ABC (Andalucía)

Una docena de españoles varados en Sudáfrica: «Es una vergüenza»»

► Lamentan la inacción del Ministerio de Exteriores para resolver su situación

- MONTSE SERRADOR

Doce vallisolet­anos llevan atrapados desde el pasado sábado en Johannesbu­rgo después de que el vuelo de la compañía Swiss con la que tenían que viajar a Zúrich y continuar después hasta Madrid se negase a trasladar viajeros que no fueran de su nacionalid­ad tras decretarse el cierre de fronteras al país africano. Durante toda la jornada del sábado y buena parte de la del domingo fue imposible encontrar ninguna compañía que les vendiese los pasajes, comentan a este diario. Finalmente, en la tarde de ayer y después de no pocos trámites lograron el compromiso, gracias a la empresa mayorista que gestionó el viaje, de que hoy podrían volar nueve personas con la aerolínea Lufthansa hasta Fráncfort, mientras que las otras tres lo harían mañana.

Victoria Soto, concejal en el Ayuntamien­to de Valladolid que viaja con su marido, forma parte de ese grupo, la mayoría docentes jubilados de entre 67 y 70 años que han realizado un circuito de quince días por África que debía concluir el sábado. «Llevábamos dos años preparándo­lo y como parecía que todo estaba mejor nos animamos porque si no perdíamos el dinero», explicó Soto en conversaci­ón con ABC. «Todo ha ido fenomenal hasta el sábado», aseguró la edil.

No abandonan el hotel

Victoria Soto relata la difícil situación por la que están pasando, alojados en un hotel de la capital sudafrican­a en el que no tienen manutenció­n ni pueden salir, «porque la ciudad es muy peligrosa», hasta el punto de que se trasladan en un autobús del establecim­iento al aeropuerto para poder comer allí. «Esto es una vergüenza», imploró la concejal, quien aseguró que hasta el momento nadie del Ministerio de Asuntos Exteriores se ha puesto en contacto con ellos y solo una funcionari­a de la oficina de Johannesbu­rgo, «que no es ni embajada», intentaba encontrar una solución. «Pero se ve impotente» ante las dimensione­s del problema, asume Soto.

Soto también explicó cómo el sábado llegaron al aeropuerto de la ciudad sudafrican­a para coger el avión. «A las ocho teníamos vuelo y a las once ya no» porque el Gobierno suizo no permitía ciudadanos en tránsito y, por lo tanto, no podían volar con esta aerolínea. Decidieron recurrir a otras compañías, como la alemana Lufthansa, «pero en principio nos dijeron que no tenían hasta el día 6» o la holandesa KLM, pero también informaron de que sus ciudadanos serían los primeros. Así que el grupo vallisolet­ano continúa en Sudáfrica con la esperanza, pero sin certezas, de que hoy puedan embarcar los primeros turistas. De momento mantienen otra prereserva con la compañía KLM por si la primera opción falla, debido a que la incertidum­bre sigue siendo importante. Los billetes se gestionan desde España y a un precio desorbitad­o, ya que de 600 euros han pasado a 1.800.

Sin pastillas para la tensión

«Esto es denigrante, una auténtica jungla», lamentó la concejal socialista del Ayuntamien­to de Valladolid que confirmó cómo, a pesar de todo, todos se encuentran bien, aunque con sus complicaci­ones. Relata que a ella se le acaban ya las pastillas de la tensión. «Y aquí no hay», lamenta. Uno de los viajeros, por ejemplo, tenía una operación de cataratas mañana día 30 a la que todo apunta que no llegará.

Soto informó de que hay más grupos de españoles por países próximos que también intentan salir del continente donde se han quedado atrapados. «Estamos abandonado­s a nuestra suerte», se quejó a pesar de que llegaron «vacunados de todo, contra el Covid, la gripe...». «Tenemos hasta tres PCR negativas, pero nada. Nos dejaron tirados y eso no puede ser», insistió, y denunció la impotencia que se siente ante compañías insolidari­as que sólo quieren trasladar a los ciudadanos de su nacionalid­ad, cuando, hacia España no hay vuelos directos.

Pese a todo, Soto reconoció que durante los quince días de turismo ha conocido «lugares estupendos, como las cataratas Victoria, con gente encantador­a», aunque con mucha pobreza. «No me extraña que haya virus porque aquí no tienen ni para mascarilla­s, no las llevan o están sucias o hechas a mano», reflexionó. Ahora ya sólo espera que el anuncio de que hoy podrían viajar «se cumpla de verdad y podamos estar en casa lo antes posible».

Nueve de los viajeros podrían regresar hoy a Madrid con billetes de Lufthansa vía Fráncfort y los otros tres, mañana

El movimiento provida en España demostró ayer que tiene rostro joven. Cientos de ellos colmaron la Puerta de Alcalá, en el centro de Madrid, para protestar por las «imposicion­es ideológica­s» del Gobierno de coalición. Pese a ser el grupo más numeroso, no estuvieron solos. Muchas familias con niños pequeños también secundaron la concentrac­ión convocada por más de cuarenta organizaci­ones que se dedican a la defensa de la vida.

Con carteles y banderas con el lema ‘Cada vida importa’, los asistentes defendiero­n su derecho a la «libertad de expresión y manifestac­ión» frente a la reforma del Código Penal que prepara el Gobierno para imponer penas de prisión a los voluntario­s que ofrezcan informació­n a las mujeres frente a los centros abortistas. «Hemos sufrido en los últimos meses un abuso por parte del Gobierno en la implementa­ción de leyes promuerte y pretenden conseguir más. Si lo logran será por nuestro silencio. Es fundamenta­l alzar la voz en defensa de los más débiles», explicó Nayeli Rodríguez, responsabl­e en España de Cuarenta días por la vida. Con una pancarta gigante con la frase ‘Rezar no es acosar’, esta joven defendió la labor que realiza esta organizaci­ón –surgida en Estados Unidos– frente a los centros abortistas y se lamentó de ser uno de los blancos de la reforma del Código Penal en la que trabaja el Gobierno.

Entre los motivos de los provida para volver ayer a la calle casi veinte meses después del inicio de la pandemia estaba también la repulsa hacia la ley de la Eutanasia, los continuos ataques a la objeción de conciencia de los médicos y la falta de ayudas a la mujer embarazada en situación de vulnerabil­idad.

Más humanidad

«España necesita leyes respetuosa­s con la dignidad humana, que permitan evoluciona­r hacia la humanidad y no hacia la cultura del descarte, que promueve leyes como las del Aborto o la Eutanasia sin avanzar en los cuidados paliativos ni en el apoyo a las madres embarazada­s», aseguró Javier Rodríguez, director del Foro Español de la Familia, una de las organizaci­ones que forman parte de la plataforma Cada Vida Importa, convocante de esta concentrac­ión apolítica y aconfesion­al que congregó a 800 personas, según la Delegación de Gobierno en Madrid y unas 4.000, según los organizado­res.

Buena parte de la movilizaci­ón que se vio ayer en la madrileña calle Serrano fue gracias a Más Vida, la asociación provida que aglutina a más jóvenes de España. «Las redes sociales han demostrado que son el sexto continente», aseguró Joan Folch, su director e influencer. En pocos días, Más Vida consiguió movilizar a través de sus redes sociales a más de 800 voluntario­s para la organizaci­ón de esta concentrac­ión. «El movimiento provida está más vivo que nunca entre los jóvenes. Estamos aquí porque estamos convencido­s de que cada vida importa y debemos ser la voz de quienes no tienen voz: los no nacidos y las personas enfermas», afirmó Folch.

Una de las principale­s reivindica­ciones que se hicieron oír ayer con fuerza fue de la otorgar más ayudas públicas a las mujeres vulnerable­s que se enfrentan a un embarazo inesperado. Algunas de ellas lo denunciaro­n ayer con su propio testimonio. «La interrupci­ón voluntaria es una trampa. En realidad se trata de una intervenci­ón violenta del embarazo porque para ejercer la voluntad necesitas tener alternativ­as y a mí no me dieron ninguna», aseguró Leire.

Esta joven que ahora es madre de dos hijos no fue la única en relatar el periplo vivido por la falta de apoyo para seguir adelante con la gestación. Carolina estuvo a punto de abortar en una clínica, pero un joven voluntario de la asociación Más Futuro le ofreció informació­n y ayuda. «Estaba en pánico, todos me decían que abortara, pero cuando me encontré con estos voluntario­s me sentí liberada y ahora ver la cara de mi hijo me ha devuelto la alegría de vivir», se alegra.

Una nutrida representa­ción de profesiona­les sanitarios también hicieron sentir su voz en defensa de la vida. Desde el escenario, la vicepresid­enta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid (Icomem), Luisa María González, expresó su desacuerdo por lo que denominó «la ley mordaza de la eutanasia», al recordar que durante su tramitació­n el Gobierno «robó el debate a los médicos y a la sociedad». «La ley de la Eutanasia es un fracaso social y un fraude público. Es hija del materialis­mo más inhumano, que presume de ahorrar dinero y sufrimient­o quitando de en medio al que no produce, molesta y es una carga en lugar de invertir en las personas», denunció.

Arropada por Manuel Martínez-Sellés, presidente del Icomem, jefe de Sección de Cardiologí­a del hospital Gregorio Marañón y autor de ‘Eutanasia, un análisis a la luz de la ciencia y la antropolog­ía’, González subrayó «que la muerte no es un acto médico, ni una presta

«Sufrimos un abuso por parte del Gobierno en la implementa­ción de leyes promuerte y pretenden conseguir más»

«Matar siempre será matar y no hay ninguna ley, ningún sentimient­o y ninguna ideología que pueda justificar­lo»

ción sanitaria». «La muerte no es el tratamient­o del sufrimient­o. Matar es matar y siempre será matar y no hay ninguna ley, ningún sentimient­o y ninguna ideología que pueda justificar­lo. Que no cuenten conmigo y no cuenten con los médicos. Pedimos que se pongan en marcha los planes y las leyes necesarias para garantizar los cuidados para todos, porque los médicos nos vamos a resistir al abandono terapéutic­o de nuestros enfermos», añadió.

«Van a agotar la tinta»

A su lado, Sonsoles Alonso, miembro de las unidades de Cirugía Ginecológi­ca y Consejo Genético del Cáncer Hereditari­o en el hospital MD Anderson, lamentó los intentos del Gobierno por limitar el derecho a la objeción de conciencia de los sanitarios. «Hoy estamos aquí porque creemos firmemente en el derecho y en el deber de practicar nuestra profesión con libertad para ser fieles a nuestras creencias que no son más que dar la vida por nuestros pacientes. Que sigan adelante con la lista de objetores porque van a agotar la tinta», dijo.

Interrumpi­da varias veces por los aplausos y gritos de ‘Viva la vida’, la médica aseguró que después de dedicar «miles de horas a estudiar e investigar, de pasar largas esperas en las guardias y de coger la mano a muchas mujeres con embarazos complicado­s, los médicos no vamos a dedicar un solo instante a practicar la muerte».

Debajo del escenario, las familias y los jóvenes agradecían la valentía de estos profesiona­les sanitarios. Llegados de Valencia con sus tres hijos, Amparo y Santiago, explicaron que no dudaron ni un minuto en viajar a Madrid para protestar ante la batería de leyes que atentan contra el derecho a la vida en España. «Ya no les parece suficiente con la eutanasia. Ahora quieren imponer una dictadura al pretender limitar el derecho a la objeción de conciencia de los profesiona­les sanitarios», aseguró Amparo, que es médico aunque trabaja de profesora.

Durante el acto se celebró un minuto de silencio por «las víctimas de la eutanasia y los cerca de 90.000 niños que cada año no llegan a nacer como consecuenc­ia del aborto». Al emotivo gesto se sumó la memoria del médico Justo Aznar, uno de los impulsores del movimiento provida en España y fallecido la víspera de esta concentrac­ión.

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// EFE Miles de pasajeros se apresuraro­n ayer a volar fuera de Sudáfrica
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// BELÉN DÍAZ Los provida reclamaron ayudas para las embarazada­s y cuidados paliativos para los enfermos
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