay gente que no se atreve a opinar para evitar que sospechen de ellos.
En este mediodía de sábado, una organización autodenominada ‘Matki na graniça’ (Madres en la frontera) ha convocado en la localidad de Hajnówka una marcha para reclamar el socorro de los niños de la inmigración que permanecen escondidos con sus familias en lo interno del bosque. Simultáneamente se difundía ayer por las redes la previsión de que los ‘soldados malditos’ se pasarán por allí. Nadie lo sabe. Pero la disuasión ya está haciendo su trabajo.
El Consejo de Europa constata lo «altamente politizada» que está esta crisis, choque Este-Oeste, pulso de Vladímir Putin y su órbita a Europa, tan mayúsculo que en las grandes conversaciones se corre el riesgo de que los refugiados queden «relegados a un segundo plano y olvidados». «Cada noche y cada hora en la frontera significa un peligro real para sus vidas», señala la misma fuente que pide el anonimato.
Camino de la frontera, para ser entregados al horror del otro lado, habrán ido con toda seguridad los inmigrantes sacados ayer por la policía del hospital Bielsko-Biala. Les han pillado porque ambos intentaron a través de terceros presentar una solicitud de asilo, derecho reconocido en toda la UE que Polonia no aplica. En planta han tenido que dejar las fuerzas del orden a dos extranjeros más, uno porque ha contraído el Covid y otro porque su estado supera lo prccoupante y parece que va a ser trasladado a otro centro. Si no se escapa antes para esquivar una deportación exprés más que garantizada a Bielorrusia, a la que el Consejo culpa de las «acciones vergonzosas» que han causado este martirio.