ABC (Andalucía)

María Barranco «El glamur me agota, es muy cansino»

La actriz cuenta a ABC cómo vive la Navidad y recuerda las anécdotas más entrañable­s de su vida

- ANTONIO ALBERT

María Barranco (60 años) vuelve al cine por Navidad. En ‘El refugio’, la loca comedia que estrena este viernes, encarna a Lola, una mujer fantasiosa, positiva y espiritual: «Nos parecemos un poco, porque yo también soy un poco ‘Antoñita, la fantástica’. Como buena andaluza, soy muy ‘exagerá’. Lo que pasa es que me vine arriba cuando llegué a Madrid, que ya me veía como actriz en ciernes y me ponía frente al espejo a hacerme entrevista­s porque era lo que más me gustaba en el mundo. Me las hacía por necesidad, para sentirme mujer importante... Cerraba el espejo y me quedaba agotada después de haberme hecho yo sola una rueda de prensa. Así empecé a contarme mentirijil­las, como para darme ánimos y acabé creyéndome­las». Que María es positiva no hace falta que lo explique, se le ve, se le nota: «Soy de ver el vaso siempre medio lleno, de mirar el lado bueno de las cosas. Me gusta ser feliz. Y si no, me lo invento». Sin embargo, la espiritual­idad no es lo suyo: «Yo no soy muy zen. Es más, lo zen me pone nerviosa».

María lo que tiene, y lo reconoce, son muchas superstici­ones: «Mejor di que tenía, porque me las he tenido que quitar». Yo no era una mujer, era una maniática». Pero hay una que se le resiste: «Siempre me levanto con el pie izquierdo. La última vez que puse el pie derecho primero, me hice un esguince y me tuvieron que operar, poner seis clavos... A mí es que la derecha siempre me ha dado muchos problemas». María incluso tiene ahora manías de otros: «Por culpa de Ketama ahora brindo con la izquierda y sin cruzar las piernas. La mano, porque es la del corazón; las piernas, porque no dejan que fluya la energía. Y como a mí no me cuesta nada hacerlo, pues lo hago».

En ‘El refugio’, María tiene a Loles León como hermana: «¿Te puedes creer que nos conocemos desde hace 40 años, pero nunca habíamos trabajado juntas? Ahora por fin tenemos escenas juntas y me ha encantado. Hablamos el mismo lenguaje, basta una mirada para entenderno­s». Lo que no puede imaginarse es cómo habría sido su infancia de tener a Loles como hermana en la vida real: «(Estalla en risas) ¡Ay, habría sido muy intensa! Porque Loles, de relajada, nada. Pero ella es muy de ‘por la boca muere el pez’. Llega y lo revolucion­a todo, pero luego ves que es un ángel, tan cariñosa, como ‘la tieta’, siempre pendiente de ti», cuenta.

María siempre ha sido una mujer reivindica­tiva y comprometi­da. Y sigue siéndolo: «Ese pellizco no me lo quita nadie. Con eso se nace y te mueres con él. A mí las cosas importante­s no me resbalan por tener cierta edad, aunque es cierto que la experienci­a te ayuda a enfrentart­e a las cosas con más serenidad».

Críticas

Algo que le viene muy bien para sobrelleva­r las críticas: «Las buenas las olvido, pero las malas las recuerdo. A pesar de todo, lo importante es como me vea yo. He aprendido a quererme, porque si no me quiero yo, ya me dirás». Quien no soportaba que la criticaran era su madre, que era capaz de darse la vuelta en un cine si escuchaba a algún espectador decir algo malo de su hija. «Me daba miedo cuando me decía que iba a ver una película mía», dice. María, como madre, ha heredado algo de ella: «Ramalazo tengo, pero no tanto. Todas tenemos un poso de inspiració­n de nuestras madres. La mía, con ese aire lorquiano... Pero yo no llego a tanto».

Y si quieren conocer mejor a María Barranco, pueden escucharla con Ángels Barceló en su sección ‘Simplement­e María’, en la radio: «Me lo paso muy bien porque hablo de lo que me gusta». Así hemos sabido que la actriz ensayaba sus textos en la playa para su perro, Claudio, que salía huyendo cuando la escuchaba recitar, o que los aplausos en el teatro son un bálsamo y la razón por la que empezó a actuar: «A mí lo que me gusta es el trabajo de actriz, no las alfombras rojas y todo eso del artisteo. El glamur me agota, es muy cansino». La actriz reconoce que el sufrimient­o está en la vida, en estos tiempos en los que «remontar es una aventura». «Cuesta mucho y aquí lo tienes todo o no tienes nada. O te come la ojera o te comes las uñas. Y ahora más, que con tanto ‘influencer’ el mundo está lleno de mamarracha­s. A mí de las redes sociales que no me hablen, que no conozco a nadie».

El príncipe Harry ha tenido que soportar una gran presión mediática desde bien joven, incluso mucho antes de nacer, cuando ya copaba portadas y titulares por pertenecer a la Familia Real británica. El peso va con el cargo. Pero quizá el acoso que vivió él fue desmesurad­o, como así ha reconocido uno de los investigad­ores privados que en su día le seguía a todas partes. Gavin Burrows relata en el documental de la BBC ‘The Princes and The Press’ su profundo arrepentim­iento por formar parte de aquella «cultura mediática despiadada» que le robó la adolescenc­ia al nieto de la Reina Isabel II. Su ambición le llevó a hacer cosas imperdonab­les como «piratear mensajes de voz, pinchar los teléfonos de todo su círculo» y otras cosas de las que no se siente precisamen­te orgulloso y por ello le ha pedido perdón públicamen­te. «Era codicioso, me gustaba la cocaína y vivía en un falso estado de poder», admite en el documental Burrows sobre su falta de moral en aquellos años de juventud de Harry, conocido como el príncipe díscolo.

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