El gobierno zombi
El presidente del Gobierno viaja de una esquina a otra de España prometiendo millones de euros a cuantos se encuentran con el agua al cuello
EMPIEZA a circular un nuevo calificativo para nuestro, o más bien suyo, Gobierno: el de ‘zombi’, que añadir al de ‘Frankenstein’, aún vigente. El diccionario de la RAE lo equipara a alelado, embobado, pasmado. Lo oí en una tertulia televisiva. Se trata del anglicismo ‘zombie’, emparentado con ‘groggy’: sentirse cansado, confuso, por falta de sueño o por haber recibido una paliza, usado generalmente en el boxeo. La paliza que los hechos están dando a Pedro Sánchez, revirtiendo antes de veinticuatro horas sus triunfales anuncios sobre la pandemia, la economía o la paz en nuestras calles son una mina inagotable para los humoristas.
Imagino La Moncloa a todo vapor para explicar cómo finaliza el año sin que el recibo de la electricidad haya bajado a los niveles de 2018, como anunció el presidente del Gobierno. Porque algo encontrarán, y si no lo encuentran siempre les quedará el recurso de otro traslado del féretro de Franco a un lugar más lejos que El Pardo, difícil de alcanzar. O mantenerlo secreto. Pero no quiero darles ideas
Lo malo es el desgaste que trae consigo tantas mentiras a tanta gente. Y, como se decía antes, ‘las malas compañías’. Aunque lo peor es que resulta difícil, por no decir imposible, contentar a todos, al pedirle cosas contradictorias. Tomen lo que ocurre en la provincia de Cádiz con los obreros del metal, que piden mejores sueldos y condiciones. Pero el dueño de la principal empresa, unos astilleros, no es un particular, sino el Estado. Y como les diga que sí, tendría que explicar a las autoridades de Bruselas el enorme desembolso que significa.
Algo parecido ocurre con las pensiones, donde cualquier cosa que se haga, alargar el periodo de cotización o aumentar las cotizaciones, hundiría sus cuentas. O con la reforma del mercado laboral, exigida por los sindicatos y rechazada por los empresarios, respaldados por la Unión Europea.
A estas horas, el presidente del Gobierno viaja de una esquina a otra de España prometiendo cientos de millones de euros a cuantos se encuentran con el agua al cuello. Los últimos en alargar la mano son ‘los olvidados’, las provincias y regiones que han ido perdiendo peso a medida que lo aumentaban las grandes ciudades y su entorno metropolitano. Ayer se reunieron sus ocho presidentes autonómicos en Santiago de Compostela para exigir voz y voto en el reparto de los fondos europeos. Los había del Partido Socialista. Otros, por su cuenta. Pero Pedro Sánchez necesita todo ese dinero, y más que hubiese, para satisfacer a los nacionalistas vascos y catalanes, que lo emplearán en alejarse de España. El calificativo ‘zombi’ no ha surgido por casualidad.