Esperando a Scholz
En política, lo más difícil de todo sigue siendo suceder a un gigante
Ahora que la corresponsabilidad que caracteriza al sistema político alemán desde la «hora cero» ha vuelto a triunfar en Berlín, ya queda claro que Angela Merkel no tendrá que pronunciar el tradicional discurso de año nuevo. El definitivo ‘Auf Wiedersehen’ de la canciller será posible porque un nuevo gobierno liderado por los socialdemócratas en coalición con verdes y liberales toma las riendas del poder en Alemania tras de 16 años dominados por la mujer que ha demostrado el valor de hacer lo correcto aunque sea impopular.
Con todo, cuesta hablar de un definitivo final para la era Merkel ya que en las últimas elecciones se ha impuesto el candidato más merkeliano. El próximo canciller, Olaf Scholz, ha triunfado al ofrecer el mayor grado de continuidad con respecto a su antecesora cristianodemócrata. Con el mérito de haber empezado la campaña en tercera posición y terminar superando en un 1,6 % a su rival de la CDU, Armin Laschet.
El hasta ahora vicecanciller y ministro de Finanzas del SPD ha sabido recrear mejor que nadie el arquetipo de Merkel: estabilidad, moderación, ni rastro de aspavientos, aburrido gestor, conservador fiscal pero con valores. Scholz ha llegado incluso a posar con característico ‘rombo’ de Angela como guiño de confianza a un país que como el resto del mundo se enfrenta a grandes dosis de incertidumbre y ansiedad.
Aunque tiene fama de robótico, Scholz ya ha demostrado flexibilidad y empatía. Cuando se presentó la pandemia, aflojó el cinturón presupuestario con el argumento de que la rectitud fiscal de Alemania en años anteriores había creado el colchón suficiente como para responder con un paquete de estimulo nacional valorado en 130.000 millones de euros. Scholz también ha sido decisivo para el plan de recuperación de la Unión Europea, dotado de 750.000 millones de euros. Pero toda esta generosidad, como advierte ‘The Economist’, tiene su límite. No oculta su deseo de que Alemania vuelva en 2023 a la disciplina presupuestaria y que la UE también se recupere de su transitoria locura deficitaria.