Moisés con chapela
Andoni Ortuzar Presidente del PNV
Ya tiene lista Ortuzar la independencia para el País Vasco. Será en 2050, calcula. Pero qué requetemal han sentado en Sabin Etxea los ‘cuernos’ que les ha puesto Sánchez con Bildu
Animado quizá por el propio Sánchez, que hace unos meses se puso a dibujar cómo será la España de 2050, largo me lo fiáis, Ortuzar también tiró de calendario y bola de cristal y para ese año fijó que el País Vasco sea «una nación europea», porque para entonces el PNV «habrá conducido a este pueblo hacia su libertad». Mutado en una especie de Moisés abertzale que sale del ‘batzoki’ a San Mamés cantando el himno del Athletic, al dirigente peneuvista ayer solo le faltó añadir lo de abrir las aguas del golfo de Vizcaya si falta hiciera, para que el planeta entero entienda lo trascendental e irreversible de esta misión plenipotenciaria y ‘¡ahivalahós!’ que al parecer liderarán los nacionalistas. Cada exageración identitaria del PNV en estos días hay que interpretarla en el contexto del ataque de celos que le ha entrado después de que Sánchez haya comenzado su idilio político con los proetarras, arrinconando en unos de los trasteros de la Carrera de San Jerónimo el tradicional papel influyente de los nacionalistas vascos. Se están temiendo lo peor en
Sabin Etxea y por eso radicalizan su discurso para que no haya más fugas a Bildu entre el sector más abertzale de su militancia. En las últimas autonómicas, los proetarras le recortaron cerca de seis puntos y eso que el PSOE aún no había comenzado la fase del blanqueo intensivo de la marca proetarra y las lágrimas de cocodrilo de sus dirigentes por el dolor. Ahora quienes gimotean son los del
PNV.